¿Vas a Lollapalooza (u otro concierto o festival)? Sigue estos consejos para reducir el riesgo de contagio

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Si se va a cantar a todo pulmón, que sea con mascarilla. Foto: Marcelo Segura (AGENCIAUNO).

Este fin de semana se llevará a cabo uno de los eventos musicales más esperados, tanto por el público como por la industria. ¿Qué tan seguro en términos de contagio será estar cantando junto a decenas de miles de personas? Epidemiólogos dan sus recomendaciones para minimizar el riesgo.




Tras dos años de cancelaciones y mucho suspenso, regresa Lollapalooza, uno de los festivales más importantes de la industria del entretenimiento nacional. Lo hace durante tres días —comienza este viernes 18 y finaliza el domingo—, con las presentaciones de más de 100 artistas y un número de asistentes como el que no se veía desde la vida prepandémica.

Foo Fighters, The Strokes, Miley Cyrus y Javiera Mena, entre otros nombres de talla mundial, son parte del cartel que ofrece la décima edición del festival creado en 1991 por Perry Farrell, líder de la icónica banda de rock alternativo Jane’s Addiction. A diferencia de las versiones anteriores, desarrolladas en el Parque O’Higgins, la de este fin de semana se realizará en el Parque Bicentenario de Cerrillos, el cuarto más grande de su tipo en Santiago, con más de 50 hectáreas de superficie.

Lollapalooza 2022 no sólo marca el regreso de los megaeventos al país, tras más de 27 meses de cancelaciones —producto del estallido social, primero, y luego de la pandemia—, sino que además significa la mayor prueba para la industria del entretenimiento en cuanto al riesgo de propagación del covid-19. Una materia no exenta de polémicas, pues diversos representantes del sector —como artistas, productores, técnicos, entre otros— acusan a las autoridades de medirlos con una vara diferente a otros rubros que congregan grandes aglomeraciones, como el deporte.

La semana pasada entró en vigencia la disposición del gobierno del expresidente Piñera que aumentó los aforos para eventos culturales y de entrenamiento. Esta permite el ingreso de dos personas por metro cuadrado, una medida que fue calificada como “un balón de oxígeno para un enfermo que está en la UTI”, por Jorge Ramírez, gerente general de Agepec, la asociación gremial que reúne a las principales productoras del país, entre ellas Lotus, la responsable de Lollapalooza.

Según Ramírez, de no ser por el aumento del aforo no se podría haber llevado adelante el festival. Sin embargo, asegura que éste no es suficiente para la realización de más de 100 espectáculos, como el de Metallica y Gracias Totales (en el Estadio Nacional), Kiss, Gorillaz y Rauw Alejandro (en el Movistar Arena), el show conjunto de Inti Illimani y Los Jaivas (Caupolicán), o el Festival Ritual, encabezado por Paloma Mami (Estadio Santa Laura). A diferencia del Parque Bicentenario de Cerrillos, los recintos donde están programados este centenar de eventos no tienen la superficie suficiente para congregar un aforo que permita que la producción sea económicamente viable.

“Seguimos discriminados respecto de los estadios, donde se permiten seis personas por metro cuadrado, como vimos en el partido de Colo Colo y Universidad de Chile”, sostiene Ramírez. Por ello, desde febrero que los diferentes actores de la industria se unieron en una campaña para exigir el regreso de los conciertos con los aforos a pleno.

“Todo el ecosistema que no trabaja hace 27 meses está sosteniendo reuniones permanentes con el mundo legislativo y ejecutivo para que Chile abra 100% sus economías presenciales”, afirma el gerente de Agepec. “Siendo uno de los países líderes en materia de vacunación, no puede ser que también seamos el más cerrado para las economías presenciales de Latinoamérica. Argentina, Brasil y Colombia, están haciendo sus conciertos a estadios llenos. El virus no se va a ir, tenemos que aprender a vivir con él”.

Las medidas

Entre el 29 de julio y el 1 de agosto del 2021 se realizó en Estados Unidos la pasada edición del Lollapalooza de Chicago. El evento reunió a más de 385 mil asistentes, a los que no se les exigió siquiera estar vacunados. Tras éste, las autoridades de salud entregaron un balance en el que se detalló el contagio por covid de 203 personas. Una cifra que, aseguraron, estaba dentro de sus proyecciones.

Foto: Shafkat Anowar.

“En estos momentos no hay evidencia de que el evento haya sido un súper propagador, y tampoco hemos visto cambios en términos epidemiológicos en la ciudad”, dijo la comisionada de Salud de Chicago, Allison Arwady.

A diferencia de su par estadounidense, y también de lo que ha anunciado Coachella —otro gigante de los festivales norteamericanos, que se realizará el próximo mes en California—, Lollapalooza Chile sí se llevará a cabo con medidas sanitarias de por medio. Todas las entradas son nominativas y sólo las podrán utilizar quienes figuren como sus acreedores, incluso los invitados. Esto para exigir que cada asistente cargue su pase de movilidad en el sitio web del evento, el que luego será contrastado presencialmente en la entrada del Parque Bicentenario de Cerrillos.

Los asistentes que provengan del extranjero —algo muy común en las versiones anteriores del festival— también deberán homologar su pase de movilidad, para lo que la producción dispuso de una oficina específica a la que deben acudir previo al evento. El protocolo estándar incluye además el uso obligatorio de la mascarilla en todo momento.

“Hemos ofrecido trazabilidad con tecnología especial, control de ingreso y del pase de movilidad. Para que la gente asista a nuestros espectáculos tiene que estar vacunada y en los mismos eventos haremos campañas de vacunación, porque aún hay 900 mil chilenos sin vacunarse”, agrega Ramírez.

El gerente general de Agepec confía en que las medidas adoptadas serán suficientes para salir airosos de la prueba. E insiste e que, más allá de lo que ocurra este fin de semana, el gobierno maneja “documentación contundente” que acredita que la asistencia a conciertos no implica mayor riesgo que otras actividades que hace un buen rato están permitidas sin mayores restricciones, como la actividad comercial en malls.

Entre la documentación a la que hace referencia Ramírez están los ensayos clínicos efectuados por la SCD en conjunto con la Universidad de Chile, donde se realizaron conciertos para 200 y 400 personas, en recintos cerrados y con las presentaciones de bandas como Chancho en Piedra y Santaferia. En ellos no se contaron contagios posteriores vinculados al evento.

También está el estudio que a mediados del año pasado realizaron la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica y la Asociación de Eventos de Chile (Asevech), en el que se simuló la presencia de 200 personas en un recinto cerrado y se midió los niveles de CO2, con el fin de conocer la calidad del aire que se respira y adoptar las medidas necesarias para minimizar el riesgo de contagio.

Y, en tercer lugar, “la experiencia comparada de Europa y Estados Unidos”, donde no sólo se han llevado a cabo festivales como el mencionado Lollapalooza de Chicago, sino que también múltiples conciertos en arenas repletas. Cabe destacar que estos recintos instalaron nuevos sistemas de ventilación con tecnología HEPA, que evita la propagación de virus y bacterias. Una medida que la epidemióloga y académica de la U. Católica del Norte, Muriel Ramírez, cree que debiera replicarse en el país. “Lugares cerrados como cines, salas de clases, teatros, iglesias y otros que no tienen ventilación deberían tener renovación de aire con filtros HEPA”, sostiene.

Lo que dicen los expertos

¿Por qué en Chile las autoridades mantienen las restricciones sobre los espectáculos presenciales a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Europa y Estados Unidos?

“Desconozco las razones”, dice Ramírez. En ese sentido, la también especialista en salud pública, aclara que los eventos en espacios abiertos, como el Parque Bicentenario de Cerrillos, representan menos riesgos que los recintos sin ventilación.

Lollapalooza 2019, primer dia
Foto: Sergio García Pardo /AGENCIAUNO

En cambio para Nicolás Valdés, epidemiólogo ambiental y académico de la Universidad de los Andes, instancias como Lollapalooza sí representan un mayor riesgo que otras actividades. “Generalmente, quienes van a este tipo de eventos es gente joven que tiene la intención de pasarlo bien, de gritar y saltar. Es muy probable que no respeten las medidas preventivas, como la distancia social o el uso de la mascarilla. Entonces implica un riesgo mayor”.

Sin embargo, “hay que pensar que en la actualidad, muchas universidades volvieron y otras están volviendo a clases. Ya que se están permitiendo estas otras actividades, como ir a los estadios, ¿por qué no se pueden permitir los conciertos y eventos masivos? Y la verdad es que no existe mucho sentido. Son actividades casi igual de riesgosas”.

De hecho, los especialistas esperan que en las próximas semanas se rompa la tendencia a la baja en el número de casos nuevos y la curva de contagio vuelva a apuntar hacia arriba. Es una de las razones que arguye Valdés para no levantar todas las restricciones a los eventos masivos, en comparación a lo que ocurre en otras latitudes.

“Generalmente, los eventos los vemos con cierto desfase en el hemisferio sur respecto a lo que ocurre en el norte, y eso tiene que ver con la estacionalidad. Nosotros recién vamos a entrar en invierno y se espera que entonces haya una mayor incidencia y prevalencia del virus. Por eso no conviene quitar las restricciones tan rápido”.

Lo que más preocupa a Valdés y Ramírez es que no se respete la distancia social ni el uso de la mascarilla en medio de grandes aglomeraciones en las que, muy probablemente, la gente esté saltando, gritando y cantando. “Eso libera más aerosoles que pueden estar contaminados”, dice la epidemióloga.

El problema es que cantar y gritar con mascarilla tampoco ayuda mucho, según Ramírez, porque “la humedece y la deja inutilizable”. Aún así y a pesar de lo incómodo que debe ser estar en un concierto con mascarilla, dice Valdés, “lo recomendable es que no se la saquen; si se van a permitir este tipo de recitales, es de esperar que la gente respete las medidas preventivas”.

La sugerencia, dado lo anterior, es que los asistentes lleven más de una mascarilla, para cambiarla cada vez que ésta se humedezca o, bien, luego de dos o tres horas de uso.

Otro foco de riesgo se da en las zonas de comida, que comúnmente son parte de festivales como Lollapalooza. Muriel Ramírez, incluso, dice que lo ideal es que “no se coma ni se beba en el lugar”. Según Nicolás Valdés, “si se come estando agitados, respirando fuerte y hablando, se expelen más partículas de saliva al aire. Y si hay alguien que esté enfermo, va a transmitir así el virus”.

La recomendación, entonces, si se va a comer y beber al interior del recinto, es buscar un lugar apartado, lavarse las manos, y esperar a estar más descansado y menos agitado, antes de entregarse al infaltable bajón. Valdes, además, sugiere tener aforos controlados de los lugares de comida, para no aumentar el riesgo de focos de infección.

En definitiva, los especialistas recomiendan que quienes van a Lollapalooza u otro concierto llevan consigo un kit preventivo, que incluya mascarillas de recambio, toallas húmedas de limpieza y alcohol gel para utilizar una vez que se haya tocado superficies que pudieran haber sido tocadas por otras manos.

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