Columna de Enzo Tagliazucchi: “Microdosificación con psicodélicos: expectativas, mitos y realidades”

Imagen referencial. Foto: AP

Después de varias décadas de limitaciones impuestas por la legislación vigente, las drogas psicodélicas han emergido con fuerza como posibles nuevos tratamientos en salud mental y cerebral.

Actualmente, se registran decenas de ensayos clínicos que buscan evaluar la efectividad de la psilocibina (una droga psicodélica clásica) para el tratamiento de trastornos tales como la depresión, la ansiedad, y el deterioro cognitivo en pacientes con enfermedades neurodegenerativas, entre otros. Si bien estos ensayos se encuentran aún en curso, la evidencia recolectada hasta el momento es alentadora; por ejemplo, en el tratamiento de la depresión, la psilocibina muestra una eficacia comparable al del escitalopram (un antidepresivo de amplia difusión), pero con acción rápida, menos efectos secundarios, y (quizás lo más importante y llamativo) efectos antidepresivos sostenidos luego de uno o dos consumos de la droga.

En paralelo a estos esfuerzos clínicos y científicos, se ha masificado otra práctica que involucra a los psicodélicos, la cual cuenta con mucho menos apoyo empírico y evidencia a favor. Se trata de la microdosificación: el consumo periódico de pequeñas dosis de psilocibina por parte de individuos sanos con el objetivo de mejorar sus capacidades mentales, incluyendo la creatividad, la concentración y las capacidades cognitivas.

Al tratarse de una práctica que se realiza por fuera de un entorno clínico supervisado, no existen estándares que regulen las cantidades y las frecuencias de uso, y por lo tanto la microdosificación puede involucrar distintos regímenes de consumo. Por ejemplo, el consumo puede ser diario, o bien día por medio, o bien una vez cada tres días, etc. En general, se busca que las dosis consumidas sean sub-alucinógenas, esto quiere decir, suficientemente bajas como para no desencadenar los efectos subjetivos típicos que caracterizan las dosis altas de psicodélicos (distorsiones sensoriales profundas, cambios en el estado anímico, alteraciones en la percepción del cuerpo y sus límites, etc).

Existen algunos estudios realizados online que apoyan la efectividad de la microdosificación para alcanzar los objetivos deseados por quienes realizan el consumo. No obstante, la evidencia aportada por estos estudios es muy débil, ya que típicamente no incluyen una condición de control (o, como se denomina técnicamente, un “placebo”). La inclusión de un placebo (cuya identidad es ignorada por los sujetos y los experimentadores) es fundamental para que los resultados no se encuentren sesgados por la expectativa de los participantes, quienes típicamente están convencidos de los efectos positivos de la práctica. Cuando se descartan este tipo de estudios, la evidencia a favor de la microdosificación es mucho más escasa.

En un trabajo reciente de mi laboratorio en el Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez, investigamos 35 participantes a punto de iniciar un esquema de microdosificación con una pequeña cantidad de hongos psilocibes, los cuales contienen psilocibina. Cada participante consumió una dosis pequeña de hongos o bien un placebo inactivo, de forma tal que ni ellos ni los experimentadores supieron la identidad de la dosis consumida hasta finalizado el protocolo. Investigamos una amplia cantidad de funciones cognitivas, así como la capacidad creativa de los participantes, sus niveles de actividad diaria, y hasta realizamos mediciones de actividad cerebral mediante electroencefalografía. El resultado de nuestro estudio es que la microdosificación no aporta ninguna de los beneficios buscados, e incluso afecta negativamente algunas facultades de quienes consumen la droga, tales como la capacidad de prestar atención de forma sostenida en el tiempo. Es importante notar que los participantes de este estudio eran todos individuos sanos, y que por lo tanto los resultados no sirven para descartar la posibilidad de que la microdosificación con psicodélicos tenga posibles usos terapéuticos.

La microdosificación sigue volviéndose cada vez más popular en ciertos círculos, que incluyen algunas empresas altamente competitivas de Silicon Valley, en la cuales la creatividad y la capacidad para resolver problemas son facultades muy codiciadas y muy bien recompensadas. Pero la investigación científica realizada hasta la fecha, tanto por nosotros como por otros laboratorios, cuestiona fuertemente la efectividad de esta intervención.

Más aún, existen múltiples riesgos asociados a la misma. La psilocibina es una sustancia que puede desencadenar episodios psicóticos en ciertos pacientes, por lo tanto, se considera una contraindicación para ellos. Además, se piensa que el consumo crónico de psilocibina u otros psicodélicos podría afectar negativamente al sistema cardíaco. Por último, las drogas psicodélicas son ilegales en la inmensa mayoría de los países del mundo, y consumirlas en forma de microdosificación no constituye una excepción a estas leyes. Por estas y otras consideraciones, es fundamental realizar una consulta con un profesional de la salud mental antes de embarcarse en cualquier forma de automedicación con psicodélicos.

*PhD en Neurociencia, Profesor de la Escuela de Psicología y el Instituto BrainLat de la Universidad Adolfo Ibáñez.

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