¿Qué hacer cuando nuestros hijos pelean?




¿Debemos evitar las peleas entre nuestros hijos/as? ¿Cómo es correcto intervenir? Sin duda esas son algunas de las preguntas que todos los padres y madres con más de un hijo hemos enfrentado cuando vemos peleas entre hermanos/as. Son momentos que generan estrés al interior de la familia y que muchas veces no sabemos cómo intervenir y en los que generalmente tratamos de que la discusión o enfrentamiento termine. Pero, ¿está bien esto?

Los seres humanos somos sujetos que requerimos de los otros para nuestra propia construcción de identidad. Es en las interacciones interpersonales que aprendemos a desarrollar habilidades como la empatía, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la justicia o la asertividad, entre muchas más. Y ahí la familia es la primera aproximación a los vínculos, afectos y relaciones interpersonales, nuestra principal fuente de experiencia de intercambio con otros que marcará nuestra manera de relacionarnos en el futuro con nuestros amigos, amigas, profesores, jefes, compañeros de trabajos, parejas, etc.

Con la familia es quienes aprenderemos los primeros códigos sociales y es a través de ellos que se nos devolverá una mirada que impactará en nuestra conformación de identidad. Con ellos aprenderemos nuestras primeras habilidades relacionales por lo que el sistema fraterno es fundamental: nuestros hermanos/as son nuestros primeros pares, es con ellos/as que podremos aprender sobre el compañerismo, la generosidad, a conversar, discutir y debatir.

No es raro que cuando nuestros hijos discuten o directamente pelean nos pongamos nerviosos y que por eso, en muchas ocasiones, tratemos de intervenir, de poner orden o intentar que paren el enfrentamiento muchas veces amenazando con castigarlos si siguen y/o defendiendo a uno más que otro sin siquiera haber sido testigo de cómo comenzó todo, algo que puede agravar el problema. Y más que eso, esos métodos pueden frenar el proceso de aprendizaje de la comunicación, asertividad y negociación.

¿Cómo aprender estas habilidades si no las practicamos o no nos vemos enfrentados a una tensión/conflicto? Lo primero que debemos hacer es tener muy presente la edad de nuestros hijos, su personalidad y carácter. Y es que todo eso influirá en la causa, desarrollo y manera de enfrentar el conflicto; así como también los propios modelos que nosotros, sus padres, le hemos entregado con nuestro ejemplo, cuando nos ven discutir o enfrentar un momento de tensión con nuestra pareja, un familiar, amigos o con desconocidos. Nuestros hijos integrarán nuestras propias formas de resolución, algo que nos puede servir para regularnos y manejar de mejor manera cuando nos enfrentamos a un conflicto, ya que así también seremos mejores ejemplos para ellos/as

Pueden haber hermanos/as que discutan mucho y en quienes observemos ciertas dificultades para relacionarse y es importante evaluarlo y ver si requieren de una ayuda terapéutica. Sin embargo, aunque en ciertas edades se darán menos, hay que saber que es muy normal y esperable que ocurran.

Como papás y mamás es recomendable esperar que ellos/as logren resolver sus conflictos, que busquen una manera de expresarse y llegar a acuerdos. Y si bien los niños/as esperan que nosotros intervengamos y casi siempre nos terminan llamando o acusando al otro para que realicemos un dictamen como juez, posición que nos dejará frente a uno como justo y frente al otro como injusto. De ahí vienen las típicas frases “siempre le encuentras la razón a ella”, “lo defiendes porque es más chico”, “a mi siempre me castigas”.

No quiero decir que nunca debemos intervenir, pero es importante tolerar sus discusiones para entregar un espacio donde ellos puedan desplegar de manera autónoma sus habilidades de comunicación, entregándoles el mensaje de que confiamos que son capaces de conversar, dialogar, empatizar, negociar y llegar acuerdos. Con los niños más pequeños, que no tienen todavía un completo desarrollo del lenguaje, uno puede ayudarlos a calmarse y a nombrar qué es lo que sienten y necesitan, enseñándoles maneras para lograrlo, como darles el turno a cada uno/a para que puedan expresarse y escucharse.

Es muy positivo que los niños sientan que los padres y madres somos mediadores y guías que los ayudamos a generar estrategias para solucionar sus problemas, pero que no somos nosotros quienes debemos resolverlo. En el caso que haya violencia física y verbal, es importante que como cuidadores podamos expresar que eso no es permitido, que tienen que tranquilizarse, pensar e identificar qué les pasa y luego volver a conversar. Es vital traspasar la idea de que la violencia no es un método sano y efectivo de resolución de conflicto. Los niños que tienden a agredir físicamente, muchas veces puede ser por impulsividad o también por reprimir sus emociones hasta finalmente explotar.

Acá algunas acciones que pueden ayudar al aprendizaje de resolución de conflictos:

-Enseñarles desde pequeños a buscar acuerdos escuchando a las otras personas.

-Mostrar que los otros también tienen necesidades y que no siempre se pueden satisfacer solamente las propias.

-Desarrollar la paciencia en los niños, que aprendan a esperar sus turnos, a esperar una satisfacción, esperar un programa de televisión, entre otras cosas.

-Reconocer y validar las emociones. No criticar a nuestras/os hijas/os por sus emociones. -Evitar frases como “siempre te enojas”, " te pones tan insoportable”, “de nuevo vas a llorar”.

-Evitar criticar su carácter o personalidad En ciertas ocasiones uno puede caer en frases como “es que tienes un carácter tan fuerte”, “eres muy inquieto”, “nunca dices lo que te pasa”. Con esto no quiero decir que no podamos reflexionar con nuestros hijos sobre aquellas características que pueden mejorar, pero en el momento de una discusión, culpar a su carácter es frustrante para ellos ya que no tienen cómo cambiarlo. Es mejor buscar en conjunto estrategias que le permitan llegar a resolver conflictos teniendo presente su temperamento y/o personalidad.

-Expresar la importancia de estar calmada/o para poder iniciar un diálogo. Si comienzan un intercambio de ideas inundados por la emoción, probablemente no podrán acoger lo que la otra persona siente y piensa.

-Enseñarles que lo asertivo en una discusión es expresar qué es lo que le pasa a cada uno más que criticar al otro. Por ejemplo “me cuesta concentrarme con ruido” en vez de “siempre estás gritando”.

-Reflexionar sobre las dificultades que cada uno tiene para resolver conflictos e invitarlos a trabajar en ellas.

-Evitar ser jueces, culpándolos/as o defendiendolos/as.

-Enseñarles la importancia de pedir perdón y perdonar pero no como una acción automática, sino como un valor humano que dignifica y permite aprender de nuestros errores, creciendo como persona.

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