La renovación de Bethia: nueva matriz y tercera generación en el directorio

Reducir gastos, costos y pasivos. Y hacerse financieramente más atractiva. Todos esos aspectos tuvo el grupo en mente cuando decidió cambiar la estructura que los caracterizó los últimos 10 años. Dejaron atrás las dos sociedades holdings para volver a una. Contrataron un analista externo que revisara sus números. Y pusieron el acento en fortalecer patrimonialmente a la compañía. Refinanciaron pasivos, mientras internamente las terceras generaciones se hacían parte del directorio del family office de los Heller Solari.


“Tener dos holdings separados si bien tuvo su razón de ser en el pasado, ya no resulta eficiente”, señaló Carlos Heller ante los accionistas de Bethia en septiembre del año pasado. La compañía había contratado al ingeniero comercial de la UC, Eugenio Camacho Ballacey, para que hiciera un completo análisis del grupo desde una perspectiva contable y financiera. Su objetivo era redefinir su estructura en base a la estrategia de mediano y largo plazo. Hace una década que operaban con dos matrices. “Producto del actual escenario económico se hace necesario efectuar una revisión de Betfam S.A. y sus filiales, con el objeto de identificar aquellas sociedades que ya cumplieron un ciclo dentro del grupo”, dijo Heller.

En 2013, el family office de Liliana Solari decidió modificar por primera vez su estructura. Generaron dos holdings. Definieron que en Bethia radicarían las participaciones minoritarias que tenían en varias compañías, mientras que en Betfam estarían las empresas que controlaban.

En ese momento, Bethia S.A. tenía 10,32% de Falabella; 6,1% de Latam Airlines; 2,3% de Aguas Andinas; 14% de Grupo de Empresas Navieras; el 8,9% de Clínica Las Condes y 2,57% del Club Hípico, porcentaje que, sumado a las participaciones individuales de la familia Heller, subía hasta el 10,8% en esta última empresa. Ese diversificado portafolio estaba valorizado en más de US$3.000 millones. Y lo central era Falabella.

En la otra mano, Betfam aunaba básicamente el 46% de Colmena, la lechería Ancali, las empresas de transporte Sotraser y Blue Express, y el canal de televisión Mega; además del negocio vitivinícola -Bethwine- concentrado en las viñas Indómita, Dos Andes y Santa Alicia. Hoy la realidad es otra. De las compañías originales en las cuales participaba, el grupo preserva el 7,1% de Falabella, firma cuyas acciones han caído 29,1% en un año; si a comienzos de 2021 su capitalización bursátil era de US$8.095 millones hoy es de US$5.743 millones. A ello se suma menos del 1% de Aguas Andinas y el 19% del Club Hípico. Además, enajenó Blue Express, y su negocio vitivinícola, por lo que hoy está concentrado en Sotraser, Ancali y Mega.

Así en septiembre de 2022, tener dos matrices dejó de hacer sentido. Podían operar de manera más simplificada. La compañía decidió unificarse nuevamente. Ello -dijo Heller, según revela la escritura de esa junta-, “considerando el objetivo de reducir gastos y costos adicionales en la gestión de Betfam S.A., lo que invita a reconsiderar el hecho de tener dos holdings separados”. Los beneficios de la unificación, justificó, radicaban en evitar duplicidades de gestión y robustecer la situación de la compañía respecto a bancos y entidades financieras. “Al incorporarse Betfam S.A. a Bethia S.A., si bien agregará importantes activos patrimoniales a la segunda, pasará a formar parte de un patrimonio sustancialmente mayor y contará con el respaldo para el desarrollo y crecimiento operacional de sus actuales filiales”, subrayó. Y reafirmó: “(Esto) fortalece patrimonialmente a Bethia, lo que permitiría facilitar la gestión y operación de sus activos, pasivos y futuros negocios”.

Los activos de Betfam a septiembre eran un 55,1% de Agrícola Ancali; el 100% de Inversiones Betlan; el 87,8% de Sociedad de Inversiones y Rentas Atlantis; el 99,8% de EGR Corredora de Seguros; el 99,99% de Inversiones Bethia, Inversiones en Comunicaciones, seis acciones de la Inmobiliaria Club de Golf y Deportes Chicureo y el 9,9% del Club Hípico.

Esto nos permitirá centralizar sus inversiones como también disminuir los pasivos dentro del grupo y optimizar la capacidad financiera del holding”, dijo Heller.

Bethia S.A. es controlada por seis sociedades. Inversiones Kennedy ligada a Liliana Solari tiene el 31,4%; Inversiones Cousins -de Andrea y Carlos en conjunto- tiene el 26,9%. Y luego Andrea y sus hijos Paola Barerra y Felipe Rossi participan vía Inversiones Romy e Inversiones Romyna. Carlos Heller, en tanto, mantiene la misma estructura con sus hijos Pedro y Alberto Heller Ancarola, a través de Inversiones Alpes e Inversiones Alpina (ver infografía). En Romyna y en Alpina también está Liliana Solari, con un porcentaje menor.

La tercera generación ingresó hace algunos años a la parte ejecutiva de la firma. En 2010, Pedro Heller asumió como analista y coordinador de maquinarias de su filial Agrícola Ancali; luego pasó a ser director ejecutivo de esa firma. En paralelo, en 2019, ascendió a la matriz: se transformó en el gerente de planificacion & desarrollo del holding, además de llegar en 2021 a la dirección de Megamedia. El hijo de Andrea Heller, Felipe Rossi, ingresó en 2019 al directorio de la sociedad de su madre, Inversiones Romy. Y hace años ambos -junto a la hija mayor de Andrea, Paola Barrera-, comenzaron a asistir como oyentes al directorio de Bethia, hasta que la tercera generación debutó formalmente en la mesa.

Por años, el family office tuvo un directorio estable. Participaban en él Carlos Heller como presidente, Liliana Solari como presidenta honoraria; Andrea Heller como vicepresidente; Gonzalo Rojas como director ejecutivo y el abogado Alberto Morgan. Hace algunos meses -fuentes conocedores hablan del año pasado- esa directiva mutó.

Se mantuvo Carlos como presidente, siguió Gonzalo Rojas y Alberto Morgan. Pero Andrea dio un paso al lado. En su posición entró su hijo Felipe Rossi y el abogado del grupo Vial, Nicolás Tagle. Además, se sumó Pedro Heller. Todo, para darle un rol más activo en las directrices de Bethia a las nuevas generaciones.

Sus asesores más cercanos son el gerente general de Bethia, Ramiro Sánchez; el abogado Carlos Cáceres; el fiscal corporativo del grupo Rodrigo Velos, y la gerente tributaria, Ana Soledad Bull.

Los números del holding

En 35 páginas, el ingeniero Eugenio Camacho analizó los balances de la compañía. A septiembre de 2022, previa a la unificación, Bethia S.A. reportaba pérdidas por $26.066 millones, ganancias acumuladas por $250.887 millones y un patrimonio ascendente a $421.212 millones. Betfam, en tanto, aportaba utilidades por $13.256 millones, ganancias acumuladas por $214.352 millones y su patrimonio totalizaba $279.048 millones. Bajo una relación de 60,2% para la primera y de 39,8% para la segunda, la nueva Bethia S.A. quedó con pérdidas por $12.810 millones; un patrimonio superior a los $700.260 millones (unos US$854 millones) y ganancias acumuladas que alcanzaron los $465.239 millones (US$567 millones). Su capital se situó en $215.628 millones, distribuidos en 36,1 millones de acciones.

El holding quedó con activos por $1.113.522 millones (unos US$1.350 millones).

A fines del año pasado, la incorporación de Betfam en Bethia dio paso a una nueva modificación. Fue el turno de Inversiones Bethia, uno de los principales vehículos de inversión del grupo. Su patrimonio asciende a $91.268 millones y su capital a $72.607 millones. Tal sociedad fue dividida, creándose Inversiones Agrícolas Anc. Dos, con $55.674 millones del capital original. A esta sociedad se le entregó Inversiones Beth-Wines e Inversiones Agrícolas Anc Limitada. Solo Inversiones STS quedó en Inversiones Bethia.

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Carlos Heller

Desde el año pasado la compañía ha estado en varias tratativas con los bancos para refinanciar pasivos y extender su deuda a largo plazo. El 22 de diciembre firmó un contrato de refinanciamiento y de apertura de línea de crédito con el Banco Santander. Se trata de $28.400 millones (811.204 UF) que fueron repactados y una línea por $6.600 millones (188.519 UF). La fecha de pago de intereses se estableció en junio y diciembre de 2023 y 2024 y junio y septiembre de 2025. “El financiamiento adicional será destinado a usos corporativos generales, el cumplimiento de obligaciones de pago a favor del banco, y para cubrir gastos asociados de las operaciones que da cuenta el contrato”, se lee en el contrato. En el documento se detalla que los activos relevantes del grupo son Sotraser, Megamedia, las acciones de Falabella y Ancali.

El 5 de enero se hizo una operación similar con el HSBC y el Banco Internacional. En ambos, los papeles del retailer quedaron en garantía vía contratos de prendas sobre acciones. Y además, según se lee en el contrato con Santander, Bethia tiene la obligación de mantener una relación garantía/deuda de al menos 1,3 a 1 del saldo del capital adeudado, equilibrio que debe mantenerse sumando acciones adicionales de Falabella a la prenda. “En caso de no existir acciones adicionales disponibles de Falabella, se deberá constituir garantía con otros activos a satisfacción del banco”, se lee.

Y la compañía deberá resguardar su deuda: Los pasivos financieros netos del grupo no podrán superar 21.500.000 UF (unos US$924 millones), y de Bethia S.A. ese umbral no podrá ser mayor a 10.500.000 UF, equivalente a US$451 millones. A septiembre, sus pasivos corrientes ascendían a $ 189.142 millones, del orden de US$230 millones, y los no corrientes, a $224.121 millones.

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