¿Por qué las mujeres sufrimos más de Alzheimer?




Hace 120 años atrás, el médico alemán Alöis Alzheimer diagnosticó por primera vez a una persona con la enfermedad que hoy lleva su nombre. Se trató del caso de Auguste Deter, una mujer de 51 años que comenzó a sufrir pérdidas de memoria y alucinaciones que hasta entonces no tenían explicación. Luego de su muerte, fue el mismo doctor quien se dedicó a estudiar su cerebro en un laboratorio de la ciudad de Múnich, una investigación que dio pie a la descripción de un trastorno neurodegenerativo que afecta principalmente a la corteza cerebral: el Alzheimer.

Que Auguste haya sido mujer no es una simple coincidencia. Según cifras oficiales de la Alzheimer’s Association, casi dos tercios de los pacientes con esta patología son mujeres y a partir de los 60 años, nosotras tenemos más del doble de probabilidades de desarrollar esta enfermedad comparado con el riesgo de padecer cáncer de mama.

¿Cuál es la razón detrás de esta desproporción? En Chile, el Alzheimer es la principal causa de demencia en las personas mayores, afectando a más del 70% del total de los casos. Sin embargo, siguen siendo las mujeres quienes tienen mayor probabilidad de sufrirlo. De acuerdo a datos oficiales, un 60% de quienes acuden a realizarse el test Alz-Tau en el Hospital Clínico de la FACH, para la detección temprana del Alzheimer; son mujeres.

La doctora en Bioquímica de la Universidad de Chile, Andrea González, ha sido una de las miles de científicas a lo largo del mundo que se han dedicado a dilucidar esta relación entre Alzheimer y género, y cuáles podrían ser los caminos a seguir en términos de tratamientos preventivos. La especialista es parte del equipo del Centro Internacional de Biomedicina ICC, un centro científico que lleva más de 30 años en la búsqueda de soluciones médicas para el Alzheimer y que en 2004 fue considerado como centro de clase mundial por el Programa Human Frontiers.

Se ha determinado que en cerebros de pacientes con Alzheimer hay resistencia a la insulina y una disminución en el metabolismo de la glucosa. Por eso en el último tiempo ha salido el concepto de que el Alzheimer sería una diabetes tipo 3.

González explica que, en esta asociación, existen diversos factores que pueden incidir, como son los estilos de vida o la edad, sobre todo si se considera que -en general- las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres. También existen algunos elementos hereditarios: de acuerdo a datos de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica, quienes tienen un progenitor con Alzheimer tienen 3 veces más probabilidad de sufrir esta enfermedad, y si los dos padres la presentan, el riesgo es 5 veces mayor.

Sin embargo, una de las explicaciones más aceptadas por la evidencia tiene que ver con los cambios hormonales propios del envejecimiento femenino. Específicamente, la disminución de estrógenos durante el período de la menopausia deja a las mujeres en una situación de mayor riesgo frente a esta enfermedad, pues se ha estimado que esta hormona tiene efectos protectores a nivel cerebral, ya sea influyendo en la supervivencia celular o plasticidad sináptica; o regulando procesos como la inflamación, estrés oxidativo y la formación de placas de beta-amiloide, que son características de la enfermedad de Alzheimer.

La doctora González explica que desde el ICC, hace dos años, están trabajando en un proyecto de investigación que va en esa misma línea y que busca esclarecer algo más específico aún: cómo esta pérdida de estrógeno genera desregulaciones metabólicas en la glucosa a nivel cerebral. “Se ha determinado que en cerebros de pacientes con Alzheimer hay resistencia a la insulina y una disminución en el metabolismo de la glucosa. Por eso en el último tiempo ha salido el concepto de que el Alzheimer sería una diabetes tipo 3. Entonces, estamos tratando de clarificar cuál es el rol del estrógeno en este cambio de metabolismo, dada la influencia que tiene sobre los transportadores de glucosa por ejemplo”, sostiene.

A futuro, esta área temática -dice González- podría entregar buenos resultados para un eventual tratamiento contra el Alzheimer. “Si nuestra investigación da luces sobre la vía específica por la cual el estrógeno estaría influyendo en el metabolismo de la glucosa, se podría diseñar por ejemplo un fitoestrógeno -para aplicar en la perimenopausia- que ayude a prevenir el daño que esta desregulación metabólica produce a nivel cerebral y que llevaría al Alzheimer. Con esto, estaríamos abarcando a un 70% de los pacientes afectados por la enfermedad y esto a su vez se traduciría en una mejora sustancial de sus condiciones de vida”.

Es por eso que dar una perspectiva de género a la investigación del Alzheimer ha sido clave para encontrar posibles soluciones médicas, aunque también para abordar los efectos sociales de esta enfermedad. Y es que se ha determinado que más del 60% de los y las cuidadoras de pacientes con esta patología son mujeres. “El peso que recae sobre las cuidadoras es bastante, porque no hay redes de apoyo. Ser cuidador de una persona con Alzheimer avanzado es desgastante, tan así que muchas se ven obligadas a renunciar a sus trabajos y vivir solo de la pensión de la persona enferma. Eso solo va sumando estrés”, analiza la dra. González.

¿Se puede prevenir?

De acuerdo a Corporación Alzheimer Chile, actualmente no existe tratamiento farmacológico para curar o detener esta enfermedad neurodegenerativa, aunque sí existen medidas para su manejo y algunos elementos a considerar para prevenir su desarrollo.

Uno de ellos es el uso de nutracéuticos, que son productos derivados de ingredientes naturales, ya sea de origen animal, vegetal o mineral; y que se destacan por su alto contenido de nutrientes. La doctora en Biotecnología y coordinadora de Proyectos y jefa de la Unidad de Nutracéuticos del ICC, Camila Calfio; explica que en Chile, los nutracéuticos aún no están aprobados y que por lo mismo, se comercializan como suplementos alimentarios. Sin embargo, sus efectos terapéuticos están comprobados por estudios clínicos realizados en Estados Unidos y Europa, y que por lo mismo, son una excelente alternativa.

Hay que empezar a tener cuidado desde los 50 años como mínimo. Preocuparnos de la salud dietaria, del ejercicio físico y de socializar.

Por otro lado, Calfio recomienda consumir alimentos funcionales que son aquellos que se ha demostrado que tienen beneficios en la mejora de la salud del organismo. “Por ejemplo, está la manzana, que tiene moléculas ricas que ayudan en la prevención de esta enfermedad. Pero los efectos no se van a tener si su consumo no se hace de manera sostenida en el tiempo”. Es por eso que incorporar un estilo de vida saludable, hacer actividad física, y mantener una dieta balanceada es esencial.

Sin embargo, la especialista también pone ojo en la importancia de la estimulación mental para mantenerse activo en términos cognitivos: “Si bien todos deberíamos estar conscientes de nuestros estilos de vida, en el Alzheimer hay que empezar a tener cuidado desde los 50 años como mínimo. Preocuparnos de la salud dietaria, del ejercicio físico y de socializar. No hay que dejar de leer o hacer cálculos mentales, porque eso hace que la mente esté activa”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.