Pulso

Crónica de 14 días en la corte

Hoy se cierra el capítulo que desató las mayores tensiones a lo largo de la demanda peruana contra Chile por una delimitación marítima ante La Haya. Se pondrá fin a dos semanas dominadas por el frío clima en la ciudad holandesa, que contrastó con calurosos saludos entre diplomáticos chilenos y peruanos que se conocen hace décadas y que desde el 3 de diciembre fueron rivales ante la Corte Internacional de Justicia.

Separados a 200 metros de distancia, las delegaciones de Lima y Santiago coincidieron más en las calles de La Haya, una ciudad donde la bicicleta es el medio de transporte por excelencia, y que está a 40 minutos de Amsterdam.

A las 13.00 de hoy (hora chilena) el presidente del tribunal, el eslovaco Peter Tomka, pondrá el punto final a la fase oral del litigio. De ahí, a mediados del próximo año, la corte deberá resolver el camino que escogerá para zanjar un caso que se habrá extendido por cuatro años y en el que Perú reclama un triángulo marítimo de unos 37 mil kilómetros cuadrados y otro en altamar de 28 mil km2. Ahora comienza la cuenta regresiva para el esperado fallo.

SEMANA 1: EL PRIMER GOLPE
Pocos días antes del 3 de diciembre, fecha de inicio de los alegatos, los agentes y abogados de ambos países comenzaron a llegar a La Haya. La delegación chilena se refugió en el Carlton Ambassador, a dos cuadras del Hotel Hilton, donde se hospedó el equipo peruano. Los juristas de ambos equipos no estaban solos, en varios casos fueron acompañados por sus esposas, como Alberto van Klaveren y David Colson.

La expectación a 24 horas del puntapié inicial para los alegatos era total. El domingo 2 por la tarde llegó desde México el canciller limeño, Rafael Roncagliolo, escoltado por dos motocicletas y dos automóviles. La presencia de Roncagliolo no fue casual. Chile y Perú había acordado previamente que sus ministros de Relaciones Exteriores asistieran durante la primera semana a escuchar las presentaciones de sus países. Ambos estuvieron 48 horas en la ciudad y fueron recibidos a modo de cortesía por el juez Tomka.

El día D, ya terminado el alegato peruano, la prensa abordaba en un pasillo de la Academia de Derecho Internacional de La Haya a la coagente María Teresa Infante, a quien un reportero del vecino país le consultó su nombre y cargo, desatando risas de algunos presentes.

El ambiente era un tanto crispado. Perú había lanzado su primera ofensiva y las jugadas maestras comenzaban a develarse al ver en acción al abogado estrella de Lima, el francés Alain Pellet, quien con una capa roja y histriónico estilo demostró la crudeza peruana.

Pese a ello, la omisión de rememorar la Guerra del Pacífico y episodios de tensión sorprendió positivamente a la delegación chilena.

Pero Lima tenía guardadas algunas de sus fichas para el segundo día, cuando el estadounidense Rodman Bundy acusó a Chile de distorsionar mapas. A esa altura la tensión comenzaba a elevarse, y contrastaba con el relajo del propio Bundy, quien ese día almorzó con dos jóvenes abogadas en el casino de la corte, a diferencia del resto de los abogados internacionales.

Y aunque Chile aún no mostraba lo suyo, algunos integrantes del equipo ya se habían encargado de dar pistas de su estilo, como el australiano James Crawford, que el primer día de alegatos comentó: “Soy profesor de Cambridge, no tengo sentimientos”.

Durante la primera jornada también había aterrizado una hora antes de la presentación de Perú una delegación boliviana, que estuvo durante las dos semanas presenciando la fase oral.

Por su parte, el agente Alberto van Klaveren decía que la performance limeña no había agregado elementos nuevos, desatando un grado de molestia en el país vecino. Al día siguiente Roncagliolo respondió que “esto no es un concurso de novedades”.

Ya el miércoles llegó a Holanda el canciller Moreno, quien antes de despegar desde Santiago se había reunido con el presidente Sebastián Piñera.

El primer día de alegatos chilenos el titular de RR.EE. se reencontró en el auditorio con José Antonio García Belaúnde, quien fue su homólogo al comienzo de la administración de Piñera. Juntos bromearon porque ambos estaban más delgados.

Esa primera jornada de presentaciones de nuestro país Crawford demostró sus pergaminos al acusar a Perú de “apretar la tecla eliminar” en los documentos que presentó en la fase escrita.

Así, durante sus dos días de alegatos Chile refutó la arremetida peruana acusando omisiones en documentos clave. La primera semana concluyó con la pregunta del juez marroquí Mohamed Bennouna a ambos países sobre las facultades que tenían para proclamar una zona marítima soberana hasta las 200 millas en 1952. La consulta hecha el viernes 7, con la ciudad completamente nevada y temperaturas bajo cero, puso de cabeza a ambas delegaciones a trabajar en la respuesta.

SEMANA 2: EL ESPERADO FINAL
"Podría hacerme el favor de ser un poco más discreto", fue el pedido del agente peruano Allan Wagner a un fotógrafo de su país cuando el martes 11 Lima iniciaba su tercera presentación ante la Corte.

Wagner, ex canciller de Alan García y Alejandro Toledo, ya había empeorado su humor cuando el viernes anterior mientras al finalizar la jornada hacía un balance, un imprevisto casi hizo derrumbar su punto de prensa. La rueda de un automóvil tiró por accidente un cable e hizo caer la caja de conexiones para el audio provocando un estruendo cerca de donde el agente limeño daba su conferencia, lo que provocó una mirada de molestia de García Belaúnde, quien dirigió su vista a un asesor de la Cancillería peruana que encogido de hombros no entendía el episodio.

Ese martes, ya en el último día de alegatos peruanos el francés Pellet sorprendió al reconocer que la Declaración de 1952 es un tratado, aunque evitó calificarlo como un acuerdo de delimitación marítima.

La jugada de Pellet fue considerada en la delegación chilena como un giro en la argumentación de Lima y que le enredó su caso.

Al finalizar la jornada, el equipo de prensa de Chile negociaba quién daría su versión oficial primero, ya que Perú insistía en que quería que sus agentes hablaran antes.

Finalmente, fue Van Klaveren el primero en dar su evaluación y Wagner cerró.

El agente chileno partió raudo a su hotel y junto a sus coagentes mantuvieron una conversación por teleconferencia con el presidente Piñera.

Algunas de las actividades del equipo chileno fueron registradas por un documentalista. Pero lo que no quedó registrado fue el guión más íntimo del corazón de la delegación de nuestro país, como las salidas a trotar del inglés Samuel Wordsworth, o las conversaciones en los salones del hotel entre Jan Paulsson y David Colson, dos hombres clave en las presentaciones chilenas.

El equipo acostumbraba a trabajar primero por separado para luego reunirse en grupo. Por las noches algunos salían a restaurantes de la ciudad, como el español Qué Pasa o el italiano Liguria.

El equipo peruano, en cambio, salía en grupos también a algunos locales de café y en los días de alegatos Pellet conversaba con sus alumnos.

Ayer, como otro de los episodios que dejaron las dos semanas, un matrimonio de chilenos con una bandera de nuestro país pasearon por las afueras de la corte, y expresaron su deseo de un triunfo para Chile en el juicio. La decisión se conocerá a mediados del 2013, en plena campaña presidencial, y también con frío, pero en Santiago.

Más sobre:PolíticaPortada

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Piensa sin límites. Accede a todo el contenido

Nuevo Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE