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Sanhattan y Manhattan: más lejos de lo aparente

No nos convenzamos de que nuestra industria financiera está lista para competir con los grandes nodos de los capitales globales o a pasos de concretar una vieja aspiración: hacer de Santiago un centro financiero. Es muy bienvenida la LUF, pero faltan modificaciones regulatorias, tributarias, un contexto propicio para la retención de talentos, que abarca calidad de la educación, seguridad ciudadana y, muy importante, un pensamiento abierto hacia los capitales extranjeros. Hay deficiencias que son pocas veces consideradas, como las limitaciones en la masa crítica de talentos, infraestructura física y tecnológica, la calidad de vida, como también lomos de toro regulatorios e impositivos.

Uno de los modelos de centros financieros a los que muchos les gustaría aspirar es el tradicional, como Londres, Nueva York o Tokio. Se trata de grandes concentraciones de talento urbano que desparraman el conocimiento de industria a industria, fomentando el crecimiento y la innovación. ¿Qué razón habría para pagar arriendos y costos de transportes tan altos si no es para estar cerca de gente talentosa? Una capital financiera debe tener talento y atraerlo permanentemente. Banqueros, traders, abogados, contadores, administradores de riesgo, gerentes de alta calidad, actuarios, entre otros. Se debe poder acceder a ellos rápidamente a un costo razonable. Se requieren industrias que demanden muchos recursos humanos que les aumente la probabilidad de ser contratados en caso de perder una posición. Un círculo virtuoso en torno al recurso creativo.

En segundo lugar, debe existir un ambiente regulatorio que permita el desarrollo de las actividades empresariales. Una filosofía de "prohibir todo" para evitar el abuso versus una de "control selectivo y castigo ejemplar" hacen gran diferencia. ¿Para qué tener talento e intentar innovar si está prohibido o tremendamente limitado el emprendimiento de nuevas oportunidades? La infraestructura, la conectividad física y tecnológica, acceso a redes de baja latencia, protocolos de comunicación financiera, sistemas de respaldo (incluyendo respaldo de energía eléctrica) y otros requisitos adicionales son de alta relevancia, pues afectan los costos de la actividad financiera. Hay otras características relevantes, como calidad de vida, oferta de colegios, vida cultural, transporte público, áreas verdes, y acceso a la vivienda. ¿Hay un grupo de profesionales que hable inglés, capaz de proveer servicios competitivos en ese idioma?

Santiago es una ciudad relativamente segura, con algunos buenos colegios y universidades. La zona horaria es apropiada, el transporte público es razonable y la calidad de vida es buena. Hasta hoy, la tasa de impuesto corporativo es relativamente baja. Pero cualquier observador objetivo concluirá que Santiago está aún lejos de ser esa concentración de cerebros que son característicos de los grandes nodos financieros del planeta.

Tenemos una oferta laboral muy acotada, un ambiente regulatorio poco favorable, bajo dominio del inglés y áreas de soporte, como contabilidad y procesamiento, exiguamente desarrolladas. Tasas de impuesto personal altas y otras regulaciones laborales lucen restrictivas.

No obstante, hay otros modelos de centros financieros a los que Santiago podría aspirar, como el de mercados off shore, donde la actividad se realiza físicamente fuera de los límites donde se domicilian las entidades. Cayman, para fondos; Bermudas, para seguros, por ejemplo. En este caso no está presente el aspecto urbano. Lo que prevalece es el aspecto jurisdiccional, regulatorio y tributario al momento de decidir domiciliar una entidad. En general, la actividad se realiza en otra parte, típicamente en un centro financiero tradicional. Pero en esto también Sanhattan muestra sus debilidades. Establecer un hedge fund desde Santiago, por ejemplo, supone dificultades enormes. Existen restricciones al tipo de activos que pueden operar. Se requiere sacar Rut e iniciar actividades, aun cuando el fondo solo opere fuera de Chile. Tiene además restricciones respecto de transacciones fuera de rueda. Las comisiones de administración estarán afectas a IVA. El tratamiento tributario para inversionistas externos tampoco es favorable. A eso, sume las dificultades de una ley que no es ley común ni es en inglés. La jurisprudencia no es referencia definitiva.

La experiencia de jueces en materias económicas complejas es baja. Las garantías y su constitución es problemática. Si lo vemos desde el punto de vista de un fondo externo para operar en Chile, es difícil sacar Rut simplificado, es más difícil operar a través de corredores nacionales que a través de corredores externos, la falta de netting y otras normas dificulta operar derivados con contrapartes chilenas, así como también la operación de bonos domésticos.

El peso no es convertible, y muchas veces no se puede recibir dinero directamente de cuentas establecidas en Chile, pues en varias jurisdicciones no somos considerados como país que cumpla los requerimientos de control de lavado de dinero. Evolucionar hacia un centro financiero requiere avances en una multiplicidad de áreas, que incluyen temas urbanísticos, regulatorios, infraestructura, legales, impositivos, entre otros. En esa perspectiva estamos lejos de generar las condiciones para ser un verdadero centro financiero regional. Hacer un par de reformas, simplificar algunos procesos y llamar Sanhattan a un conjunto de edificios está muy lejos de ser suficiente para atraer talento que colabore con el crecimiento e innovación que tanto requerimos.

(*) El autor es Phd en Economía, New York University, y economista jefe BBVA Chile.

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