La economía color de rosa, pero desafíos por delante
Por Gabriel Cesta. Existen algunos riesgos que no deben ser ignorados. En particular, en los últimos años hemos visto caídas constantes de la inversión y la productividad, lo cual restringe nuestro potencial de crecimiento de largo plazo.

Tanto en la vida como en la economía hay ciclos buenos y malos. Los últimos datos evidencian que se está conjugando una serie de factores positivos para que Chile experimente un mayor crecimiento, luego de algunos años expandiéndose por debajo de su potencial. Por una parte, la economía mundial pasa por un período de crecimiento vigoroso y sincronizado, con positivas perspectivas, el precio del cobre se sostiene en valores elevados y las condiciones de financiamiento externo siguen siendo favorables. Por otra, más allá de la actividad minera, la economía chilena exhibe un sustantivo reimpulso que la ha llevado a crecer por encima de 3% en los últimos meses, una vez que corregimos los efectos estacionales y calendario, sumado a que la confianza de los consumidores y los empresarios ha mostrado una sostenida mejoría.
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Sin embargo, existen algunos riesgos que no deben ser ignorados. En particular, en los últimos años hemos visto caídas constantes de la inversión y la productividad, lo cual restringe nuestro potencial de crecimiento de largo plazo. En la última Encuesta de Percepción de Negocios, los empresarios señalan que esperan un mejor desempeño económico en el futuro próximo, no obstante, afirman que la situación actual de sus empresas sólo ha mejorado levemente, que están operando con una dotación mínima y que sus planes de inversión todavía son cautos y no inminentes. Además, el fortalecimiento del peso podría suponer una dificultad para la diversificación y competitividad de las exportaciones no mineras que tanto necesita nuestro país para no estar tan expuesto a los vaivenes en el precio del cobre.
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Para asegurar un futuro brillante debemos avanzar por tres vías. La primera es perfeccionar la institucionalidad de evaluación de grandes proyectos de inversión, por ejemplo, unificando oficinas en una ventanilla única y acelerando los tiempos de respuesta de los servicios del Estado, que últimamente se han tornado más largos que los de nuestros competidores más cercanos. Otro aspecto necesario es perfeccionar los sistemas de capacitación laboral, los que no han reportado los resultados esperados, y en este ámbito existen oportunidades para incidir positivamente en la productividad. Finalmente, simplificar el sistema tributario favorecería la recuperación de la inversión y la formalización laboral. En resumen, debemos aprovechar la actual coyuntura, sin descuidar las tareas que aseguren el desarrollo y crecimiento sostenido.
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*El autor es economista Banco Santander.
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