Qué Pasa

Crisis de los 40: “Yo me aburrí rapidito de mi ex señora. Dos guaguas y no daba para más”

Esta semana seguimos con la historia de Catalina, que ya no soporta a su marido, pero tuvo un extraño encuentro con su jefe, quien le hizo una sorprendente confesión.

Crisis de los 40: “Yo me aburrí rapidito de mi ex señora. Dos guaguas y no daba para más”

Esta semana vuelve Catalina al diván del líder, gerente corporativa que, pisco sour mediante, se llevó una gran sorpresa tras reunirse con su jefe: Cata, no te sigas engañando con Ismael. Corremos la misma suerte, solo que yo atiné antes.

Para el psicoanalista Luciano Lutereau “toda pareja tiene en su horizonte la separación”. Sí, independiente de cuan conscientes seamos de la problemática asociada, la separación siempre está rondando y jugando con las alternativas, las consecuencias y las emociones.

Crisis de los 40: “Yo me aburrí rapidito de mi ex señora. Dos guaguas y no daba para más”

Vamos con Catalina

Por donde partir... ¿Cachai cuando te sale la Torre en el tarot? Así estoy. Perdona, ya me ordeno. ¿Te conté que iba a almorzar con mis suegros? Bueno, no comí nada. Mi suegro no podía creer que Ismael llevara un año sin trabajar y que yo no lo dijera nada. Tampoco entendió lo del yoga. Y mi suegra, escandalizada, se enojó conmigo por haber permitido todo esto. Básicamente la culpable soy yo.

¿Culpable de qué?

De no prestarle la debida atención a su bebé. De no ponerle límites y de dejarlo andar tan libre por ahí. ¿No has pensado que pueda estar con otra? ¿No te preocupa tu matrimonio? ¿Tu familia? Fue atroz, pues mis amigas me dicen lo contrario…que si sigo brujeándolo se va a ir de la casa y mi suegra... ¡Me voy a volver loca!

¿Y tú suegro que opina?

Quedó mudo cuando la mamá del niño tomó la palabra. ¡Y no la soltó más! Se puso a la defensiva, como si estar preocupada por Ismael fuera atacarla a ella y a su familia. Y supongo que lo más tranquilizador era echarme el bulto a mí (fuerte suspiro). Por suerte tenía un directorio al que no podía faltar, así que me despedí con una sonrisa falsa, diciéndoles -con cierta maldad- que al menos una tenía que trabajar (silencio).

Partiste…

Sí, y recién arriba del Uber me desarmé, pero como no puedo darme ese lujo por más de tres minutos, me empecé a peinar y maquillar mientras revisaba la presentación en el celular… En fin, llegué justo y Fernando, mi jefe, me miró con cara de alivio, pues tenía que mostrar los resultados para después él llevar la reunión (largo suspiro). Perdona, me agoto solo de recordar, pero disparé los números tan rápido, que el directorio, en vez de leerlo como que quería salir rápido del cacho, me llenó de elogios, cosa que a mi jefe incomodó. De hecho, al finalizar el directorio varios se nos acercaron y lo felicitaron por tenerme en su equipo. Seba, no le gustó nada y de vuelta a la oficina me empezó a lanzar indirectas con veneno, hasta que en un momento le paré el carro y le dije que fuera hombrecito y me dijera lo que me quería decir.

Explotaste…

Sí, Fernando quedó de una pieza, pero en vez de enojarse, me invitó al Titamisú a conversar. ¿Pisco sour? Una vez más, nos reímos a costa de Monsalve y al segundo pisco sour me preguntó. ¿Qué te pasa Cata? (silencio).

¿Pasó algo?

No, solo que al contarte esto me acabo de dar cuenta que nunca me había dicho Cata. Ni con dos o tres pisco sour. Bueno, sandwichito de palta le terminó contando sus problemas matrimoniales al jefe y, a diferencia de otras veces, me escuchó.

¿Qué cambió? ¿Tú tampoco habías nombrado a Fernando?

¿En serio? ¿Siempre hablo de mi jefe? Filo, Fernando es mi jefe y todos sabemos que es un genio con los números y una bestia con las emociones. Es de esos que amas, que odias, porque siempre avanza, siempre se las arregla y siempre se sale con la suya. Bueno, por algo está donde está. Y nunca me imaginé que al segundo pisco sour mi perspectiva de él cambiara tanto.

¿Por?

¿Te dije que es una bestia no? Bueno, no había empezado a tomar el segundo pisco sour cuando me dice, Cata, te lo voy a decir simple. Los dos somos los inteligentes de la relación. Los dos somos los feos, aunque tu no eres nada fea, pero al lado de Ismael, sí. Yo los conozco desde la universidad. Él siempre fue lindo y tu ruda y matea. Muy atractiva, sin duda, pero no nos engañemos. Ni tu ni yo coronábamos ningún ranking de belleza, pero los dos nos casamos con personas bellas, solo que yo fui más inteligente que tu (silencio).

pisco

¿Eso te dijo?

Espérate, está recién empezando. Y me lanzó todo esto sin que ninguno de los dos tocara su segunda copa. Cata, me confesó, yo me aburrí rapidito de mi ex señora. Dos guaguas y no daba para más. No había conversa, no había emoción y tampoco tanto cariño, pues claramente ella no se casó enamorada. ¿Me dolió? Claro que sí, pero me quedé con un par de hijos preciosos. Ya está. No me engañé más y empecé a buscar fuera. Y casado, con buena pega y plata créeme que es más fácil que cuando estaba en la universidad... (silencio). Sebastián, yo no podía creer lo que me contaba y con la frialdad con que lo hacía. No había rabia, tampoco pena, ni miedo. Estaba siendo realista. En otro contexto me habría enojado, pero después de hablar con mis suegros estaba abierta a escuchar a Fernando. ¿Mi gran error? Seguir casada con él. ¿El gran acierto de Ismael? Seguir casado conmigo (suspiro). Con mucha tranquilidad me hizo un análisis de mi situación matrimonial y me dijo que lo último que haría Ismael sería soltarme, a menos que apareciera alguien capaz de mantenerlo. Te juro que quedé paralizada y ahí me dice que la buena o mala noticia es que esa persona no ha aparecido -sino ya se habría ido-, pero que se está preparando. ¿Yoga? ¿Comer sano? ¿Meditar? Ayyy Cata… no puedo creer que seas tan ingenua. No está en yoga para ver lindos culos o para meterse con una pendeja. ¿Pidamos la cuenta?

¿Qué?

Eso mismo le dije yo y él se cagó de la risa. Cata, me dijo, las cosas siempre son más sencillas. Tu hace rato que no admiras a Ismael. Lo quieres y mucho. Eso lo sé y no lo entiendo, pues te queda chico y sospecho que eres tan floja para estas cosas que no te has dado la molestia de pensar en nada de todo esto. Dejaste de admirarlo y el pobre, a los cuarenta, ya no podía jugar tenis como antes. ¿Qué harías tú si te admiraran poco en la pega y en la casa? ¿Qué pasaría si guateras en lo único que eras buena? Cata, a Ismael se le acabó el tenis y se metió a yoga y seguro está lleno de minas que lo admiran. ¡Es guapo! ¡Tierno! ¡Y todas esas webadas que jamás dirán de mí o de ti! En síntesis, lo que me dijo Fernando es que Ismael se estaba preparando para una Cata 2.0. Una mina más joven y con plata que lo admire y mantenga…

¿Pero trabajaba no?

Sí, trabajaba, pero se conformaba con estar en un buen lugar y ganar el desde. Nunca fue muy ambicioso, pero sí muy agradador. Todos lo querían mucho, pero Fernando tiene razón; su fuerte en el banco de inversiones era el tenis. ¿Te conté que casi fue profesional? ¿No? Bueno, casi lo fue, pero sus papás no lo dejaron. Igual entró a ingeniería con beca deportiva y sí, no fue el mejor estudiante y también es cierto que lo ayudé muchísimo y que lo obligué a terminar la carrera. Lo obligué a trabajar. Ayyy… qué horror Sebastián, parece que la bestia soy yo. No soy mejor que Fernando y ahora estoy en shock. ¿Qué hago con mi matrimonio? Mejor dicho… ¿Qué hago con Ismael? ¿Lo dejo o espero que me deje él? ¿O nos morimos esperando? No pude tocar el segundo pisco sour y Fernando se excusó diciéndome que si se quedaba un segundo más su polola le iba a hacer un escándalo. Así, me quedé sola en una terraza pensando en esto. Por suerte, fumo. Y me fumé un pucho tras otro hasta que mi cuerpo me dijo basta.

Las uniones o separaciones, según Luciano Lutereau, no siempre tratan del amor o del deseo, sino que muchas veces dependen de la seguridad emocional, económica, de la capacidad de estar solos o de las ganas de vivir otra vida. ¿Será esta última la variable que guía las decisiones de Ismael?

Y es que, siguiendo la línea argumental de este analista argentino, “la mayoría de las personas no se separan cuando no quieren estar con el otro, sino cuando ya no quieren ser quienes sienten que tienen que ser cuando están con su pareja”. Básicamente la gran pregunta que surge desde este paradigma es: ¿Le gusta a Ismael quien es cuando está con Catalina o está más a gusto cuando está a solas o con otras personas?

Ahora, desde la óptica de Yuval Noah Harari, el sufrimiento de Catalina y la felicidad de Ismael no son más que diferentes equilibrios de sensaciones corporales, pues los humanos no reaccionamos a los acontecimientos del mundo exterior, sino a sensaciones de nuestro cuerpo.

Así, para el autor de Homo Deus, Ismael no padece por haber perdido su trabajo, ni por la economía familiar o por atravesar una crisis matrimonial, sino por “las sensaciones desagradables en su propio cuerpo”. Desde esta perspectiva, intentar controlar el cuerpo y la respiración a través del yoga y la meditación no parece tan disparatado, aunque ciertamente su prolongada cesantía pueda desencadenar una depresión.

¿Estará depre o se habrá iluminado?

No hay como saberlo a ciencia cierta, pero la rabia y el miedo de Catalina, emociones asociadas a desagradables sensaciones corporales, no son abstracciones. De hecho, cuando Catalina se enoja con Ismael la invaden sensaciones de calor y de tensión en el cuerpo que la exasperan. ¡Ardo de rabia! Y el miedo literalmente la paraliza. No come, no se mueve, solo fuma y piensa…

Continuará…

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