Una enfermedad cambió mi forma de amar




“Era junio de 2019, venía saliendo de dos duelos: la muerte de mi padre y el fin de una relación amorosa. Nunca sentí nada, ni dolor ni cambios en mi cuerpo. Me hacía los exámenes todos los años y ese año no fue la excepción. Al momento de hacerme la mamografía, inmediatamente la doctora observó algo que no se veía bien y me lo comunicó.

Ese proceso lo viví sola, sin mis padres (ambos fallecidos) y sin pareja, puesto que después de decirme que me quería muchísimo, decidió volver con su ex. Fue duro, me sentí abandonada por parte de mi pareja, sin embargo, esa era mi realidad y sentí que debía ser más fuerte que nunca.

Siempre se dice que todo pasa por algo y en reemplazo de mi pareja, se creó una red de apoyo maravillosa, de la que siempre estaré infinitamente agradecida. Algunas amistades se fortalecieron más, otras nacieron en ese minuto, y otras sólo estuvieron ahí apoyándome y después nunca supe más de ellas. Pero con todas, me sentí súper “apapachada”.

Un día, mientras estaba en quimioterapia, pensé ¿qué voy a sacar en limpio de todo ésto?, ¿cuál es el mensaje oculto? Una de las respuestas tuvo que ver con mi manera de amar y ver mis relaciones de pareja. Fue el momento de evaluar qué es lo que venía haciendo bien y mal en ese aspecto.

Aprendí a cuidarme, a poner límites a mis parejas, a no ser muy condescendiente, a pensar más en mí por sobretodas las cosas, a decir que no; a alejarme de quienes puede ser buena persona pero no me aportan y no me hacen bien, porque es bien cierto el dicho: más vale sola que mal acompañada y la codependencia emocional en materia amorosa y de pareja, nunca es buena. Una tiene que ser capaz de tener vida propia, con sus hobbies, espacios de soledad y de introspección, porque las parejas en la vida pasan, nada es eterno, pero tu vida es una sola. Y ya sea sola o acompañada debes seguir adelante.

En definitiva, aprendí a quererme y a respetarme mucho más. Y a buscar más bien a un partner, un compañero de vida, y no ser la mamá, ni enfermera, ni psicóloga o “salvadora” de un hombre”.

Paula Montes, es abogada y periodista.

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