La ropa vintage vive un nuevo auge gracias a las ventas en línea

Stephanie Truan y María Ignacia Cartoni, fundadoras de Market People.

Hoy la industria de la ropa de segunda mano se ha reinventado a través de tiendas en línea que ofrecen vestuario exclusivo e incluso -previo pago de un despacho- probarse las prendas en casa. Según varias marcas, la pandemia ayudó, aunque también puso el desafío generar confianza para que los clientes se atrevieran a comprar.


Pasar horas buscando entre cerros de ropa era una actividad usual para los entusiastas de la ropa de segunda mano. Por lo mismo, parecía insospechado que una experiencia tan ligada a lo presencial pudiera ser trasladada hacia una plataforma online y sumarse al boom del e-commerce. Pero pasó, y cada vez toma más fuerza.

El salto de la venta de la ropa usada a internet también viene acompañado por una reivindicación paulatina de la actividad. Hoy, comprar productos que ya han sido reutilizado no es solo una alternativa más económica, sino que también es ecológica.

“Comprar ropa vintage es hacer una compra consciente, dándole una segunda vida a algo y fomentando una moda circular”, dice Javiera Estay, fundadora de Distrito Vintage, tienda que funciona desde 2012 y que hoy está activa a nivel presencial y online.

Estay destaca, además, que la ropa de segunda mano también ha ganado terreno gracias a que hoy se reconoce como una posibilidad de acceder a prendas difíciles de encontrar, de marcas reconocidas y que muchas veces tienen una mayor calidad ya que fueron confeccionadas en épocas donde el fast fashion no era una realidad.

La tienda presencial de Distrito Vintage era su principal vía de ventas antes de la pandemia.

Vuelta al origen

Lo que ha pasado en los diez años de existencia de Distrito Vintage puede servir como una buena analogía sobre cómo ha avanzado la industria de las prendas de segunda mano. Por razones económicas, su creadora, Javiera Estay, siempre fue una buena compradora de ropa usada, hasta que en un momento comenzó a revender algunos productos que encontraba, pero que no eran de su talla.

Fue así como se aventuró a crear su propia tienda. En un principio, creó una página en Facebook, la plataforma de moda por ese entonces. A medida que fue creciendo se decidió a abrir un local presencial, ubicado hasta el día de hoy en el barrio Bellas Artes.

El negocio funcionaba a la perfección hasta que llegó la pandemia, que puso en crisis la manera en que operaba la tienda. “Nos apenamos mucho, porque teníamos la venta online como vitrina, pero la principal vía de venta era presencial en el showroom, donde las personas se podían probar al ropa”, cuenta Estay.

Fue el momento donde decidieron apostar todas sus fichas al negocio virtual. Siguieron funcionando a través de redes sociales, pero también crearon una página web habilitada como tienda online.

“Nos fue increíblemente bien, las ventas se dispararon, en cinco minutos agotábamos stock de 200 prendas. Fue una locura. Nos dimos cuenta de que la gente se atrevía a comprar online”, dice Estay.

La fundadora de Distrito Vintage considera que hay varias razones para el éxito de su salto a la web. Obviamente las cuarentenas ayudaron a que todo el comercio pasara a lo virtual, pero esto también ayudó a que el público objetivo se expandiera. “En internet no hay fronteras”, dice y cuenta que no solo ha hecho ventas a todo Chile, sino que también al extranjero.

Construir confianza

Daniela Estay señala que una de sus principios para que los clientes se atrevan a comprar ropa de segunda mano por internet es la transparencia: entregarles todos los detalles de cómo están las prendas.

Precisamente, el desafío de generar seguridad en los consumidores fue el mismo que se plantearon María Ignacia Cartoni y Stephanie Truan cuando comenzaron a pensar en Market People, hace cinco años.

Ambas se conocieron viviendo en Miami, donde exploraron a fondo lo que estaba pasando en el mercado de segunda mano en Estados Unidos y lo mucho que estaba creciendo como alternativa de moda sostenible.

Market People se ha asociado con personalidades e influencers para que pongan en venta productos de su clóset. Ahora tienen una colección especial de productos de Virginia Demaria.

El concepto de la tienda era vender ropa de marcas conocidas con una curatoría muy selectiva que garantizara solo prendas en perfecto estado. La tienda se inauguró cuando la pandemia ya había llegado, por lo que fue pensada como una plataforma online.

“Hoy el ahorro de tiempo es fundamental y cuando tienes sitios de segunda mano bien organizados, con filtros y con una buena curatoría, selección y presentación se hace más fácil para el cliente”, dice Stephanie Truan y agrega: “Nos benefició demasiado la pandemia, porque la gente estaba mucho más abierta, el negocio online creció de forma exponencial, personas que no compraban online se atrevieron”.

En busca de diferenciarse, Market People ha instaurado varias iniciativas llamativas. Por ejemplo, tiene la modalidad Try On para clientes en la Región Metropolitana, que pagando un despacho pueden pedir una serie de prendas para probárselas sin compromiso y comprar solo las que les gusten.

También, al igual que otras tiendas, se han asociado con personalidades e influencers para que pongan en venta productos de su clóset. Por ejemplo, actualmente en su página web figura una colección especial de productos de Virginia Demaria.

Durante la pandemia, además, realizaron múltiples lives de Instagram para dar a conocer algunos de los productos de su catálogo y explicar por qué valían lo que valían. “La gente empezó a agarrar confianza. Hicimos una comunidad y humanizamos la marca”, explica Ignacia Cartoni.

Lujo de segunda mano

Al igual que los dos casos anteriores, Placard también inauguró su tienda virtual durante el 2020. Antes de la llegada de la pandemia habían decidido lanzarla en abril de ese año y la contingencia hizo que terminara siendo una muy buena decisión.

“La pandemia fue una oportunidad de abrirnos a un publico que presencialmente no teníamos, una forma de comunicar en tiempos de encierro”, explica Constanza Gutiérrez, su fundadora.

"De segunda mano y de lujo" es el lema de Placard. Por eso, en su catálogo se pueden encontrar prendas y accesorios de marcas exclusivas como Hermès.

De todos modos, en ese entonces la marca ya se había posicionado en su rubro, vender ropa de lujo de segunda mano. Habían realizado numerosas ventas en galerías de artes y se habían asociado con la multitienda Paris para vender a través de su sitio web.

Según Gutiérrez, una idea como la de Placard puede potenciarse mucho de la mano de internet. “Nuestra propuesta es una selección supercuidada, y en ese aspecto internet es una plataforma en donde toda la producción y la estética de la marca se ven reflejadas. Es un desafío constante ir adaptándose y proponiendo a un cliente superconectado”, cierra.

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