Pulso

Cómo se encuentra Chile ante la nueva fiebre del oro global

La reciente inauguración de la que será la mayor mina de oro del país puede volver a situar a Chile en el top 20 de los mayores países productores auríferos del mundo, grupo del que salió debido a la antigüedad de sus minas, los pocos proyectos y una apuesta nacional por el cobre y el litio. Justo en momentos en que los precios del metal amarillo alcanzan niveles nunca antes vistos, en torno a US$ 4.000 la onza, y que además, según los expertos, podrían seguir subiendo. El país cuenta con desarrollo de iniciativas de oro desde el norte hasta el sur austral.

El 20 de octubre recién pasado, el oro alcanzó un precio récord en el mercado spot de US$ 4.377,9 dólares la onza, es decir, los 28,3495 gramos se cotizaron en un máximo histórico de US$ 4.204.272. Aunque el precio récord oficial de cierre de la jornada AM de la Bolsa de Metales de Londres fue de US$ 4.338,25 la onza. De todos modos, fue el escalón más alto de una empinada subida que comenzó a fines de 2022.

Esta coyuntura del mercado aurífero se produjo casi simultáneamente a que en Chile se inaugurara el primer proyecto de la gran minería del oro hecho desde cero (greenfield en términos técnicos) en más de una década en el país: la compañía sudafricana Gold Fields dio el vamos oficial a su mina Salares Norte el pasado 28 de octubre. Un gran timing para comenzar a producir, puesto que coincide con la verdadera fiebre del oro que vive el mundo, aunque fue fruto más de la fortuna que de la planificación, puesto que esta iniciativa se comenzó a construir allá por marzo de 2021, cuando el mundo aún estaba sometido a la pandemia del Covid-19.

Más allá de la coincidencia, la puesta en marcha de Salares Norte es también una gran noticia para la minería chilena, que en los últimos años se había quedado rezagada en lo que respecta a la industria del metal dorado, versus la apuesta por el cobre y el litio, que ha estado acompañada de millonarios recursos en inversión, debido a la fuerte expectativa que las grandes economías tienen respecto de la electromovilidad.

Con esta mina, ubicada a 4 mil metros de altura en plena cordillera de los Andes de la Región de Atacama, en la comuna de Diego de Almagro, la producción de oro chilena subirá en torno al 25%, lo que podría devolver al país al top 20 de los productores del mundo, un sitial que había abandonado durante la última década.

De hecho, allá por los años 90, Chile peleó incluso por un puesto entre los 10 mayores productores de oro globales, alcanzando el lugar duodécimo en 1993. En años más recientes, se mantuvo dentro de los 20 primeros: fue 16º en 2011 y 19º en 2016. Sin embargo, luego fue superado por otros países, porque retrocedió en producción.

En el mundo, el año pasado se produjeron 3.661 toneladas de oro. Según el World Gold Council, los cinco mayores productores del mundo fueron China, con 380.200 kilos; Rusia, con 330.000 kilos; Australia, con 284.000 kilos; Canadá, con 202.100 kilos, y Estados Unidos, con 158.000 kilos. Entre los países latinoamericanos, México es el séptimo del mundo, con 140.300 kilos, y Perú, el noveno, con 136.900 kilos. No obstante, si sólo se mide el oro extraído de mina, Perú pasa a ser el cuarto productor del mundo, con 101.900 kilos.

En 2024 Chile produjo 35.684 kilos de oro, una cifra inferior a los 37.226 kilos de 2023 y superior a los 30.093 kilos de 2022. Se trata de una marca que lo deja lejos de los grandes del globo. Pero la entrada de la nueva mina de Gold Fields aportará a contar del próximo año 375 mil onzas adicionales, unos 10.600 kilos, lo que ubicaría al país en el sexto lugar de Latinoamérica, superando a Argentina, que entregó poco más de 37 mil kilos el año pasado, y lo dejaría peleando el vigésimo lugar del mundo con Bolivia, que en 2024 produjo 53.100 kilos, y Costa de Marfil, con 47.300 kilos, según el World Bureau of Metals Statistics.

Chile hoy representa sólo el 1,1% de la producción mundial, pero cuenta con el 6% de las reservas globales de oro, recordó el presidente de Gold Fields, Yunus Suleman, al inaugurar su proyecto.

¿Qué pasó?

En 2013, Chile alcanzó una producción histórica, de más de 51.000 kilos de oro fino. Sin embargo, sufrió una paulatina reducción productiva interrumpida sólo por algunos peaks puntuales, provocada por una serie de factores que ha conspirado.

De hecho, hoy el 72,1% del oro que produce el país es un subproducto de las minas de cobre y sólo el 27,9% proviene de minas de oro. En 1995, esa proporción era al revés, puesto que cerca del 72% venía de faenas auríferas.

“Las causas de la menor producción en Chile son variadas. Por ejemplo, los yacimientos están maduros y tienen menor ley de mineral”, explica Patricio Faúndez, practice leader de Economía de GEM Mining Consulting.

“A eso se agregan temas de escala y barreras: las minas auríferas son más chicas, en escala, que las de la gran minería del cobre, pero enfrentan barreras significativas, al igual que las de cobre. En este sentido, las políticas e incentivos han priorizado históricamente al cobre (y ahora al litio) por sobre el oro o el hierro”, añade.

A esto se ha agregado la falta de nuevos hallazgos de yacimientos y la dificultad para levantar proyectos, en términos de permisos y de la inflación de costos que ha sufrido toda la minería. En ese sentido, quizás uno de los últimos descubrimientos relevantes fue en la década del 2000 la veta aurífera de Caspiche, situado en el cinturón metalogénico de Maricunga, en la Región de Atacama, y que hoy pertenece a Norte Abierto, la sociedad entre Goldcorp y Barrick Gold, que también posee el proyecto Cerro Casale.

Y otro elemento que resaltan los expertos es el ciclo de precios del oro, que lo hizo menos atractivo para los inversionistas, pero que se ha revertido en los últimos dos años. Hoy el oro vale 3,25 veces más que hace 15 años y casi nueve veces más que hace dos décadas en precios nominales. “Por mucho tiempo su atractivo fue menor. Eso se vio en la exploración: en los 90 el oro llegó a captar más del 50% del esfuerzo de exploración, mientras que en los 2000 el cobre concentró hasta cerca del 80%, quitándole participación al oro”, según Faúndez.

¡Hasta los US$ 5 mil! ¿Y más allá?

Si a lo ocurrido a fines del siglo XIX en América le llamaron la fiebre del oro, pese a que su precio era de US$ 20 la onza, lo que los mercados viven hoy podría llamarse una verdadera locura, con valores que suben y bajan en torno a los US$ 4 mil la onza.

De acuerdo a un gráfico histórico de Trading View, las dos anteriores grandes escaladas vividas por el metal amarillo ocurrieron entre fines de 1978 y principios de 1980, cuando el precio se elevó desde US$ 200 hasta US$ 700 la onza, y luego, como consecuencia de la llamada crisis subprime, cuando entre septiembre de 2008 y julio de 2011, subió de US$ 724 a US$ 1.715.

Pero lo que ha pasado entre octubre de 2022 y hoy no tiene parangón. Sólo cabe observar la curva ascendente que partió ese mes en US$ 1.633 la onza y que ha derivado en sucesivos récords marcados el mes pasado, superiores a los US$ 4.300, y que actualmente lo tienen bordeando los US$ 4.000.

Una forma de dar cuenta de lo sorpresivo de esta racha es que en junio pasado el mayor banco de inversión del mundo, JP Morgan, auguraba que el precio del oro superaría los US$ 4.000 recién a mediados de 2026 y lo hizo sólo tres meses después. Aunque sí tenía razón en sus perspectivas auríferas alcistas relacionadas, principalmente, con la categoría de activo de refugio que se le otorga al oro en momentos de debilidad económica mundial e inestabilidad.

Hoy, los temores a una eventual estanflación (estancamiento económico con inflación), provocados por las políticas arancelarias de la administración Trump, han llevado a que no sólo inversionistas, sino que incluso los bancos centrales de los países estén adquiriendo cantidades ingentes de oro (en los últimos tres años, han comprado cerca de 1.000 toneladas anuales, cuando en un año normal compran entre 400 y 500 toneladas, según el World Gold Council) para alimentar sus reservas, ante una depreciación del dólar.

“Sí, creemos que sí (seguirá subiendo), especialmente ahora con las probabilidades de recesión y los riesgos comerciales y arancelarios constantes. Seguimos profundamente convencidos de que el oro seguirá teniendo una tendencia alcista estructural”, dijo en ese momento Natasha Kaneva, directora de Estrategia Global de Materias Primas de JP Morgan.

El 24 de octubre pasado, el mismo JP Morgan ajustó sus proyecciones al alza, con una visión aún optimista por expectativas de sólida demanda de inversionistas y de bancos centrales, y ahora cree que el oro alcanzará un valor promedio de US$ 5.055 la onza en el último trimestre de 2026, en la medida que el mercado global entre en un ciclo de baja de tasas de la Reserva Federal estadounidense para enfrentar la desaceleración económica.

Otro banco de Wall Street, Morgan Stanley, también es alcista, aunque estima que el oro llegará a US$ 4.500 a mediados del próximo año, gracias a una fuerte demanda de fondos de inversión y de bancos centrales, dado que el panorama económico mundial se mantiene incierto.

Y su rival, Goldman Sachs, augura que el oro se situará en US$ 4.900 a fines de 2026. Este banco no considera que la escalada del oro sea una burbuja empujada por la euforia de los mercados, sino que se basa en fundamentos reales. Su cotización se ha disparado casi un 70% este año debido a la incertidumbre económica provocada por los aranceles impuestos por Trump, explica Lina Thomas, estratega de materias primas de Goldman Sachs Research, lo que ha llevado a la depreciación del dólar, otrora considerado un refugio seguro, pues los bancos centrales han decidido comprar oro para sus reservas y así reducir su exposición en el billete estadounidense.

La ruta dorada chilena

A diferencia del cobre, Chile produce oro tanto en el norte como en el centro y hasta en el sur austral del país. Incluso, existe una poco conocida mina de oro en la Región Metropolitana, a pocos kilómetros de Santiago, que se llama Florida, en la comuna de Alhué, que produjo 32.900 onzas de oro en el primer semestre, ha entregado 86.300 kilos y le pertenece a la canadiense Pan American Silver, la mayor productora de plata del mundo.

La operación aurífera en funcionamiento más al norte del país es la mina subterránea El Peñón, también de Pan American Silver y que antes de Salares Norte, era la mayor mina de oro de Chile. El Peñón produjo 56.100 onzas de oro equivalente en el primer semestre de 2025, pero acumula 126.800 kilos producidos desde que empezó su operación en 1999.

Más al sur, cerca de Taltal, está el complejo Guanaco-Amancaya de Austral Gold, propiedad del argentino Eduardo Elsztain, que este año espera producir unas 11 mil onzas de oro equivalente.

La zona más rica en oro del país está en la cordillera de los Andes de la Región de Atacama, en el llamado cinturón de Maricunga.

Allí, por ejemplo, la canadiense Kinross posee tres proyectos: la extensión de la vida útil de su histórica mina La Coipa, que actualmente produce 240 mil onzas de oro al año, y pretende llegar hasta más allá de 2040 produciendo 280 mil onzas; Lobo-Marte, que con una inversión de US$ 800 millones espera presentar su estudio de Impacto Ambiental este año, para cerca de 2030 producir unas 350 mil onzas de oro anuales; y espera reabrir Maricunga, una mina que cerró en 2016.

Allí también la canadiense Rio2 pretende sacar adelante su iniciativa Fénix Gold, de US$ 235 millones, para producir un total de 1,32 millones de onzas. Y en esa zona, además, la australiana Kingsgate busca desarrollar su proyecto Nueva Esperanza de oro y plata, que incluye los depósitos Arqueros, Chimberos y Teterita.

Más al centro de la región se encuentra el proyecto La Farola, de la minera Altair, propiedad de los chilenos Manuel Matta y Jorge Jottar, junto al trader minero Trafigura.

Un poco más al sur, en Vallenar, está el proyecto NuevaUnión, de Teck y Goldcorp, de cobre, oro y molibdeno, que aspira a producir 315 mil onzas de oro en sus primeros 10 años, pero que requiere una inversión de más de US$ 7 mil millones. Actualmente está en revisión de sus socios.

En la Región de Coquimbo estaban las minas Dayton y Altos de Punitaqui. La primera, fue cerrada y evalúa su reapertura, y la segunda se dedica ahora al cobre. En Valparaíso, estaban las minas Pimentón, que quebró hace unos años, y Pullalli, del empresario chileno-peruano Juan Rasmuss, que produce cerca de 10 mil onzas. En la región de O’Higgins existen piques pequeños en torno al distrito Chancón, cercano a Angostura.

Finalmente, en Aysén se encuentra la mina Cerro Bayo, que fue paralizada en 2022, aunque hasta esa fecha había producido 650 mil onzas de oro, y hoy está en proceso de conservación.

Más sobre:OroMineríaKinrossAustral GoldNegociosPulso

La mejor información para estas elecciones🗳️📰

Plan digital$990/mes SUSCRÍBETE