Stealthing: cuando un hombre se quita el condón sin consentimiento




Hace dos años Constanza (24) –quiso resguardar su apellido– tuvo sexo con un hombre que se movía en su mismo círculo social. No eran amigos, pero sí conocidos. “Lo invité a casa y empezamos a darnos besos. Al rato le pregunté si tenía condón, me dijo que no, pero como a mí me quedaba uno, se lo pasé. Cuando lo hice, me sugirió que podíamos hacerlo sin preservativo, pero me negué”, recuerda. Cuenta que cuando empezó el acto sexual él se detenía continuamente “para arreglarse el condón”. “Yo estaba de espalda a él, entonces, como no lo veía, en un par de ocasiones le pregunté si se lo había quitado y me dijo que no, sin embargo una vez que terminamos me acosté boca arriba y sentí algo en la espalda. Era el condón”.

Constanza quedó helada. “Recuerdo que cuando le pregunté qué pasó, el tipo se rió y me dijo: ‘¡Chuta! Se me salió y no me di cuenta”. Sentí miedo y asco. Le pregunté cuánto rato habíamos estado haciéndolo sin condón y me contestó que no sabía. Cuando le pedí que me dijera si se había hecho exámenes en el último tiempo y si en general era cuidadoso, se puso agresivo y me hizo sentir exagerada. Me dijo que si él tuviera alguna infección, obviamente se hubiera detenido. Incluso remató diciendo que le ofendía que dudara de él”, cuenta Constanza. Confiesa que no supo qué decir, así que le pidió que se fuera. Al salir, él le dijo que no se preocupara, que no iba a pasar nada y le prometió que la próxima vez se dejaría el condón puesto. Obviamente para ella no hubo una siguiente vez. Por su historia personal Constanza es una persona a la que le cuesta confiar, y eso terminó engrosando la lista de experiencias que la alejan de esa posibilidad.

Al rato llamó a una amiga y le contó. No se sorprendió tanto como Constanza había imaginado, incluso le dijo que quizás había exagerado un poco. Esto la hizo convencerse de que no era para tanto y no siguió contando su experiencia. Pero hace un par de semanas, navegando en redes sociales, se encontró con un titular que decía: “Quitarse el condón sin consentimiento es un ataque sexual en Alemania”. Esto la hizo revivir su experiencia, recordar cómo se sintió y también darse cuenta de que no había exagerado, que la vulnerabilidad que sintió ese día es válida y se alegró al pensar que –aunque la noticia era del otro lado del mundo– al menos se empezaba a visibilizar.

La noticia que refiere Constanza es una que publicó el portal alemán DW News a mediados de marzo, en donde cuentan que los jueces del Tribunal Regional Superior de Schleswig-Holstein dictaminaron que si un hombre se quita el condón a escondidas durante las relaciones sexuales, aunque su pareja haya dado consentimiento expreso para el acto solo con tal protección, está cometiendo un ataque sexual. Según el tribunal, la víctima había señalado previamente al acusado, en repetidas ocasiones, que solo deseaba tener relaciones sexuales con condón. En 2020, el tribunal del distrito no consideró que la conducta del hombre fuera criminal y absolvió al acusado. Sin embargo, esta vez, los jueces llegaron a una conclusión diferente: Si una víctima declara antes de la relación sexual que solo la acepta con condón, la penetración sin protección puede ser punible como agresión sexual, incluso si la víctima no nota la falta de condón durante la relación sexual.

El hecho se transformó en un hito mundial para el Stealthing, como se le conoce a la práctica de quitarse sin consentimiento el condón durante el sexo. Y aunque no existen cifras que demuestran qué tan común es esta (mala) costumbre, –porque en muchos países no es considerado un delito y entonces no se denuncia– un estudio llevado a cabo en Australia reveló que el 18% de las participantes habían denunciado esta práctica a la policía. “Quitarse el condón furtivamente no solo puede tener consecuencias físicas; como la contracción de ITS o embarazos no deseados, sino también psicológicas, como el sentimiento de vergüenza o culpa”, dice el informe.

La abogada y Directora Ejecutiva de Miles Chile, Javiera Canales, cuenta que el fallo alemán no es el primero a nivel mundial, sino que hubo otro en el año 2010 en Suiza. “Como en estos países está regulado el consentimiento, se establece que éste está sujeto a una condición que es el uso del preservativo. Por tanto al sacarse secretamente el condón, lo que se hace es que el consentimiento se anula”, explica. Agrega que en estos casos, una cosa es la tipificación del delito y otra es el estándar de convicción probatoria. “En esos países hay un estándar de convicción probatoria distinto al nuestro. Acá no existe una perspectiva de género en la valoración de las pruebas y por tanto queda a criterio de los jueces. Lo que ocurre en esos países donde hay una regulación respecto de la valoración de la prueba, por ejemplo, es que la declaración de la víctima puede ser valorada de una forma mayor que otra prueba. Acá en Chile la declaración de la víctima vale lo mismo que otra prueba como un testigo”, explica.

En ese sentido, Javiera dice que desafortunadamente nuestro código penal vigente en materia de delitos sexuales está muy detrás de los estándares internacionales. “Son importantes los tipos penales, pero también la valoración que se les da a las pruebas, porque este tipo de delitos ocurren en la privacidad de los hogares, donde no hay testigos y donde el cuerpo y la mente de la víctima es lo único que está sujeto a pericia. Y eso ocurre porque en nuestro país no hay regulación sobre el consentimiento”.

Aun así, experiencias como la de Alemania o Suiza, ayudan a visibilizar que hay ciertas prácticas que, aunque no exista una norma legal, por acuerdo social no debieran estar permitidas. “Violencia sexual es cualquier cosa que nos incomode, que nos haga sentir agredidas, más allá de lo que señale el código penal porque desafortunadamente estamos muy desactualizados. Y porque tampoco todo puede ser delito, esto va de la mano de la educación sexual integral y el reconocimiento de la otra persona como un ser capaz de decidir lo que quiere o no, en cualquier momento”, concluye Javiera.

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