El Banco de Japón se abstuvo de ampliar su estímulo este martes y aplazó el momento en el que espera alcanzar su objetivo de inflación, lo que sugiere que mantendrá el curso a menos que una sacudida fuerte del mercado amenace con descarrilar la frágil recuperación.

El Banco de Japón (BOJ, por su sigla en inglés) mantuvo su opinión de que la tercera economía más grande del mundo se expandirá moderadamente a medida que reboten en las exportaciones y el consumo.

Pero también advirtió que los riesgos para las perspectivas están inclinados a la baja y que el impulso de precios se está debilitando, una evaluación inusualmente sombría.

"Es cierto que está tomando una cantidad significativa de tiempo erradicar la mentalidad deflacionaria que ha acosado a la economía durante 15 años de deflación", dijo a la prensa el gobernador del BOJ, Haruhiko Kuroda.

En una revisión trimestral de sus previsiones publicadas junto con su decisión de política, el BOJ aplazó el momento en el que espera alcanzar una inflación de un 2% a "en torno al año fiscal 2018", admitiendo que no alcanzará la meta antes de que concluya el mandato de Kuroda en abril del 2018.

El banco central también redujo sus previsiones de inflación para el año fiscal 2017 y 2018, culpando a la débil demanda en el extranjero y la escasa convicción pública de que los precios y la actividad económica mejorarán.

En una medida ampliamente esperada, sin embargo, el BOJ mantuvo su tasa de interés a corto plazo de un -0,1% y un compromiso de guiar el rendimiento de los bonos soberanos a 10 años en torno al cero por ciento.

Aunque ya no es una meta oficial, el BOJ también reiteró su compromiso de seguir comprando bonos soberanos para que el balance de sus tenencias aumente a un ritmo anual de 80 billones de yenes (us$764.000 millones).