Speakeasy: reproduciendo la época de la "Ley seca" en Santiago

En los años ’20 comenzó a utilizarse el término speakeasy para llamar a los bares clandestinos, pero ¿qué se hacía en estos lugares? Era un espacio a puertas cerradas y exclusivo que nacieron durante el periodo en que en Estados Unidos (y Canadá) había prohibición de bebidas alcohólicas entre (1920-1932), período conocido como la “Ley seca”.
El término proviene de la forma en que un cliente pedía un trago sin levantar sospechas: los garzones le sugerían a los clientes habituales que estuvieran callados o hablaran bajo, lo que en inglés se dice “speak easy”. La entrada nunca era restrictiva o discriminatoria, sino que se transformaba en un juego donde había que tener la clave.
Así es como estos tipos de bares han vuelto, para desarrollar un nuevo concepto que en ciudades como Buenos Aires, cuenta con varias aperturas.
Hace un año Chile se atrevió a importar el modelo y abrió el primer bar se este estilo: el Room 09, que es parte del restaurante 040 y queda en Antonia López de Bello 040, Providencia.
Pero no cualquiera puede entrar. Para hacerlo hay varias posibilidades. Se puede obtener una membresía que los dueños entregan a quienes ellos elijan o a través de sus redes sociales difunden diariamente la clave del día, por lo que no es necesario pasar por el restaurante.
También se puede entrar comiendo en el lugar y al terminar la comida se le debe pedir al garzón que quiere conocer la habitación número 9, él traslada a las personas hacia la puerta, suben cuatro pisos en un ascensor y una anfitriona los lleva a una terraza con una exclusiva vista. “Jugamos con presentaciones absurdas. Por ejemplo, un cóctel que se sirve en un vaso y se llevan en un carrito, o una ampolleta. Además hay servicio de tapas, como croquetas de espinaca, erizos y ostras, entre otros”, explica el mixólogo, Rodrigo Muñoz.
En el lugar se oye de fondo música tipo jazz, charleston y en varias oportunidades cuentan con bandas invitadas. “Acá no se venden piscolas, sino que apuntamos a que la persona consuma algo bueno con una cantidad de alcohol acorde y que disfrute. Tratamos de cuidar a nuestros clientes haciendo los cócteles con la medida necesaria para tener una linda velada”, dice Muñoz.
Para recibir una mejor atención o asesoría es mejor sentarse un rato en la barra y preguntarle al bartender lo que sugiere.
Otro que abrió sus puertas hace poco es el bar del restaurante Ky, ubicado en Av. Perú 631, Recoleta. La casona de este lugar la ambientaron dejando la terraza exterior como restaurante y el primer piso como bar, el que tiene como anfitrión a un hombre pequeño que abre las puertas del lugar.
Tiene una capacidad para unas 100 personas y también está ambientada en los años ’20. Sobre la barra hay pipetas donde se sirven tragos, simulando un laboratorio y detrás hay una barra con diferentes etiquetas. En su interior está Dr Jekyll, quien viste un delantal blanco y es el encargado de preparar sabrosos cócteles junto a los sabores de la cocina de Ky.
No abren todos los días, por lo que hay que estar atentos a las redes sociales donde difunden su clave.
Bares porteños
En Buenos Aires los speakeasy son varios y el más popular es Harrison, ubicado en Palermo viejo. Aquí hay dos formas entrar, la primera es comiendo en el restaurante Nicky Harrison o presentando una de las tarjetas de membresía que sólo mil personas poseen. El jazz es protagonista en este espacio estilo vintage, decorado con sillones de cuero, lámparas antiguas y cristalerías talladas. Los cócteles son clásicos, como un Negroni, Old Fashion o un Manhattan, pero al estilo del lugar. Destaca el amore milano, un cóctel fresco y levemente amargo que incluye un whisky de 12 años, vermouth, jugo de pomelo, bitter casero y menta.
Frank’s Bar abrió sus puertas en Palermo Soho hace un par de años. Para obtener las contraseña hay que seguir las redes sociales con el hashtag #pistasfrank donde publican una adivinanza sobre algún personaje histórico y el que logra dar con la respuesta puede entrar. La barra está siempre llena de clientes y cuenta con un salón y un vip. Reconocidos bartenders están a cargo de la coctelería, sugiriendo lo clásico, lo reversionado y lo de autor. A veces tienen DJ’s en vivo.
Otro bar escondido en Palermo es Victoria Brown Bar. En su parte delantera es un café, y para llegar al bar hay que pasar por el mural hecho por el artista argentino Martín Ron. El dibujo es de la reina Victoria de Reino Unido sentada en su carruaje, llevando un corazón-gaita. El lugar se caracteriza por la coctelería de autor y ofrecen una carta de cocina internacional, que incluye ceviche, opciones con mariscos, además de ensaladas, carnes, pastas y otros.
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