Por qué a la mayoría de los hombres les da vergüenza emocionarse

Muchos hombres se avergüenzan cuando experimentan sentimientos como la tristeza, la desesperanza, la angustia o alguna emoción fuerte, llevándolos a vivir experiencias emocionales en soledad. ¿Por qué la cultura ha creado una identidad masculina que lucha consigo misma?




“Se fuerte”, “no llores”, “compórtate como un hombre” son algunas de las frases que oímos con frecuencia y que muchas veces, sin ninguna mala intención, se les suele decir a los niños cuando sufren alguna emoción dolorosa. Y es que culturalmente se ha formado la creencia que mostrar las emociones es signo de debilidad o poca masculinidad. Pero a decir verdad, la experiencia emocional entre el hombre y la mujer no son diferentes. Para la psicóloga clínica Catalina Mura, este aspecto tiene una relación con la identidad de género de las personas, entendida como la caracterización con los rasgos estereotipados masculinos o femeninos.

“A las personas identificadas como mujeres se les permite más la expresión, lo cual está asociado a su empatía, sensibilidad, la preocupación por el otro, ser más sociables. Pero a los hombres se les pide ser más instrumentales: que tengan orientación a la meta, al trabajo, a la tarea e independencia, la cuales hace que también ellos vivan sus emociones más en soledad”, explica.

Sin embargo, muchas investigaciones han dado muestra que desde la infancia hasta la edad de 4 a 5 años, los niños son más emotivos que las niñas. Según se describe en el artículo Enseñando a los hombres a vivir sus emociones por The New York Times, un estudio de Harvard Medical School y Boston Children’s Hospital encontró que era más probable que los niños de 6 meses tuvieran “expresiones faciales de enojo, que se comportaran mimados, hicieran señas para que los cargaran” y “tendían a llorar más que las niñas”. Pero eso es arrebatado mediante la sociabilización, puesto que cuando se llega a los 15-16 años comienzan a hacer escuchar ciertos estereotipos de género.

“Se tiende a dejar de lado aquellas emociones más dolorosas porque no tengo permitido expresarlas dentro de mi identidad masculina, por ende, no se dan los espacios para vivirlas y prefieren sobre adaptarse a ellas, híper regularlas o tratarlas a través de otras formas como el deporte, los videojuegos y las fiestas”, explica Catalina, quien agrega que este factor forma parte de una de las razones por las cuales los índices de suicidio son más altos en hombres.

Para la doctora en psicología y académica de la Universidad Católica de Chile, Nerea Aldunate, no es posible decir exactamente cuánto o cómo la educación cultural ha repercutido en la salud mental, ya que esta depende de muchos factores. Lo que sí es cierto es que influye. “Sólo por tomar un ejemplo, el hecho de que socialmente a las mujeres se las tilde de ‘emocionales’ y que a los hombres se les críe bajo el mensaje de que ‘un hombre no llora’, dice mucho. Las emociones y su expresión no ha sido bien vista en diversos contextos históricamente, y estos mensajes son un reflejo de que la crianza tiene este sello”, comenta.

Según explica la especialista, en psicología hay autores que se han referido a esto como regulación emocional. Se ha planteado que hay estrategias para regular las emociones que tenemos de manera que podamos seguir siendo funcionales de acuerdo a lo que el contexto dice que deben ser nuestras acciones. Una de estas es la llamada supresión expresiva, la cual hace referencia a que cuando sentimos una emoción fuerte, se trabaja en ella para que no se note y no se exprese nada que evidencie lo que sentimos.

“Es como el clásico ‘aguantar la emoción’. La investigación en neurociencias ha mostrado que esta estrategia hace que el malestar perdure por más tiempo y que sea difícil lograr encontrarse bien emocionalmente, afectando en el bienestar e incluso a nivel fisiológico”, dice. Muy por el contrario, existen otras formas que van en la línea de hacer el ejercicio de mirar la emoción que estamos sintiendo, analizarla y tratar de re significarla de manera más positiva, lo que se ha asociado con una mejor manera de volver a un estado emocional positivo.

“Criar a un niño diciéndole que está prohibido expresar su emoción con expresiones del tipo ‘un hombre no llora’ favorece que se instale de alguna manera la supresión expresiva, sin dar la opción de enseñar estrategias que le permitan aceptar la emoción y con ello sentirla, detectarla y re significarla”, concluye Nerea.

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