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¿Glaciares vs minería? Un falso dilema

minería

El debate sobre el proyecto de ley de protección de glaciares ha estado lleno de mitos. Su implementación, en su estado original, podría generar grandes consecuencias. El condimento de la COP25 en nuestro país agrega, además, el factor emocional a una discusión que debe mantenerse en un plano técnico.

Se quiere hacer ver a la minería como culpable del retroceso de los glaciares y una amenaza para su futuro. Esto es falso por varios motivos. Primero, los glaciares están mayoritariamente en el extremo sur; en la zona centro-norte solo hay mínimas cantidades. Además, el retroceso de los glaciares es global, incluso en zonas donde la intervención humana es casi inexistente, y se debe al calentamiento global.

Desde hace años la minería ha evitado impactar glaciares. Los planes mineros en zonas cercanas a glaciares han omitido explotar en áreas de posible riesgo, dejando enterrados minerales que podrían generar ganancias al país.

Otro argumento para promover el proyecto de ley ha sido el de proteger el abastecimiento de agua, lo que es otro gran error. Glaciólogos señalan que el aporte de los glaciares en la zona central como fuentes de agua es menor. Pero lo peor es que otorgarles protagonismo en la emergencia de agua desvía la atención de las verdaderas soluciones que debe tener una estrategia de aseguramiento hídrico. Lo urgente es construir una infraestructura de almacenamiento y canalización, elevar la eficiencia hídrica y la desalación, estudiar el trasvase de agua desde el sur del país, y fortalecer una entidad clave para la gestión adecuada del recurso, como la Dirección General de Aguas (DGA).

El énfasis de algunos sectores por imponer una regulación especial para los glaciares, lo que generaría problemas graves a toda actividad económica en las montañas resulta sospechoso. ¿Sigue siendo el concepto de Desarrollo Sustentable el que rige el ordenamiento social, ambiental y económico o se quiere imponer la era de la supremacía ambiental?

La emocionalidad que gira en torno a COP25 no ayuda a un debate sereno, pero las consecuencias que podría generar una mala ley de glaciares hacen necesario un gran esfuerzo para mantener la racionalidad a través de una ley sensata, que permita la explotación económica de las montañas resguardando lo que corresponda, y por ende basada en componentes técnicos y no emocionales.

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