¿Rescate o estatización?

FOTO: AILEN DIAZ/AGENCIAUNO

Varios economistas y políticos están promoviendo la aplicación de un rescate financiero a las grandes empresas. Bajo el principio “muy grande para quebrar”, se plantea la necesidad de la intervención estatal a través del ingreso a la propiedad de las empresas. Para sus defensores, el rescate no es para proteger a las empresas sino al país. Pero su aplicación genera controversia en Chile. Muchos estiman inconveniente sacar adelante a empresas insolventes a través de rescates con recursos públicos bajo esta modalidad. ¿Por qué deberían los contribuyentes ayudar a una empresa mal administrada? ¿Por qué debería apoyarse a quienes desean socializar sus perdidas?

Pero entendiendo el efecto social que pudiera justificar una medida de esta naturaleza, quisiera plantear algunas interrogantes. No se ha aclarado si esta modalidad de rescate se aplicará a cualquier empresa que reúna ciertas condiciones o solo a aquellas que se consideren “estratégicas”. ¿Cuáles son estratégicas y cuáles no? Esta definición conlleva por sí misma una discriminación negativa. En principio, toda empresa debería tener el mismo derecho para acceder a un mecanismo de rescate. ¿Por qué unas sí y otras no? Un segundo aspecto dice relación con determinar cuáles empresas son viables o no. ¿Cómo se selecciona entre una empresa estratégica no viable y una empresa no estratégica viable? La elección no es trivial. ¿Quién toma esa decisión? Debería ser el mercado -y no los políticos- quien determine cuáles empresas podrían sobrevivir. Alan Greenspan decía “si son demasiado grandes para quebrar, son demasiado grandes”.

La duración de la medida es otra inquietud. Si no queremos que esta intervención estatal se consolide en el tiempo ni se haga permanente, debe limitarse su duración a un plazo máximo. Lo óptimo es obligar al Estado a desprenderse de la inversión o a liquidarla. No se trata de aumentar el tamaño del Estado. Otra interrogante se refiere al éxito de la medida. Salir al rescate de una empresa grande no conlleva necesariamente que tenga asegurado un futuro exitoso. Por el contrario, muchas veces estos rescates terminan perpetuando malas prácticas de gestión. No hace falta recordar que el Estado ha sido históricamente un mal administrador. Es cosa de ver cómo ha administrado a las empresas públicas durante los años recientes. ¿Qué pasa si la empresa rescatada finalmente no es viable? ¿Quién asume la responsabilidad? Un último asunto se refiere a la tentación de captura política de estas empresas, sea a través de la contratación de correligionarios y parientes o bien como pago de favores políticos. Cuento conocido.

Las cosas por su nombre. Un plan de rescate estatal a través de propiedad accionaria de las empresas es una forma de estatización. Se trata de una propuesta oportunista. Sus promotores ven en el Estado la solución a la gran mayoría de los problemas. Son los nostálgicos del “Área de Propiedad Social” de los 70, que han visto en esta crisis la ocasión de reeditar los planes de estatizar a las grandes empresas.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.