Nuestras lectoras preguntan: “No me gusta mi cuerpo, lo que afecta mi vida sexual. ¿Qué puedo hacer?”




Pregunta

“Nunca me ha gustado mi cuerpo y eso afecta mi autoestima y mi vida sexual. Cuando estoy frente al espejo evito mirarme y si lo hago, me da rabia el cuerpo que tengo. Me cargan mis piernas y mis brazos y a veces he pensado en operarme, pero me da miedo. Esto, sin duda, ha influido en mi relación de pareja, porque no dejo que él me mire ni me toque. ¿Qué puedo hacer para aceptar mi corporalidad, reconciliarme con ella y vivir mi sexualidad plenamente?”.

Luisa (43).

Respuesta

“Lamentablemente existen estándares arbitrarios de la belleza del cuerpo femenino, dictados por la moda, la moralidad y la transculturización. En los medios de comunicación, en la publicidad y las redes sociales hay una cosificación del cuerpo femenino asociada al éxito, la popularidad, la fama, tener un esposo, dinero y ascenso social”, explica Pilar Bustamante, psicóloga de Clínica Santa María.

“En nuestra sociedad se les exige a las niñas tener una belleza física, más que a los niños. Eso nos puede hacer rechazar nuestro cuerpo por no corresponder a esa imagen idealizada de belleza femenina. Mujeres que son rellenitas, pequeñas, muy delgadas o morenas, por ejemplo, se pueden sentir mal consigo mismas; y a veces su apariencia es criticada por sus pares o compañeras.

También una niña, adolescente o adulta que sufrió violación, abuso sexual, y en algunos casos acoso sexual, puede quedar con daño psicológico importante. Pueden llegar a odiar su cuerpo, esconderlo, dañarlo y tener percepciones alteradas de su corporalidad. Esta es una de las bases de la anorexia nerviosa, de la bulimia y, en algunos casos, también de la obesidad, donde se come en exceso para que el cuerpo no tenga ningún atractivo sexual y no vuelva a pasar por el mismo trauma”, dice la especialista.

Si me amo y acepto, voy buscar una pareja que me ame y me acepte, no alguien que me critique y me quiera transformar en algo que no soy. La autoestima debe ser tanto emocional como corporal. Una mujer que no acepte su cuerpo va a tener una relación disfuncional consigo misma y con los demás, no va actuar de modo armónico. Se va a sentir incómoda con su vestimenta, para moverse, bailar, mostrarse, tener sexo o hacer el amor”, dice Pilar Bustamante.

Lo cierto es que la vivencia que tenemos con nuestra corporalidad se encuentra íntimamente ligada a aspectos culturales, políticos, económicos, y también a factores biológicos y a nuestras relaciones afectivas. Es por eso, que cuando hay temas con el cuerpo es importante revisar la historia personal con el fin de comprender qué razones hay detrás de la aceptación o rechazo de la imagen corporal.

Si bien las generalizaciones no son adecuadas para entender los traumas con el cuerpo, María José Sandoval, psicóloga experta de CESI, señala que se pueden analizar desde una perspectiva de género, ya que existen diferentes mandatos sociales sobre los cuerpos de mujeres y hombres. “Los estereotipos de género proponen una ‘belleza universal’, un ideal que no se condice con la realidad de la gran mayoría de las mujeres. Si en vez de encontrar nuestra propia belleza buscamos acercarnos a la estatura, peso, forma, color, que se nos impone socialmente, será imposible aceptarnos y vivir nuestra dimensión corporal desde el amor”.

Nacer en una cultura obsesionada con el peso, la juventud y la apariencia es cargar con una mochila gigante desde la infancia. “Vivimos en una sociedad donde se sigue asociando lo bello a lo bueno y, por descarte, lo feo a lo malo, en la que se hipersexualiza el cuerpo femenino desde niñas y en que hablar negativamente del propio cuerpo es una forma de encontrar simpatía en otras mujeres. Mientras sigamos reforzando esta cultura nos va a costar tener una relación sana con nuestros cuerpos”, explica Verónica Watt, sexóloga y psicóloga.

La animadversión contra el cuerpo

Una mujer que está descontenta con su cuerpo evitará que la vean desnuda, no se sacará toda la ropa, impedirá que la luz la ilumine, tratará de que el acto sexual termine rápido y no tendrá orgasmos. Con esto boicoteará su propia posibilidad de tener placer. Una mujer así puede llegar a ser muy complaciente con su pareja y postergar sus propios deseos de satisfacción erótica.

Verónica Watt señala que hay estudios que demuestran que los sentimientos negativos respecto a la propia apariencia están vinculados a una mayor ansiedad sexual y baja autestima sexual. “Las mujeres con problemas de autoimagen corporal pueden terminar evitando tener encuentros sexuales e ignorar sus propias señales de excitación. Ellas viven en un estado de espectador, evaluando su propio cuerpo constantemente, entonces les cuesta conectar con sensaciones positivas que vengan de él”.

Se ha demostrado que las preocupaciones en torno al físico comienzan alrededor de los 5 años y que incluso niños de 7 y 8 años comienzan a hacer dietas. “Esto tiene que ver con la exposición a los medios de comunicación y un discurso negativo en torno al cuerpo, también influyen los padres y el círculo cercano en la medida en que se valore más la apariencia que otros atributos”.

Para las expertas, es fundamental que los padres eduquen a sus hijos en la autoaceptación de su cuerpo y que los guíen sanamente en la manera de relacionarse con él. Al respecto, Bustamante dice que hay que concientizar a los niños y niñas que tienen que querer, cuidar y respetar su cuerpo, que es importante tener un cuerpo sano que los va a acompañar toda su vida. “Así también es importante enseñarles la autoprotección de abusos de todo tipo, incluidos los sexuales. ¿Cómo? Incentivando hábitos saludables de alimentación y ejercicio físico, enseñando que tienen que estar orgullosos de sí mismos, tanto de sus valores, cualidades, logros y también de su aspecto corporal”.

Dar el paso

No hay una fórmula para trabajar la autoaceptación del cuerpo, cuando nunca se ha tenido, sin embargo, la única forma de cambiar es decidirse a hacerlo. “La obsesión con el tamaño y forma del cuerpo nos quita la posibilidad de apreciarlo con toda su maravillosa existencia y posibilidades de goce”, dice Verónica Watt, quien aconseja comenzar una autoterapia que comparte acá:

  • Reconectar con el cuerpo a través de actividades físicas como la danza o yoga. Es bueno elegir una práctica que permita vincularnos desde el disfrute y no desde la crítica.
  • Mirarse al espejo sin criticarse. Puede hacerse de a poco y progresivamente y simplemente describir en voz alta lo que hay, sin adjetivarlo, haciendo un scanner de cada parte para terminar con una visión completa.
  • Buscar referentes de gente con distintos tipos de cuerpos inspiradores. En vez de fijarte en el ideal, partir por empezar a apreciar otros tipos de cuerpos.
  • Ejercitar el no juzgar en todo ámbito. Comenzar con una práctica diaria de 30 minutos o 1 hora donde, pase lo que pase, no se juzgue lo que se vea: no es ni bueno, ni malo, ni bonito, ni feo, simplemente son series de cosas que existen y pasan en el mundo a su manera
  • Rodearse de personas que tengan una visión positiva del cuerpo. Evitar a personas y medios que gatillen emociones negativas respecto al cuerpo.
  • Por último, si se necesita ayuda profesional, buscarla. La terapia cognitiva conductual ha resultado ser tremendamente efectiva para los problemas de este tipo.

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