Matías, el hijo de Andrés Concha que quiere entrar a la Sofofa: "Su ejemplo está muy vivo y yo quiero que perdure"

En la casa de Matías Concha la palabra Sofofa se escucha desde hace muchos años. Su padre, Andrés Concha -emblemático ex secretario general y ex presidente del gremio industrial, fallecido en marzo de 2013-, llevaba la dirigencia gremial en la sangre, y en parte es ese ejemplo el que ahora lo empuja a postularse como candidato al consejo de la Sociedad de Fomento Fabril, elección cuyo resultado se conocerá el 28 de abril.
“Mi papá era una persona que no dormía con tal de poder sacar adelante a Chile. Se desvivía por eso. Tenía una misión, ayudar a convertir a Chile en un país desarrollado. Para mí es un ejemplo de cómo una persona descuidó sus intereses privados, y no me refiero a la familia. Su tema no era el poder, sino que el servicio. Y su ejemplo está muy vivo y yo quiero que perdure”, señala a PULSO en su primera entrevista.
Al salir de cuarto medio en el colegio Verbo Divino, Matías Concha (41 años), estaba dividido entre estudiar historia, derecho o ingeniería civil, y fue una conversación con el empresario Juan Antonio Guzmán la que lo convenció por optar por esta última carrera, eso sí, sin dejar nunca de lado su gran pasión por la historia y la antropología. Estudió Ingeniería Civil en la Universidad Católica y una vez egresado viajó por el mundo durante un año, siguiendo la ruta de Alejandro Magno. A la vuelta trabajó en Metrogas y luego se fue a Inglaterra a estudiar un MBA en Cambridge. A su regreso ingresó a Hendaya, el holding corporativo del Grupo Claro, donde actualmente es gerente de desarrollo. Participó durante el Gobierno de Piñera en el comité Corfo, viendo políticas públicas de emprendimiento. Además es director de Viñedos Emiliana, que preside Rafael Guilisasti, empresario que lo animó a ingresar a la Sofofa.
Ponderado al hablar -al igual que su padre-, Concha mide sus palabras. Quiere entrar a la Sofofa para cooperar en lo que cree es el gran desafío del gremio: generar confianza con los distintos actores del país. Sabe que será una elección competitiva: el es uno de los 47 postulantes que se disputarán 30 cupos. Sobre la elección a presidente, dice no tener aún una preferencia entre Hermann von Mülhenbrock y Andrés Navarro. “En este minuto no tengo un candidato. Los dos son muy buenos”.
¿Por qué el interés de entrar a la Sofofa?
Me crié con la Sofofa como parte de una causa que tenía mi papá por el servicio público. Me contaba de cómo a través de la empresa las políticas públicas eran mucho más efectivas que centralmente dirigidas. Y eso a mí me marcó: cómo tomar a la empresa como oportunidad para poder desarrollar políticas públicas que le hagan un bien al país. También tuve la posibilidad de estar en Corfo, tengo un bichito público que me gusta desarrollar. Y la Sofofa tiene eso. La muerte del papá, que a mí me tocó a los 40 años, genera cuestionamientos. Y me pasó que empecé a no dormir bien porque me di cuenta que quería hacer algo. Empecé a escribir cartas al diario, columnas, y quise ser más activo, con un estilo que para mí es clave.
¿Qué estilo?
El de hacer y concretar cosas. Y eso significa que quizás públicamente no apareceré mucho, pero por otro lado, cuando uno hace las cosas uno siente una gratificación mayor. Estamos viviendo como país un minuto clave y en la Sofofa uno puede contribuir con una visión de una generación distinta, que pueda leer o desarrollar políticas en un marco diferente.
Y con un mundo empresarial más desprestigiado y menos influyente que a comienzos de los años 2000...
Para mí tiene que ver en cómo yo veo a la Sofofa. No veo a la Sofofa como una organización que sirva a los empresarios, la veo como una organización que está al servicio del país.
¿Un gremio no debe defender los intereses del sector, sino que los del país?
Es legítimo para un gremio defender sus intereses, pero la Sofofa se diferenció de todos los gremios industriales latinoamericanos precisamente por eso. Porque en el minuto de bajar los aranceles dijo: ‘esto le hace bien al país’, pese a que alegaran varios empresarios, y gracias a eso se logró tener una industria mucho más profesional. En la medida que uno persiga los intereses nacionales, la autoridad política te va a creer. El tema es ¿cómo lo hacemos para al interior de la Sofofa tener un consejo que esté planteando estos temas, marcando agenda? En eso uno cree que tiene algo que aportar. Por eso es importante en estas elecciones ir renovando una parte, manteniendo todo lo bueno.
¿Qué cree que le falta a la Sofofa?
No estoy diciendo que eso la Sofofa no lo tenga hoy. Pero dentro del marco que hablo, el tema es cómo lo hacemos para generar agenda, cómo generas confianza con el gobierno de turno. La confianza se genera con tiempo, con ejemplos, con discursos, reuniones. Es algo de largo plazo.
En los últimos años se han conocido diversos escándalos empresariales. ¿Tiene una mirada crítica de cómo lo ha hecho el sector empresarial?
Cuando tomas todo el abanico de empresarios y emprendedores, te das cuenta que hay quienes toman caminos que de acuerdo a sus principios son válidos y otros que no los toman. Ahora, cuando tienes una sociedad más exigente, con medios mucho más activos, los malos ejemplos cacarean mucho más y echan a perder todo lo bueno que hay. El problema está por ahí, porque la cárcel siempre ha estado, la ley está, las instituciones funcionan, y eso es lo que tenemos que cuidar.
Dice que son minoría, pero cada vez aparecen más escándalos empresariales. ¿Cómo cree que un gremio debiera enfrentar los escándalos?
Mientras las instituciones de un país funcionen, se siembran las bases para ser un país desarrollado. Se gana confianza cuando uno es coherente, y cuando uno condena ciertas conductas o comportamientos hay que hacerlo con claridad. Lo que hay que atacar son las conductas, y le competerá a los tribunales pronunciarse por las personas.
¿Cómo ve la Reforma Laboral hoy en discusión?
La reforma ya está lanzada, y cuando eso ocurre se pierde la oportunidad de plantear las ideas fuerzas desde un principio. Independiente de los temas técnicos, hay ciertas cosas que rigidizan más de lo que corresponde.
¿Cree que es una mala reforma?
La reforma requería de un diálogo previo a lanzarla, que viera las reales implicancias que esto significa. Este es un ejemplo donde una buena negociación puede llevar a buen término.
¿Le preocupa esta crisis política que vive el país?
Cuando la popularidad del gobierno, los partidos políticos, la oposición, la clase empresarial, está por el piso, en ese contexto las instituciones están bajo ataque. Lo que me preocupa es que en este contexto aparezcan corrientes anarquistas, antisistemas, individualistas, populistas, donde no hay ningún ejemplo, en ningún país del mundo, a lo largo de los últimos cien años, que hayan tenido éxito, es decir, donde se sabe perfectamente que vas al desfiladero. Si se observa a todos los países que han saltado al desarrollo, han basado su crecimiento en la capacidad de emprender de las personas, acompañado con buenas políticas públicas. El desafío de Chile es transformarse en un país desarrollado y para eso hay que generar inversión.
¿Ve al Gobierno generando ese clima de inversión?
Chile tiene una historia e imagen país que le permite poder sostener ese clima y eso es una gran oportunidad, pero eso va a durar por un tiempo, porque la marca y la imagen cuesta mucho construirla pero no cuesta nada perderla. Lo que se ha planteado es que las reformas permiten llegar a un fin que es la igualdad, pero más allá de perseguir una igualdad que no va a existir nunca, el foco debiera estar en cómo generar un ambiente que entregue crecimiento, calidad y bienestar en los servicios básicos.
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