Nuestras lectoras preguntan: ¿Qué hago si mi marido no quiere tener sexo conmigo?




LA PREGUNTA

“Con mi marido nos conocimos después de los 40 años, cuando cada uno se había separado. Llevamos casi 10 años juntos y en todo este tiempo, hemos tenido muy poco sexo. Al principio se daba con más frecuencia, pero en los últimos años podría contar con los dedos de una mano nuestros encuentros sexuales. Las pocas veces que ha ocurrido, es porque le he tenido que rogar. Y cada vez que lo hago, él recurre al mismo argumento: que “ya no puede funcionar”. Me dice también que esto es normal a su edad. Pero sé que eso no es cierto, porque además un día le pillé una botellita de lubricante en su velador.

En este tiempo además me sometí a una cirugía para bajar de peso. Aunque cuando nos conocimos yo ya era gorda, él me hacía sentir que el peso era un problema para él. Sin embargo, ahora que peso bastante menos, él sigue desinteresado. He tratado de hacer el amor con él varias veces este año, pero insiste con que tiene un problema de erección y yo ya estoy cansada de mendigar, de sentirme indeseada e incluso a veces indigna. Las veces que hemos discutido sobre el problema él se irrita, me promete que va a ir a ver a un médico y me responde como si le estuviera pidiendo un favor.

Y no es solo eso. Podemos tener largas conversaciones sobre sus temas de interés, pero cuando se trata de cualquier cosa que estoy haciendo yo, de un tema que yo propongo o de cómo me siento, él no se interesa. Al final, siento que soy menos entretenida e interesante para él que cualquier otra cosa, sus libros, sus series y sus amigos. Mis amigas me aconsejan ir a terapia –sé que se va a negar– y también buscar espacios de encuentro, pero la verdad es que siento que he hecho todo y estoy harta de sentirme culpable por querer tener sexo con mi marido. Porque al final eso me pasa, siento que le estoy exigiendo mucho, porque él me dice que me ama y que me lo demuestra con otras cosas”.

Sonia (56).

LA RESPUESTA

“Cuando el sexo desaparece en la pareja, usualmente tiene poco que ver con el sexo mismo. Porque el sexo no es sólo un encuentro de dos cuerpos excitados que dura unos minutos, el sexo es un encuentro de intimidad y de conexión con el otro y, por tanto, cuando nuestros cuerpos no se sienten conectados ni disponibles para tener intimidad, es difícil que el sexo forme parte de la ecuación de la relación de pareja. Y cuando esto pasa, la responsabilidad generalmente es compartida”, explica Florencia Grebe, psicóloga, máster en terapia sexual y de pareja y creadora de @sobresexo.cl.

Dice además que en este caso, la falta de deseo del marido y su desinterés por ella puede tener que ver con su historia, su momento actual en la vida y sus miedos. Pero seguro que se ve influenciado por algo de la dinámica de ambos. “Por parte de ella sería importante cuestionarse por qué se pone en esa posición y acepta estar en una relación donde no hay un interés por quien es ella como persona. Seguramente todo eso también tiene que ver con su historia, sus miedos y sus relaciones pasadas”.

La justificación del marido, de no lograr una erección, confirma la falta de interés. “Ese no es el problema. Si no funcionara pero él tuviera deseo, seguro que ya habría ido al médico a consultar. El problema no tiene que ver con su pene, tiene que ver con el deseo y con el interés, que va mucho más allá de lo sexual, como ella misma menciona”, dice la experta. Y plantea que la solución pasa por una mejor comunicación. “No es tan fácil como suena, porque cuando algo nos duele o nos molesta es difícil poder hablar en frío y con claridad. Pero no es imposible. Hay que tener en cuenta el momento y el lugar, ya que es distinto hablar de esto justo después de un intento fallido de la relación sexual, que hacerlo en otro momento donde las emociones no están controlando la situación”. Se deben tener en cuenta también las palabras que se usan, en el sentido de no criticar, sino que hablar desde lo que sentimos y necesitamos. “Y es clave también aportar a una solución porque generalmente somos expertas y expertos en decir todo lo que está mal y lo que puede hacer el otro para cambiar, pero nos involucramos muy poco en tratar de encontrar una solución y en decir cual es el cambio que cada uno puede hacer”, agrega Florencia.

Acudir a una terapia es una buena opción. “Que cada uno pueda hablar de lo que le pasa a nivel individual y de qué pasa en términos de pareja. Creo que tanto el marido como ella se verían muy beneficiados con un espacio terapéutico. Y si él no accede, también es una buena opción que ella vaya sola”, aclara la experta, porque es importante que ella logre sentirse bien y para eso debe descubrir qué es lo que realmente la hace sentirse indeseada e indigna, si la falta de sexo o la falta de atención en general.

Otro punto importante tiene que ver con las expectativas que tenemos sobre el sexo. “Es bueno preguntarse ¿por qué quiero tener sexo? A veces la respuesta tiene que ver con lo que se espera de una pareja socialmente hablando, porque toda la vida nos han metido en la cabeza que si no tenemos relaciones estamos destinados al fracaso y por ende privilegiamos cantidad antes que calidad. Y no es así, como pareja debemos averiguar qué significa el sexo para nosotros en el momento o período que estamos pasando; cómo queremos que sean nuestras relaciones sexuales y qué implica si tenemos más o menos”, explica Florencia. Y es que muchas veces la respuesta a la pregunta de por qué quiero tener sexo es “por amor”. “Creemos que es la única forma de demostrar el amor, pero hay muchas más.

Y en ese sentido la falta de sexo no necesariamente implica falta de amor. Ahora, si la respuesta a esa pregunta es tan sencilla como que tengo ganas de tener sexo, no hay nada de qué sentirse culpable. En ese caso sí es importante plantearlo y por último no olvidar que el sexo puede ser individual también, así que si las ganas aparecen y el otro no está disponible, puedo arreglármelas sola sin tener que rogarle a nadie”, concluye.

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