Columna de Óscar Contardo: Una mochila llena de escombros

FOTO:MARIO DAVILAHERNANDEZ/AGENCIAUNO
Un liceo no debería ser parte de la crónica roja habitual, ni tampoco el lastimero aullido de un animal moribundo que alguna vez fue paseado por las plazas y calles para exhibir el lustre de su estampa y agitar con ello una vanidad solemne y ostentosa. Un liceo debiera ser otra cosa, algo como la costura fina de un traje que puede vestir a cualquiera -hombre, mujer, pobre, rico- con la misma dignidad.