Ciberseguridad: una realidad apremiante


El ciberespacio es un gran ecosistema íntegramente desarrollado por la mente humana, donde las comunicaciones y, por supuesto, la Internet nos presentan enormes desafíos. Es una construcción en la cual, al igual que en el mundo físico, existen infinitas oportunidades, insondables peligros y múltiples riesgos.

Muchas de las actividades que realizamos a diario las hacemos en este mundo que evoluciona constantemente. Cada vez dependemos más de los sistemas de información para desenvolvernos en la modernidad, siendo una tendencia creciente el vivir en una sociedad en que lo digital cumple mayores roles y del que somos cada vez más dependientes.

El tiempo en pandemia produjo un cambio de hábitos en el ser humano y su vinculación con lo digital. Gracias a ello, enfrentamos el Covid-19 con herramientas que transformaron nuestra vida y permitieron que muchas de las actividades cotidianas no se detuvieran. Pasamos a tener una nueva normalidad, como: el teletrabajo, la compra online, los trámites bancarios en línea, los pases de movilidad y un largo etc.

Si bien como país hemos hecho bien en la creación de infraestructura y conectividad, tenemos una debilidad casi inconmensurable en el mundo de la Internet: ¡La ciberseguridad!.

Los recientes y lamentables eventos de ciberseguridad ocurridos en Chile este último tiempo, son una clara demostración que estamos al debe en esta materia, demostrando que un ciberataque no solo nos compromete como personas individuales, sino también nuestra democracia, los derechos humanos y la integridad nacional. Estos ciberincidentes visibilizaron el tema y permitieron que estas falencias se transformaran en una gran oportunidad de mejorar y poner la ciberseguridad dentro de las prioridades nacionales.

Avanzar en ella demanda una visión amplia, que va desde la concepción estratégica (que tiene varios años y que precisa renovación) siguiendo por una cultura de ciberseguridad en la sociedad, para ser cada vez más conscientes de su importancia. Esto nos lleva a la necesaria creación de conocimiento y capacidades propias, a usar de mejor forma las tecnologías de la información adoptando prácticas y estándares reconocidos, y desarrollando una legislación moderna y robusta que permita hacernos cargo de la ciberseguridad chilena.

Hemos dado pasos importantes como la Ley N° 21.113 que consagra a octubre como el mes de la ciberseguridad, normativa promulgada hace 4 años como una forma de reconocer su creciente impacto, alineándose así con Europa y Estados Unidos, países que también han establecido -este mismo período- para destacar la importancia y el efecto que tiene ella en esta moderna realidad.

En el Senado, actualmente trabajamos en la Ley Marco de Ciberseguridad con la que esperamos iniciar la construcción de una institucionalidad y gobernanza robusta y resiliente, que nos permita actuar de mejor forma frente al flagelo que implica la ciberdelincuencia. De la misma forma, hemos actualizado nuestra Ley de Delitos Informáticos, adoptando el Convenio de Budapest y estamos próximos a despachar la Ley de Protección de Datos Personales, que son los pilares de un Estado digital y moderno, donde la relación digital entre él, las instituciones y las personas toman cada vez mayor protagonismo.

Es importante destacar que estamos trabajando desde diferentes frentes en el Senado. La Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia Tecnología e Innovación, de la cual soy integrante, ha creado una Mesa de Ciberseguridad. A ella hemos convocado no solo a parlamentarios sino a más de un centenar de especialistas y expertos de todas las áreas vinculadas y representativas de la sociedad, con el claro propósito de prospectar, analizar y generar nuevos insumos legislativos que serán entregados -por este equipo de trabajo- en Congreso Futuro 2023. Además, nuestro trabajo derivará en un “Foro Nacional de Ciberseguridad” que elaborará lineamientos generales de lo que debe ser una política de Estado, consensuada más allá de las ideologías políticas.

Nunca debemos olvidar que, como usuarios, somos los responsables -por obra u omisión- de los ciberincidentes que nos afectan. Debemos procurar buenas prácticas, adoptando el concepto de ciberhigiene que nos ponga en alerta para minimizar los riesgos de ser afectados por ciberdelincuentes.

Recordemos siempre: “En ciberseguridad no se compite, se colabora”, nadie está exento o inmune de sufrir algún ataque de delincuentes cibernéticos.

*Senador por la Región de Valparaíso

Integrante de la Comisión “Desafíos del Futuro, Ciencia y Tecnología”, del Senado

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