Nuestras lectoras preguntan: ¿Por qué las niñas y niños no deberían aguantar tanto las ganas de hacer pipí?

La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.




PREGUNTA

Siempre he estado muy preocupada del control de esfínter en mi hija de 5 años, porque hasta hace poco tiempo todavía se hacía pipí en el día, cosa que durante la pandemia me empezó a pasar también con el mayor, de 7 años. Él empezó con dolores al hacer pipí y un par de veces le pillé los calzoncillos un poco mojados. Estuve leyendo y sus síntomas coincidían, más que con poco control del pipí, con mucho tiempo de retención, que es porque pasa mucho rato frente a la pantalla y se aguanta. Quisiera saber cuáles son las consecuencias de esto y cómo lo puedo solucionar.

Soledad Gutierrez, 38 años.

RESPUESTA

En pandemia las niñas y niños han estado más encerrados jugando videojuegos y eso ha hecho que aumenten las consultas por incontinencia de orina porque son retencionistas, es decir, olvidan ir al baño o lo retrasan mucho porque se entretienen jugando. Así lo explica Gabriela Retamal, uróloga infantil y urodinamista de Clínica Santa María y del Hospital Roberto del Río. Esto suele pasar desde los 6 o 7 años hasta los 15, periodo en el que, según la experta, aún se manejan hábitos miccionales y los olvidan por estar frente a una pantalla.

Gabriela dice que una manera de darse cuenta que las niñas y niños están reteniendo el pipí es que realizan maniobras retencionistas como bailar en el lugar o cambiar de posición en la silla. También ocurre que las madres y padres les preguntan si quieren hacer pipí y aunque ha pasado mucho rato, ellos insisten en que no tienen ganas. La consecuencia de esto es que aprenden a retener contrayendo la musculatura del esfínter que está en el periné –entre medio de las piernas– y que es la que mantiene la continencia, es decir, los músculos que hacen que no nos hagamos pipí todo el día.

“Hay que evitar que eso pase porque funciona así: cuando uno va al baño y quiere hacer pipí, la vejiga por reflejo se contrae y a la vez el esfínter se abre. Pero cuando se aguanta el pipí, lo que ocurre es que viene la contracción y voluntariamente cerramos el esfínter, lo que hace que la vejiga se enferme”, explica Gabriela. “Si la vejiga se contrae contra un esfínter cerrado se produce algo que se llama hiperactividad vesical, que es que la vejiga responde con contracciones seguidas. Y cuando la niña o niño quiere por fin sentarse a hacer pipí o cuando ya tiene el tono muscular aumentado, no puede relajarlo como corresponde, lo que se traduce en que la vejiga se contrae pero con un esfínter que no se abre como antes”, agrega.

Las consecuencias de esto son tres: La vejiga se irrita y provoca contracciones cuando no debe, lo que provoca los goteos que tienen niñas y niños aunque no tengan mucha orina; en segundo lugar pueden quedar residuos en la vejiga cuando van al baño porque el esfínter no logra relajarse enteramente; y por último, esos residuos que quedan se transforman en un caldo de cultivo para cualquier bacteria que haya ingresado, por lo que aumenta las posibilidades de infecciones urinarias. Y efectivamente son estas últimas, junto con la incontinencia, los mayores motivos de consulta en estos días.

¿Qué hay que hacer para evitarlo?

La doctora explica que es clave volver a los buenos hábitos y que se deben recordar como cualquier hábito de la infancia tales como el lavado de dientes o la hora de la comida. Se conoce como uroterapia y se refiere a los consejos para buenos hábitos del hacer pipí. Estos son: ir al baño al despertar, nunca retener la orina de la mañana; lo mismo antes de dormir para evitar el retencionismo durante la noche, que puede provocar infecciones urinarias; en tercera lugar recordarles que durante el día vayan cada 3 o 4 horas, aunque digan que no tienen ganas; y por último que no vayan al baño apurados porque eso permite completar el hacer pipí.

En el caso de las niñas, es importante que se sienten bien y con los pies apoyados porque eso ayuda a relajar la musculatura del periné. “Cuando hacen con los pies colgando tienen que usar parte de la musculatura del periné para mantener el equilibrio y no caerse de la tasa y eso desfavorece una buena relajación del esfínter”, explica Gabriela y recalca que todo esto en el caso de niñas o niños que tienen síntomas porque los que controlan bien el esfínter no deberían presentar ninguno de estos problemas.

Lo que sí recomienda es estar atentos, especialmente en este periodo en que las niñas y niños no tienen, por ejemplo, la rutina del recreo que es una instancia en la que suelen ir al baño, que las mamás y papás están ocupados con teletrabajo y por tanto las chicas y chicos pasan más tiempo frente a las pantallas.

“Antes se usaban fármacos para mantener la vejiga más relajada, pero ahora no se recomiendan mucho. El manejo actual es lograr que la niña o niño vuelva a abrir su esfínter cuando va a orinar. Es complejo, porque no es un acto consciente, pero se les apoya con kinesiólogos de piso pelviano infantil”, explica Gabriela y dice que es importante hacer este tratamiento ya que, a largo plazo, la retención que no se trata puede provocar pielonefritis y en el caso de que el retencionismo sea severo, un reflujo vesicoureteral, que es cuando la orina se devuelve durante la contracción provocando daño renal.

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