Paula

Predestinada

Después de un concierto donde miles de personas bailan y cantan las canciones de Los Jaivas, Juanita Parra aplica como terapia contra la euforia y el ego hacer las cosas que hace cualquier ciudadano: ir al supermercado, pagar cuentas, ordenar la casa. A poco más de dos meses de que la emblemática banda celebre 50 años, Juanita dice que está convencida de que nació para ser la baterista de Los Jaivas.

predestinada

Paula 1122. Sábado 25 de mayo 2013.

Desde hace 23 años, Juanita Parra (42 años, 1 hija) es parte de Los Jaivas. Ocupa un lugar estratégico en el escenario: la parte de atrás, donde se instala la batería y desde donde tiene una vista privilegiada. Sin embargo, hasta hace poco hablaba de Los Jaivas en tercera persona, como si ella no formara parte de la emblemática banda. Hasta que un día, los otros integrantes del grupo, que habían observado ese matiz del lenguaje, la sentaron y le dijeron: "Juanita, tú eres una más de nosotros, tú también eres Los Jaivas". Ahí, asegura, le cayó la teja. "Dije: si ellos me lo están diciendo es porque no es ofensivo de mi parte que yo hable como uno más de ellos".

Juanita Parra nació el 19 de noviembre de 1970, bajo el signo de Escorpión. Por esos días el grupo que lideraba su padre, el baterista Gabriel Parra, había dejado de llamarse High Bass y de cantar boleros en fiestas universitarias, para transformarse en Los Jaivas y así embarcarse en un proyecto inédito en la escena musical chilena: ser la primera banda que fusionaba el sonido del rock sicodélico con el folclore andino. Juanita nació luego de que su papá, entonces un hippie veinteañero, se enamorara de su madre, María Eugenia Correa, una mujer que ya bordeaba los 40, estaba casada, tenía seis hijos y provenía de una familia tradicional. Juanita nació a pesar de que los doctores advirtieran a su madre que no podría tener más hijos. Por eso, ella asegura que es el resultado de una tremenda historia de amor. Y está convencida de que llegó al mundo para ocupar el lugar que hoy ostenta en Los Jaivas, el grupo que el próximo 15 de agosto cumple medio siglo de existencia y que celebrarán con una exposición retrospectiva en el Museo de Bellas Artes, donde se exhibirán fotos, carátulas, objetos, además de la batería original con 12 tambores de Gabriel Parra, el papá de Juanita. Y el 15 de agosto, fecha en que la banda se subió por primera vez a un escenario en Viña en 1963, darán un concierto en el frontis del museo.

Pocas bandas pueden celebrar 50 años de existencia, es como las bodas de oro en un matrimonio.

Nunca me imaginé que iba a llegar a celebrar 50 años de algo. Lo que más me enorgullece es que estamos activos. El año pasado estuvimos en Lollapalooza Chicago, una cosa impensable. Aparecemos en listados de festivales donde están los grupos que se están moviendo ahora. Creo que eso es súper rescatable, porque podríamos haberle puesto todo el color a la celebración, pero sin la gente no somos nada.

Los aniversarios importantes de Los Jaivas han estado marcados por hechos difíciles: en 1988, durante el aniversario 25, murió tu padre en un accidente; en 2003, para los 40, murió  Gato Alquinta. ¿Existe algún temor entre ustedes con la llegada de esta celebración?

No es algo que salga como tema dentro de nuestras conversaciones, aunque personalmente he pensado en ello. Cuando empezó a aproximarse este aniversario, para mí fue inevitable recordar la muerte de Gato. Entonces, habíamos organizado muchas cosas para celebrar los 40 años de Los Jaivas, y cuando estábamos empezando a celebrar, súper embalados, Gato murió. Recordar eso ahora es inevitable. Pero no es que viva con el temor de que alguien se vaya a morir, porque viviría atemorizada. El miedo paraliza.

¿La muerte te da miedo?

Hubo un momento de mi vida en que no quería tener hijos y una de las razones era porque no estaba dispuesta a que me desgarraran el corazón otra vez. Después de lo que me pasó con mi papá, sentía que no sería capaz de aguantarlo. Mi respuesta a ese temor era mejor no tener hijos. Pensaba, "así me protejo y no me los arrebata nadie". Pero con el tiempo cambié de idea y tuve una hija. Y, aunque en el fondo ese temor lo tengo, trato de hacer el ejercicio de entender la muerte de otra forma.

¿De qué forma?

Creo en la reencarnación.

¿Cuándo comenzaste a creer en eso?

Desde chica. Pero en el momento en que muere mi papá y  trato de buscar una forma de mantener una conexión con él, eso se junta con los pensamientos que yo tenía en la infancia y con las lecturas que tenía mi papá. Él leía mucho sobre chamanismo, tenía el Diccionario de los símbolos, tenía una cosa súper espiritual, le gustaba pensar en la magia de la vida, y creo que de alguna manera eso me lo transmitió. Cuando él murió, me conecté con esa parte para poder conectarme con él, encontrarle un sentido a su partida. Por eso decidí tenerle un altar y le prendía velitas.

¿Cuánto te ayuda a enfrentar la enorme exposición que tienen Los Jaivas el tener este lado espiritual?

Me ayuda a aterrizar y a respetar. A no creerme el cuento y a no andar por la vida de una forma pretenciosa. Los músicos somos personas súper sensibles y hay momentos en que igual me choca la actitud de la gente, esto de que a veces las cosas son por amor, por cariño y otras veces la gente se te acerca con agresividad. Verse cuestionado es fuerte. Para enfrentar eso tienes que tener una parte espiritual súper fortalecida. También ayuda el apego a la familia. Me siento afortunada de valorar eso: me gusta mi hogar, me gusta ser dueña de casa.

¿Te encargas personalmente de las cosas de la casa?

Claro, vivir lo cotidiano hace darte cuenta de que somos todos iguales. Porque, además, Los Jaivas no nos movemos al nivel de artistas de otros países, como podría ser Madonna, que probablemente tenga a alguien que le lave los platos y ordene la casa. No es mi caso. Yo voy al supermercado, pago las cuentas. Son una especie de terapia que me ayuda a no creerme el cuento. La gente se sorprende mucho si te ve en una cola para pagar una cuenta.  La mitad duda si eres tú. Cuando ando en metro es el momento cuando menos se me acerca la gente.  Es súper loco. Y yo creo que es por eso: la gente se impacta de que uno haga las mismas cosas que todo el mundo.

MAMÁ A LOS 42

En marzo de 2002, en el marco de un viaje con Los Jaivas a San Pedro de Atacama, Juanita se casó con el diseñador Martín Uribe, en una ceremonia chamánica que realizaron en el Valle de La Luna y que sellaron tatuando un lazo –delicadas ondas que parecen olas del mar– en el dedo anular de su mano izquierda. Cuando cumplieron 10 años de matrimonio, sobre la cinta tatuaron un punto diminuto como señal de que el tiempo pasa y no en vano: en 2005 nació Kayla, su primera hija. Para embarazarse, Juanita tuvo que conversar con el grupo: había que planificar cuándo era el mejor momento. "Cuando les conté se descolocaron un poco, quizás porque hasta ese entonces no se habían dado cuenta de que tener una mujer en el grupo conllevaba la posibilidad de un embarazo", recuerda riendo. "A los pocos días me llamaron para decirme que por favor esperara, porque se venían tiempos de mucho trabajo, pero ya era demasiado tarde", comenta. Con su panza prominente, Juanita tocó la batería hasta los siete meses sin problemas. Tiempo después, en 2010, anunció su segundo embarazo, pero después de una presentación sufrió una pérdida. Desde entonces, y siendo muy consciente de que a sus 42 años no es una decisión fácil, sigue rondando en ella la idea de convertirse en madre por segunda vez.

¿Te has puesto un plazo para decidirlo?

Luego de mi pérdida, me di cuenta de que no siempre los embarazos son tan fáciles y milagrosos como me ocurrió con mi primera hija. Así que entonces decidí esperar hasta el año siguiente, y al siguiente dije al otro y ahora se me vino encima la celebración de los 50 años de Los Jaivas. Pero ya tengo 42 años.

¿No has pensado en adoptar o en un método alternativo?

Cuando tuve mi pérdida, mi hija Kayla llegó a plantearme una alternativa. Me dijo: "Bueno mamá, si tú no puedes tener otro hijo, adoptemos". Ella averiguó que esa era una opción y me lo propuso ¡con cinco años! Yo casi me desplomé. Ahí me di cuenta de que si tenía un segundo hijo lo tenía que pensar bien. Empiezas a cuestionarte todo, y también te empiezas a preguntar cuándo es el mejor momento para volver a parar. ¿Ahora, justo cuando estamos celebrando los 50 años de Los Jaivas? Ahora no.

¿Lo has conversado con el resto de los integrantes?

No, lo he conversado solo con mi marido.

¿Cómo eres en tu rol de mamá?

Cuando no estoy con Los Jaivas, me dedico ciento por ciento a la familia, aceptando cosas como entrevistas o producciones, pero siempre adaptando los horarios para dedicarle las tardes a mi hija. Siento que cuando sale del colegio tengo que estar con ella, porque cuando me toca viajar estoy ausente. Por eso trato de ser una mamá presente: hacer con ella las tareas, bañarla, hacerla dormir. Cuando viajo, está mi mamá, mi suegra y Martín, que, como trabaja de forma independiente, se puede organizar para relevarme. Juntos optamos por un sistema de crianza donde cuando yo no estoy, él está. Además, no tenemos nana puertas adentro y salimos poco en la semana porque el colegio nos queda lejos y nos tenemos que levantar muy temprano.

"El día en que Mario y Claudio no estén vivos yo tengo decidido qué hacer: no voy a continuar, porque siento que Los Jaivas son ellos. Todo lo que logramos es gracias a lo que ellos han hecho, a su presencia. No me pararía en el escenario sin ellos".

Pero parece no molestarte.

Mira, a mí me pasa una cosa. Por mucho tiempo yo no quería ser mamá, pero cuando decidí serlo fue para asumirlo completamente. Gocé tanto mi libertad, hice lo que quise sin responsabilidades de por medio, que ahora soy capaz de ser mamá. Creo que el problema de muchas mujeres es que como se adelantan en sus embarazos después no saben qué hacer con los niños, porque sienten que se están perdiendo de algo por estar con ellos. Yo no siento que me estoy perdiendo de nada. Es tan fuerte la exposición que tengo y me entrego tanto a la gente cuando estoy en actividad con Los Jaivas, que cuando estoy en mi casa no siento que me estoy perdiendo de nada. Al contrario, digo: "Qué rico estar con mi hija, qué rico estar en mi casa". Eso me llena mucho más que ir a un mall o a un café con las amigas.

¿Cómo has manejado el tema de la fama con tu hija Kayla?

Por la educación que tuve con Los Jaivas, por haber vivido en Francia, y por mi forma de ser, sé enfrentarme a este mundo. Pero esa fortaleza la tengo yo y no mi hija. Hace poco una compañera le dijo: "Oye, qué suerte tienes de que tu mamá sea famosa". O la misma Kayla me dice cuando viajamos: "Ay mamá, me encantan los hoteles elegantes". Me preocupa que vaya a creer que la vida es solo esto o que piense que nos merecemos un trato diferente. Quiero que tenga conciencia de que los supuestos lujos a los que a veces accedemos no son nuestra realidad y que hay que valorar muchas otras cosas en la vida.

¿Te pregunta por la historia de Los Jaivas?

Sí, muchas veces se sienta y me pide que le cuente historias de cuando era chica. Yo le cuento cómo fueron las cosas, cómo era mi vida, que yo vivía en otro país. Y también le hablo mucho de la realidad a la que ella, por el lugar donde vive, no puede ver, para que sepa que hay gente que no tiene nada, que lucha buscando lograr cosas pero se les hace muy difícil. Creo que es importante formarle su conciencia, porque es hija única, muy regalona y yo tengo una vida en la cual le podría dar la mayoría de las cosas que ella me pide. Pero, ¿cómo le explico que no puedo darle tanto para que ella valore lo que tiene?

DESPUÉS DE LOS JAIVAS

De los cinco Jaivas fundadores, hoy solo quedan dos en el escenario: Claudio Parra (67) y Mario Mutis (65). Eduardo Parra (69) dejó la banda en 2009 por problemas de salud. Hoy vive en París y está a cargo de la página web, de la revista online del grupo y, como el poeta que siempre fue -muchas de las letras de Los Jaivas son creaciones suyas–, sigue escribiendo.

"Siempre he sentido que venía a esto y pensar así me da la fuerza para sentirme convencida de lo que estoy haciendo. No he sentido la inquietud de hacer otras cosas, además de Los Jaivas".

Claudio y Mario van camino a los setenta y el cuerpo, supongo, les pasa la cuenta.

Es que Claudio y Mario tienen una pila increíble, parecen más jóvenes que nosotros. A mí me da vergüenza, porque a veces me quejo, y veo que ellos no. Son como hijos del rigor. Antes hacían todo ellos mismos: cargaban los instrumentos, manejaban los camiones, llegaban, montaban y tocaban. Desde hace varios años se les alivianó más la cosa, porque el sistema lo permite: tenemos plata para pagarle a gente que lo haga. Pero si tú ves en las nuevas generaciones, nadie está dispuesto a hacer el perraje. Creo que eso les falta a muchos jóvenes músicos: aprender a ser más humildes y darse cuenta de que las cosas cuestan.

¿Han frenado el ritmo de los ensayos y de las presentaciones?

No. Se adaptan a todo. En los festivales suelen pedirnos que cerremos, pero como son eternos de largos, terminamos tocando a la una de la mañana y acostándonos a las cuatro. Y a las ocho te estás levantando porque tienes que tomar el otro avión. Entonces yo alego. Pero Claudio y Mario no dicen ninguna palabra.

Has hecho toda tu carrera dentro de Los Jaivas. ¿No has sentido ganas de tener un proyecto propio?

Siempre he sentido que venía a esto y pensar así me da la fuerza de sentirme convencida de lo que estoy haciendo.  Aunque armé el grupo Besos con Lengua con dos amigas –Colombina Parra y Ximena Cubillos-,  sé que es un proyecto que puedo retomar en cualquier momento. No he sentido la inquietud de hacer otras cosas ni la ansiedad de querer hacer más. No sé si es bueno o es malo, pero me permite disfrutar del ahora con calma.

¿Cuál es la proyección, considerando que los miembros originales ya son mayores?

No me pongo a pensar en qué voy a estar haciendo en 10 años más, pero sí he pensado en qué va a pasar cuando Mario y Claudio no estén vivos. Y lo tengo decidido: no voy a continuar, porque siento que Los Jaivas son ellos. Todo lo que logramos es gracias a lo que ellos han hecho, a su presencia. Para mí sería una farsa si no están. No me pararía en el escenario sin ellos, tratando de atribuirme sus cosas, continuando con la nueva generación, ni trataría de perpetuar un eterno Jaiva, preparando a mi hija para que en un futuro se sume. No. Si Claudio y Mario no están más, ni Eduardo vuelve al escenario, para mí Los Jaivas terminan ahí.

¿Y qué te imaginas qué pasará entonces?

No vivo pensando en eso, pero siento que se me abrirán otras posibilidades: dejar de tocar, que sería lo más raro, tocar con otros músicos, hasta irme a vivir a otro país. No me angustia el futuro. Además, tengo el ejemplo de estos súper tíos. Puedo estar hasta los 80 años haciendo cosas.

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