Enap y Transbank: necesarios ajustes

Por segunda vez en cuatro meses la Empresa Nacional de Petróleo (Enap) -compañía de la cual me he referido en pasadas columnas- registró hace algunas semanas una reducción en la clasificación de riesgo dada la (evidente) debilidad financiera por la que está pasando la compañía.
Esta vez fue el turno de Feller Rate, que rebajó desde “AAA” hasta “AA+” la clasificación a la solvencia y las líneas de bonos de la estatal, lo cual se suma a la baja que la empresa recibió en junio por parte de Moody’s. Cabe destacar que, de acuerdo a lo señalado por Feller, la rebaja en las clasificaciones asignadas a Enap tienen relación con “la insuficiencia de medidas de fortalecimiento financiero adoptadas por parte del Estado desde 2010” y con que desde ese tiempo ha “profundizado su deterioro”.
Hay que recordar que Enap obtuvo pérdidas históricas por US$ 1.000 millones el 2011 y que al primer semestre del actual ejercicio las pérdidas ascendieron a US$ 170 millones, lo que ha implicado, entre otros efectos, a que sus pasivos ascendían a US$ 4.356 millones al cierre de junio de 2012 (un incremento de casi 45% con respecto al pasivo al cierre del 2009) de los cuales US$ 1.426 millones vencen durante los siguientes 12 meses.
En este escenario es que la estatal petrolera está en pleno proceso de reestructuración financiera de una porción de su deuda de corto plazo, para lo cual una posibilidad es la venta de activos no estratégicos, como los que ésta posee en Perú y Egipto.
En cualquier caso, más allá de la imperiosa reestructuración financiera de Enap, subsisten temas estratégicos por resolver, ya que se trata de una empresa cuyas reservas de hidrocarburos de Magallanes están prácticamente agotadas junto con el hecho de contar con un gobierno corporativo de un alto nivel de precariedad por su actual composición, que es inadecuado para una compañía de su envergadura, dado que varios de sus miembros representan los intereses de sus respectivas organizaciones, pero no así necesariamente los de la compañía…
En lo que respecta a Transbank, hay que recordar que es una Sociedad de Apoyo al giro bancario, operadora de sistemas de tarjetas de crédito y de tarjetas de débito, y que se encuentra sometida a la reglamentación y fiscalización de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF).
Al respecto, hace ya un buen tiempo se ha estado dando un debate público del monopolio que, en la práctica, tiene Transbank en el mercado de las redes electrónicas de transacciones bancarias. Los que defienden este fenómeno señalan que no hay barreras de entrada y que si no existen otros actores es porque ninguna otra red cumpliría con los estándares de seguridad requeridos y con las certificaciones necesarias. Además se señala que, pese a que hay un prestador único, las tarifas han bajado.
Lo anterior no es estrictamente correcto, debido a que en el país sí existen otras redes que cumplen con la normativa, estándares de seguridad, tecnología y capacidad económica exigidos para operar tarjetas de débito, bajo la fiscalización de la SBIF y con una importante red de comercios afiliados. Esto ocurre con Caja Vecina del BancoEstado, Multitarjeta de Multicaja, autorizada por el Banco Central para operar tarjetas de débito, y de Servipag Express del BCI y Banco de Chile. Sin embargo, aún no pueden operar como red para las transacciones de pago bancarias.
En este sentido, me parece un positivo avance que la comisión interministerial de Hacienda, Economía y Desarrollo Social haya propuesto en su informe preliminar que se permitan las tarjetas de prepago no bancarias como nuevo producto financiero…
*El autor es socio de Alta Dirección y decano FEN Ucinf.
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