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Crecimiento: la clave NO es la educación

Por Jorge Selaive. Pensar que "la estrategia" de crecimiento se debe basar sólo en más y mejor educación o mejores instituciones podría ser frustrante.

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Parece existir bastante coincidencia en la idea de educación como clave para el crecimiento. Son innumerables los políticos que han hecho parte de sus campañas o programas de gobierno el empujar más y mejor educación. Movimientos sociales, posteriormente partidos, se han fundado bajo esta hipótesis. Nada novedosa, incluso añeja, pero carismática cuando es clamada por universitarios que se asume algo deberían saber de educación. Es una hipótesis que genera empatía, tanto como la de quitar a los ricos para darles a los pobres a través de más y mejor educación.

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Ojalá más educación fuera sinónimo de más crecimiento. Pero esa es una hipótesis que debe ser probada. En lo más reciente, Piketty reporta varias veces en su libro que no cabe duda que mejor y más educación es la manera de mejorar salarios de los más pobres y clase media, y extraer la riqueza de los deciles más ricos. En ese contexto, es utilizado por los movimientos/partidos que gustan de frases cortas y de la postverdad para convencer al votante promedio. Acá en Chile hicimos una reforma tributaria cuya intención era financiar más y mejor educación, pues aquello sería sinónimo de más crecimiento llegaron a decir las autoridades/políticos dando un paso más allá de los mismos hallazgos de Piketty.

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En los últimos 50 años la fuerza laboral triplicó su tiempo promedio en la escuela, pero el ordenamiento de ingreso per cápita entre países quedó casi intacto. Políticas por más educación de los años 60 que observaban que los países más ricos tenían más escolaridad y universitarios se encontraron con que más tarde habían logrado tener la ansiada mayor educación, pero no cerrado brechas con los más países más ricos.

Se hizo política con datos de corte transversal y se olvidó la serie de tiempo. Como uno de varios casos que demuestran que educación no es "el" ingrediente, China empezó con menos educación que Túnez, México, Kenia o Irán en 1960, y había progresado menos que estos países para 2010 en esa dimensión. No obstante, en términos de crecimiento económico, los aventajó a todos de manera estrepitosa.

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Por supuesto que Singapur tiene uno de los mejores sistemas educativos, pero ¿es Singapur la economía de más de US$50.000 per cápita gracias a la educación? ¿Cómo puede ser que hoy Singapur adolezca de la menor rentabilidad de la inversión en I+D entre los asiáticos teniendo tan maravilloso sistema educacional? ¿Su mejor educación fue consecuencia o resultado de una estrategia productiva distinta? Las actividades dentro de un país las conocen sus empresas, no las escuelas ni universidades. Los empleadores exigen algo que el sistema educativo no puede entregar. Condición necesaria pero no suficiente entonces sería la educación. Países con similares niveles de educación tienen enormes diferencias en sus ingresos.

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Consecuentemente, una dimensión que explica la mayor productividad/ingreso entre países ciertamente no es la educación. Sería difícil cuestionar que la educación no es relevante en la productividad, pero basar la estrategia de crecimiento entregando más y mejor educación es una experiencia que ya se ha perseguido en el mundo sin los frutos esperados.

Son las instituciones entonces dirían varios (Acemoglu y compañía). Es la calidad de las instituciones la que explica la diferencia en productividad de niveles similares de educación entre países y de esta manera sus diferencias de ingreso. Llamativamente, esta visión con asidero académico desconoce las brutales brechas dentro de un mismo país, donde por supuesto se tiene la misma arquitectura financiera, regímenes cambiarios, tasas de interés e institucionalidad política y legal. Nuevamente, educación e instituciones, ingredientes necesarios pero no suficientes para crecer.

A diferencia de las propuestas que hemos observado de varios partidos políticos emergentes, y que por la fuerza que tienen no cesará, quizás sería más beneficioso perseguir exactamente la dirección opuesta en las políticas públicas. Juntar talento humano y productivo, reimpulsar plataformas de encuentro entre pequeñas y medianas empresas llenas de talento. No desparramarlo, sino aglutinarlo. Como el juego de cruzar letras (scrabble), cuando dos personas/letras se reúnen pueden escribir dos palabras, pero en la medida que se dispone de más letras, se puede escribir exponencial cantidad de palabras.

De esta manera la economía se hace más compleja y diversa, la riqueza termina llegando a más personas, y el ingreso y la equidad incluso se ven beneficiados. En vez de buscar separar el talento para que se desparrame en la sociedad, juntarlo para que se potencie y genere la ansiada productividad e innovación que termina explicando las brechas de productividad que no logran cerrar educación ni instituciones.

Que no se malentienda. Educación y calidad de instituciones son necesarias. Sin ellas difícilmente los países pueden crecer de manera robusta, pero pensar que "la estrategia" de crecimiento debe estar orientada a más e incluso mejor educación, o más y mejores instituciones, puede ser un camino frustrado.

Los esfuerzos de este Gobierno por extender y ampliar la educación, y financiar educación universitaria para varios deciles probablemente sólo entregarán algunos beneficios en equidad (a un costo muy alto), pero probablemente nos dejan sin avances en lo que más necesitamos hoy día, volver a crecer de manera robusta.

El autor es economista jefe BBVA (@jselaive).

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