Racionamiento de agua: consejos y productos para un consumo más eficiente en el hogar

Ilustración: César Mejías

Aunque el sector residencial no es el que más agua usa en el país, nuestro consumo per cápita es el mayor de Sudamérica. Lo peor: un alto porcentaje del recurso en las viviendas se pierde o mal utiliza, agravando su escasez. Por suerte, hay especialistas dispuestos a guiarnos para cuidar este elemento como también el bolsillo.




A pesar del par de semanas de intensas lluvias que hemos tenido estos últimos meses, los pronósticos sobre la crisis hídrica no son los mejores. El cambio climático ha llevado a una constante disminución de las precipitaciones en el territorio nacional. La Dirección Meteorológica de Chile estima que la tendencia continuará entre el año 2030 y 2059; también disminuirían las temperaturas mínimas y aumentarían las máximas en ciertos sectores.

Desde la Universidad de Chile identifican dos amenazas que nublan aún más el futuro. Una tiene relación a la ubicación geográfica del país, la que cumple con siete de los nueve criterios de vulnerabilidad establecidos por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). La segunda tiene relación con los datos expuestos por el World Resource Institute, que sostiene que la nuestra es la nación de Latinoamérica con “la mayor probabilidad de enfrentar una disminución en el suministro de agua hacia el 2040”. A ello se suma el pronóstico del Escenario Hídrico 2030, una iniciativa de Fundación Chile, que asegura que el país es uno de los 30 del mundo con mayor riesgo hídrico para 2025.

Foto: Hernán Contreras.

Una amenaza nada nueva

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés) estima que el 40% de la población mundial está afectada por la escasez de agua y proyecta que 700 millones de personas podrían llegar a desplazarse de aquí al 2030 a causa de este problema.

“Es un problema globalizado, que está gobernado sobre todo por el cambio climático, un fenómeno que deriva de la actividad humana y el incremento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera”, explica Francisco Correa, doctor en Ciencias Ambientales y académico de la Universidad Autónoma. Hoy son varios los factores —los denominados multiestresores— que amenazan con agravar la crisis. Al cambio climático se suman el incremento de la población mundial y la intensificación de la actividad humana en los distintos territorios.

“A medida que más personas habitan este planeta, más recursos se necesitan: más alimento, más casas, más ropa, más carreteras. Todo eso que fabricamos, la base de nuestra vida, está directa e indirectamente ligado a la extracción y la transformación de los recursos naturales”, apunta Correa.

Lo anterior lleva a recordar a uno de los padres de la economía ecológica, el matemático, estadístico y economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen, quien hace cincuenta años advertía sobre el aumento desproporcionado de la población mundial y el uso indiscriminado de los recursos. “Es imposible un crecimiento exponencial indefinido en un medio ambiente que es finito”, señalaba.

La primera evaluación exhaustiva de los efectos que el aumento del dióxido de carbono genera en el medio ambiente llegó de la mano del Informe Charney, en 1979, publicado por el MIT. Ahí estimaron que “el calentamiento global más probable al duplicar las emisiones de CO₂ estará cerca de 3℃, con un margen de error de 1,5 ℃”. El informe pasó más bien desapercibido.

Las consecuencias de esta conducta negligente se reflejaron el año pasado, en el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), un nuevo reporte de 3.500 páginas. Elaborado por 234 científicos de todo el mundo, se establece que la cuenta regresiva para evitar un cambio climático peligroso para la humanidad está en cero, y que el calentamiento de la Tierra es tal que fenómenos como las sequías, que antes ocurrían en lapsos aproximados de diez años, ocurren ahora con un 70% más de frecuencia.

Más consecuencias

¿Por qué ha costado tanto entender el problema y generar conciencia? Para Francisco Correa, porque el fenómeno no nos había afectado de manera aguda. “Siempre fue un problema crónico que no notamos. Ante una helada o una ola de calor, nos abrigamos o refrescamos un poco más, pero con el tiempo los efectos se nos están haciendo cada vez más perceptibles. Estamos viendo cómo todo está cambiando y le estamos empezando a dar importancia, porque además está afectando nuestro bolsillo”.

Pese a todo esto, el sector residencial está lejos de ser el que más utiliza el agua disponible en el país. Según Escenarios Hídricos 2030, el principal consumidor es el sector agrícola, con un 88%, mientras que el de hogares es de sólo un 6,3%, y en la minería de 3,8%.

Correa dice que la agricultura no es un problema en sí misma; de hecho, ofrece un “beneficio tremendo, ya que nos permite alimentarnos día a día”. Sin embargo, es “la forma en la que se desarrolla la que ya no es compatible con el resto de las actividades”. Si se quiere atacar el problema, “lo más razonable es que quienes más consumen y quienes más obtienen beneficios de ese consumo, como la industrias ganaderas, agrícolas y forestales, sean quienes tengan que invertir para optimizar los procesos. Si el sector agrícola disminuye en un 10% el uso de agua ya estaría liberando recursos suficientes para abastecer de agua potable a toda la población nacional”.

Correa lleva adelante un proyecto donde mide la vulnerabilidad y el riesgo hídrico ante fenómenos climáticos extremos en el río Claro, en la Región del Maule, y asegura que es cada vez más difícil encontrar una fuente hídrica en estado natural. “Va a llegar un punto en que la agricultura no podrá sacar agua del río para regar sus hortalizas, porque la calidad no va a ser la adecuada. Sino que va a tener que hacerle un tratamiento previo. Imagina los costos que vamos a tener que asumir los consumidores, además, como responsables del deterioro del recurso”, agrega.

En el hogar: algunos consejos

Pese a que el consumo humano no representa más de un 10% de la utilización del agua, no hay que confundirse: debemos ser más responsables con su cuidado. Las cifras demuestran que en el país se consumen cerca de 175 litros per cápita al día, lo que supera la media de cualquier otro país de la región. “Hay que reducir al menos en un 30% el consumo para llegar recién a los niveles de Europa”, dice Daniel Mora, académico de la carrera de Ingeniería Civil en Obras Civiles de la Universidad de Talca.

Hacer más eficiente el consumo de agua en el hogar no es tan complejo ni tan caro como podría parecer. Además de las duchas de cinco minutos, que se suelen promover, hay otros detalles que marcan diferencia. Por ejemplo, una llave mal cerrada o con deficiencias que provocan goteras puede llevar a desperdiciar hasta 40 litros diarios, según Mora.

Las fugas de agua son un problema tan común como invisible. De hecho, el académico de la Universidad de Talca comenta que entre las plantas distribuidoras y los hogares se pierde hasta el 40% del suministro. “Las instalaciones hidráulicas no son nuevas, están muy deterioradas en ciertos sectores, pero es muy difícil localizar esos problemas”.

En casa se da algo similar: las pérdidas de agua pueden generar un sobreconsumo enorme, sin que uno lo note hasta que llega la boleta del servicio. Para detectar si existe una fuga, Mora recomienda cerrar bien todos los grifos y observar el comportamiento del circuito más pequeño del medidor. “Si a pesar de eso éste se mueve, es que hay una fuga”, dice. Ahí se debe proceder a cerrar las llaves generales de todos los cuartos húmedos. Posteriormente abrirlos uno a uno, para ver cuál es el que está generando una fuga en la instalación.

El mayor problema en casa, dice Mora, es que no sólo no reutilizamos el agua, sino que además mal utilizamos el agua potable. En el baño, por ejemplo, se pueden tomar medidas específicas de reutilización.

“El inodoro no tendría por qué ocupar agua potable. Se podría ocupar el agua lluvia o reutilizar el agua de la ducha”. Asimismo, se puede optar por cambiar el inodoro tradicional por uno de doble descarga, que permite utilizar más o menos litros de agua según sea la necesidad. O, de estar con la billetera apretada, se puede introducir una botella plástica llena en el estanque, que ocupe volumen y asegure un menor gasto del recurso cada vez que se tira la cadena.

Inodoro con doble descarga Agne Vessanti 30 cm


Quienes tengan jardín también pueden regar reutilizando aguas residuales — las grises— previo tratamiento. “Se puede ahorrar entre un 10 y 15% del consumo”, afirma Mora. Francisco Correa dice que otra alternativa es instalar sistemas de regadío por goteo, como los que se ocupan en el sector agrícola. De todas formas, es partidario de olvidarse de los patios verdes y, en cambio, “permitir que crezcan las plantas nativas de cada territorio. Debemos avanzar hacia un modelo que se relacione más con las características naturales del territorio que habitamos y no con las de modelos norteamericanos y europeos, con mucho césped”.

Mango de ducha NIBSA (ahorra hasta un 50% de agua)

Otros detalles que marcan diferencias: colocar aireadores en los grifos de agua, tanto de ducha, lavamanos y lavaplatos, que permiten ahorrar hasta un 50% “y sin que se note que sale menos agua”, asegura Correa. Mora dice que, además, son muy baratos y fáciles de instalar.

Set de aireadores para baño y cocina Stretto


Los electrodomésticos, por otra parte, son también grandes consumidores de agua, en especial los más antiguos. “Las lavadoras y lavavajillas menos eficientes pueden estar consumiendo fácilmente un 35% más de agua que los nuevos equipos”, expone Mora. En lo posible, su llamado es a invertir en nuevos equipos que apunten hacia la eficiencia.

Por ejemplo, los nuevos modelos de Fensa mejoraron su clasificación de eficiencia energética a clase A, al ofrecer líneas de lavadoras con ahorro de hasta el 40% de agua y de energía, y lavavajillas que llegan a consumir sólo 7 litros del recurso. Más allá de estos productos específicos, Juan Bustos, local category manager de Electrolux —marca que agrupa a Fensa, Mademsa y Somela— recomienda a quienes tienen electrodomésticos tradicionales “a seleccionar siempre el programa correspondiente al tipo de prendas a lavar, con un nivel de agua acorde con la cantidad de prendas a lavar, y utilizar programas hipoalergénicos o para manchas solo cuando sea estrictamente necesario”.

Lavadora Fensa Premium Care Pro 21X 21 kg


*Los precios de los productos están actualizados al 24 de enero de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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