Política

Jorge Correa Sutil, abogado constitucionalista: "Una nueva Constitución escrita por el actual Congreso difícilmente tendría la aceptación social necesaria"

El exsubsecretario de Interior y exministro del Tribunal Constitucional señala que el método que se defina para el futuro debate constitucional es tan importante como el contenido de la nueva Constitución.

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En menos de 24 horas, el gobierno pasó de hablar de hacer reformas profundas a la Constitución a impulsar un debate constitucional que incluya una propuesta de cambio de la carta magna que pueda derivar, incluso, en una nueva carta fundamental. ¿Cómo interpreta los dichos del ministro Blumel?

Cuando toda la oposición pide un cambio de la Constitución y no solo cambios a la Constitución, y el presidente de RN, el de Evópoli y finalmente el ministro del Interior, dicen estar abiertos a ello, nos guste o no, me parece que se abrieron las compuertas. El que intente detener las aguas va a ser arrastrado. No creo que el Presidente tenga otra opción que navegar en esa corriente y tratar de encausarla.

¿Es importante el método que se defina para una nueva Constitución?

Muy importante. El método ayudará a que podamos deliberar y concordar, reconocernos como país o demostrar que no tenemos capacidad de ser uno. Tanto o más importante es con qué Constitución terminemos. La tarea es delicadísima, pues parte no menor de la suerte de cada país se juega en la cultura y en el texto de la Constitución. El método, de nuevo, condiciona el resultado. Si la embarramos, si el proceso consiste en otro club de la pelea que se tira maniqueamente consignas por la cabeza y sube la tensión, sin arribar a acuerdos; si terminamos sin una Constitución o con una peor, podemos anotar la fecha como aquella en que "se jodió Chile".

Vamos a los métodos. ¿Cuál es la diferencia entre congreso, convención y asamblea constituyente?

No tienen definición jurídica vinculante. Son lo que definamos. En general, por congreso constituyente entendemos que es el Presidente y el Congreso, este último adoptando acuerdos por 2/3 o 3/5, según el capítulo de la Constitución. Por asamblea constituyente, un órgano nuevo llamado únicamente a elaborar el texto de la Constitución. Convención generalmente designa un nuevo órgano, llamado también a elaborar una nueva Constitución, en parte designado por el Congreso y en parte elegido.

Da la impresión que el gobierno aún no tiene claro hasta dónde está dispuesto a llegar con el debate constitucional...

Me parece percibir que el gobierno, más que poco claro, está tensionado entre posiciones diversas. El Presidente resuelve y no tiene mucho tiempo.

¿El actual Congreso tiene la legitimidad ante los ojos de la ciudadanía para ser el órgano donde se debate y redacte una nueva Constitución?

Es un juicio de realidad. Yo diría que una nueva Constitución escrita por el actual Congreso difícilmente tendría la aceptación social necesaria. Si vamos a ir a una nueva Constitución es para que la política escurra por sus cauces en los próximos 30 o 50 años y no para seguir discutiendo acerca de ella. Sin embargo, yo no despreciaría que algunos parlamentarios integren el nuevo órgano constituyente. Ellos reúnen dos características esenciales: la primera es experiencia política. Hacer constituciones no es una tarea académica ni de dirigentes sociales. Es una tarea eminentemente política. La segunda es que los parlamentarios buscan su reelección y pertenecen a partidos que permanecen. Es riesgosa una asamblea o convención de personas que nunca más se presentarán a una elección popular, que no responden ante nadie.

¿En el caso de una convención constituyente cómo se debiera elegir a los ciudadanos que integrarán esa instancia y qué porcentaje sería adecuado para dar legitimidad al proceso?

En el caso de una convención o asamblea, tan solo el Poder Constituyente actual, el Presidente y el Congreso, por 2/3 en cada Cámara, tienen legitimidad democrática para decidirlo. Si quieren plebiscitar la fórmula una vez elaborada, bien. Lo creo innecesario si se van a elegir. ¿Qué fórmula podrían decidir? La que les parezca. Espero sea la de una elección directa, secreta e informada para elegir a todos y a cada uno de los constituyentes. La idea de integrar líderes sociales o gremiales o intelectuales designados por universidades se llama fascismo, no democracia. Si nos reconocemos iguales, no hay otro método que el voto. Esa decisión, de cómo elegimos los asambleístas o la cuota de convencionales electos debe estar clara antes de cualquier plebiscito. Preguntar vaguedades, como se proponen los alcaldes, me parece un error. Solo con preguntas precisas la gente sabrá lo que vota y se evita la manipulación posterior de lo resuelto.

¿Qué aspectos deben modificarse en la Constitución para tener un texto fundamental que acoja las demandas ciudadanas por cambios estructurales?

Es el debate que vendrá después. Yo tengo mis consignas: entrémosle a la Constitución con goma y no con lápiz. Más democracia, menos Constitución. La derecha partió con el truco de tutelar la democracia. Primero fue la tutela militar, luego, la del Estado subsidiario, que no está en el texto de la Constitución, pero sí en la sobreinterpretación de mis colegas constitucionalistas de derecha que se creen con autoridad para tutelar a las mayorías. Ahora algunos en el centro y en la izquierda quieren tutelarla, pero con diverso signo, unos con Estado benefactor y otros socialista. Yo prefiero la democracia. Los modelos económico sociales los definimos por mayoría votando periódicamente, sin tutela constitucional ni de constitucionalistas. Para la política ordinaria, más urnas y menos fallos.

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