Penalización por maternidad en el mercado laboral




Tres destacadas mujeres han sido galardonadas con el Premio Nobel en Ciencias Económicas, y una de ellas es Claudia Goldin en octubre de este año. Goldin es una reconocida pionera en el estudio de la economía desde una perspectiva de género, autodenominada “detective en la recolección de pistas”, dedicada a investigar y analizar información sobre los mercados laborales en un rango histórico de 200 años, basándose en datos de 100 países. Uno de los principales enfoques de su investigación ha sido el papel de la maternidad en las disparidades salariales entre hombres y mujeres.

Destaca el análisis que realiza de los datos antes y después de la industrialización, demostrando que previo a ésta, la participación femenina en el mercado laboral era mayor, puesto que éste era una extensión de las labores de cuidado y trabajo doméstico. El quiebre, entonces, se produce después, cuando el trabajo comienza a concentrarse en las industrias, ajenas a la cotidianidad de la vida de las familias en sus hogares. La mujer, y sobre todo la que es madre, llega a su nivel más bajo de participación laboral, insertándose de a poco y con grandes dificultades hasta hoy en donde se observa cierto estancamiento no sólo de la inserción, sino también de las brechas salariales entre hombres y mujeres, a pesar de los niveles más altos de educación de estas últimas.

Parte importante de las dificultades que ha enfrentado y que enfrenta la mujer para insertarse y mantenerse en el mercado laboral es la denominada penalización por maternidad que Goldin incorpora en sus investigaciones, abordando los efectos directos de la maternidad en los ingresos económicos de las mujeres. En este contexto, realiza una comparación entre mujeres con hijos y mujeres sin ellos, evidenciando una disparidad en los ingresos entre ellas. Esta situación conlleva a una posición de desventaja salarial para las mujeres madres y aunque esta penalización tiende a disminuir a medida que los hijos crecen y se vuelven más independientes, las consecuencias en el desarrollo laboral y económico de las mujeres en el largo plazo continúan.

Si bien, la magnitud de las brechas salariales entre mujeres con y sin hijos son considerables, es innegable que se manifiesta de manera más pronunciada cuando se hace la comparación entre mujeres y hombres. En este contexto, Goldin (2022) destaca que, a pesar de la considerable penalización por maternidad para las mujeres con hijos pequeños, la brecha salarial entre mujeres y hombres siempre es considerablemente mayor.

La penalización por maternidad resuena como una realidad palpable en nuestro país, donde la decisión de ser madre se ve condicionada por diversos factores que colocan a las mujeres en una posición de desigualdad y vulnerabilidad. Este “castigo” a la maternidad no se limita únicamente a los períodos de embarazo o a las etapas en las que los hijos demandan más atención. Las mujeres madres no sólo experimentan una pérdida de ingresos durante los años dedicados a la crianza, ya que hay impactos significativos en sus ahorros previsionales revelando así otra brecha sustancial entre hombres y mujeres que se extiende hasta la vejez, lo que requiere atención y acción urgentes.

La corresponsabilidad parental, generando los cambios que se requieren para la repartición equitativa de las responsabilidades de cuidado, crianza y labores domésticas es fundamental para que esta equidad se proyecte en el trabajo remunerado. Esto, acompañado de mayor flexibilidad en los sistemas de apoyo al cuidado, entre ellos, la sala cuna, y laborales, son los énfasis que deben haber en el diseño de las políticas públicas que pretendan aumentar la participación femenina en el trabajo remunerado, aprovechando todo ese capital humano, siendo la no discriminación por maternidad uno de sus ejes centrales.

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