Pulso

El Pipeño

Con el boom de los vinos Premium en Chile, parece haberse acrecentado el injustificado desprestigio de nuestro tradicional Pipeño.

Un vino que en los últimos años fue perdiendo terreno hasta quedar relegado a servir como base para el popular Terremoto  -y alguno que otro consumo regular en el extremo sur del país-, aún cuando es uno de los grandes representantes de nuestro patrimonio enológico.

Está hecho de diversas cepas no consideradas nobles, donde debiera primar siempre la cepa País.

Aunque también suelen encontrarse en la mezcla las tradicionales Cinsault y Carignan. En sus versiones más sofisticadas, puede contar con el aporte del Cabernet Sauvignon y Malbec.

Su proceso de producción es artesanal y su periodo de fermentación bastante corto, ambos factores que le otorgan su reconocible opacidad y color característico, que puede variar entre las tonalidades que van desde el amarillo al café.

El Pipeño es un vino sencillo, auténtico y muy fácil de beber.

Ideal para calmar la sed gracias a su frescor. Se debe tomar entre los 8º y 14º, ya sea para sus versiones tintas o blancas. También posee una buena estructura y acidez, lo que lo convierte en un excelente compañero en la mesa.

En los últimos meses se ha producido un resurgimiento de este emblemático vino chileno, de la mano de un puñado de viñas que han decidido incluir dignos ejemplares dentro de su oferta.

Por lo anterior y considerando que el verano aún no da tregua, no hay mejor momento para animarse con un Pipeño, servido sin aditivos y bien helado, para refrescarse y calmar la sed.

Seguro le dan una buena crítica.

(*) Gerente Viña De Martino. Wine MBA Bordeaux Management School

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