Revista Que Pasa

El infiltrado

Durante tres meses, el ex policía antinarcóticos Cristián Ajraz fue uno de los hombres más buscados por la PDI, hasta que el 13 de noviembre cayó detenido en la casa de un abogado en Vitacura. ¿Cómo es que uno de los mejores agentes encubiertos del país termina acusado de los mismos delitos que perseguía? Ésta es su versión desde la Cárcel de Alta Seguridad.

El 13 de noviembre, mientras el ex policía estrella de la PDI, Cristián Ajraz (39) era conducido por un grupo de gendarmes rumbo a su celda en la Cárcel de Alta Seguridad (CAS), se sentía nervioso. Con el conocimiento que tenía del mundo delictual durante sus 19 años en Investigaciones, y otros cinco en que actuó como agente encubierto infiltrando peligrosas organizaciones criminales y de narcotraficantes, estaba seguro que el recibimiento en el penal iba a ser, a lo menos, violento.

Pero ocurrió lo contrario. Los homicidas de Daniel Zamudio y la banda de asaltantes Los Fantasmas no sólo lo recibieron muy bien. También hubo reos que le prestaron ropa y los insumos básicos para pasar sus primeros días en la cárcel.

No fue la única sorpresa. Ajraz quedó boquiaberto cuando, en los pasillos de la CAS, se encontró cara a cara con presos a los que él mismo había capturado tiempo atrás. Uno de ellos es el abogado Víctor Gottschald, a quien en septiembre de 2011, cuando el detective aún era un destacado miembro de la Brigada Investigadora del Crimen Organizado (Brico), lo apresó junto a un grupo de traficantes.

Ironías de la vida, un año después Gottschald y Ajraz, dos tipos de apellidos inusuales y carreras ligadas a la justicia, no sólo comparten la misma cárcel. También están detenidos por el mismo delito: tráfico de drogas.

“Fue bastante chocante que personas a las que yo detuve me recibieran tan bien. No hubo ninguna agresión, ninguna mala palabra. Eso demuestra que uno no ha sido un delincuente, un corrupto ni mucho menos, sino que ha sido un oficial transparente”, dice Ajraz sentado en una pequeña sala de visitas de la CAS de no más de dos metros cuadrados.

Ajraz se ve tranquilo. Habla pausado, a ratos como si estuviera operado de los nervios, pese a que vive uno de los peores momentos de su vida, luego que la Fiscalía Metropolitana Sur, hace dos semanas, lograra su formalización por asociación ilícita y tráfico de drogas. Lo acusa de entregar información falsa a fiscales y policías para distraer operaciones de entrega de drogas en las que, supuestamente, él mismo participaba. También, de haber mantenido vínculos con el traficante y ex informante de la Brico Jorge Cepeda Concha (38), quien entregó su nombre.

“Es un funcionario policial que, utilizando su actividad profesional, lucra con las mismas investigaciones que está realizando”, dijeron de él los fiscales durante su formalización. Pero Ajraz, en su primera entrevista desde la cárcel, niega tajante: “Me considero inocente”. Y sobre Cepeda, afirma: “No sabíamos que era traficante. No teníamos idea. Si hubiese sido traficante, no habría sido enrolado por la institución”.

Pocos meses atrás, sin embargo, Ajraz estaba en una posición muy distinta a la de hoy. Fue, durante años, elegido el mejor policía en las distintas divisiones de la PD,  donde trabajó durante casi dos décadas: se destacó en las brigadas de Delitos Económicos, Delitos Portuarios y de Investigación Criminal de Valparaíso. También en el Departamento de Inteligencia Antinarcóticos, como subcomisario en la Brico y, especialmente, en su rol de agente encubierto para desbaratar bandas criminales tanto en Chile como en Perú, al punto que llegó a hacer clases a varios fiscales del norte sobre el rol de los infiltrados en casos de drogas. ¿Cómo es entonces que un policía estrella termina preso y acusado de los mismos delitos que perseguía?

El informante

Como detective, Cristián Ajraz ha estado vinculado a exitosas operaciones. Una de ellas fue la detención de el Olfo, el hijastro del traficante Mario Silva Leiva, alias el Cabro Carrera. También fue escolta de la ministra de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Beatriz Pedrals mientras ella investigaba tráfico de drogas.

Sin embargo, hoy su realidad es muy distinta: pasó de policía a imputado. El Ministerio Público lo indaga porque estima que estaba coludido con un funcionario del Servicio de Impuestos Internos (Claudio Molina) y con otro de Aduanas de Arica (Alfonso Labarca) para lograr transportar 17 kilos de drogas por orden de Cepeda.

También fue detenida como parte de la misma red,  Ana María Bravo, una modista de Quilpué que trabajaba como informante para él.

Es el mismo caso que lo tiene preso hoy y por el que estuvo prófugo desde agosto, hasta que fue detenido hace dos semanas en un espectacular operativo, que incluyó un helicóptero, protagonizado por sus propios ex compañeros de la PDI. Lo encontraron en la casa de Vitacura del abogado Manuel Valenzuela Bejas, un socialista que fue presidente del directorio del diario La Nación.

“Yo no conozco a la gente de Arica. No conozco a los funcionarios de Aduanas ni de Impuestos Internos”, se defiende Ajraz.

-¿Y a Ana María Bravo la conoce? Dicen que usted la reclutó, falsamente, como informante.

-Ana María es la mejor informante de Chile. Ella está detenida injustamente, porque ninguno de los dos traía droga.

-¿Entonces a qué atribuye las pruebas en su contra?

-Son declaraciones sólo de un imputado: Jorge Cepeda.

-Si usted dice que es inocente, ¿por qué mantenerse prófugo desde agosto y no enfrentar a la justicia?

-No estaba prófugo, estaba preparando mi defensa. A mí no me han interrogado, ni siquiera ha terminado el sumario interno. Nada.

-Pero se escondía en la casa de Valenzuela.

-No. Él era mi abogado en ese tiempo. Yo me presentaría el jueves 15 al tribunal de garantía. De hecho, el día anterior, el lunes 12, estuvimos en una reunión afinando los detalles y se preparó la defensa. Pero me detuvieron al día siguiente, el martes 13 de noviembre.

-Alojaba en la casa de Valenzuela. Lo capturaron en el entretecho.

-No.

-Pero tenía sus cosas allí.

-No. Yo andaba con mi bolso.

-¿Y dónde estuvo oculto todo el tiempo en que lo buscaba la PDI?

-En todos lados.

-¿Vivía nervioso?

-Sí, porque no sabía de qué se me acusaba. Pero nunca estuve prófugo. Siempre tuve la intención de entregarme. Pero quería saber de qué se trataba.

Cristián Ajraz viste una polera deportiva color gris. Es martes 27 de noviembre y hace apenas unas horas atrás,  de camisa celeste y bien planchada, declaró en el tribunal oral de Puente Alto en calidad de testigo en un caso de narcotráfico que él mismo ayudó a desbaratar dos años antes de caer detenido: era el responsable de contactar a los informantes de la zona sur de Santiago.

Frente a las juezas se veía tranquilo. Pese a que el escenario era, a lo menos, curioso: la misma fiscalía que hoy lo requiere para avalar esta investigación es la que lo indaga por tráfico.

En la audiencia, las defensas de los imputados cuestionan su  presencia como testigo. Es inevitable que los abogados saquen a relucir que Ajraz está preso. “Supuestamente estoy como imputado. Yo jamás he traficado droga. No voy a perder mis años de servicio por una estupidez”, aprovechó de decir el ex policía al tribunal.

En contra de Ajraz, la Fiscalía Sur tiene varias pruebas, entre ellas escuchas telefónicas de conversaciones con Jorge Cepeda. Además, mira con sospecha que el detective comprara un Audi de 2006 a Cepeda y que se construyera una parcela en Quillota, que considera no acorde con sus ingresos.

Pero Ajraz asegura que demoró cinco años en levantar su casa, que encargó la construcción a un maestro, que pidió un crédito hipotecario de más de 100 millones de pesos y que no ha gastado en arriendo nunca porque vivía con sus suegros.  También, afirma que como policía tenía un buen sueldo: “Yo ganaba un millón 500 mil pesos”.

Todos, hechos que, insiste, probarán con documentos sus actuales abogados: Carlos Brito Franulic y Cristián Santander.

-¿Por qué le compra un Audi a Cepeda si él era informante y usted policía?

-Él tenía una automotora en Pirque. Y vendió autos a muchos funcionarios. De hecho, el mío lo iba a comprar un capitán de carabineros. En una oportunidad, él me dijo que tenía un auto que estaba con problemas mecánicos, que no eran muy graves pero que nadie lo quería comprar porque los repuestos de los Audi son muy caros.

-¿Cuánto pagó por el auto?

-Costaba 9 millones de pesos. Di 3 millones  en efectivo y mi auto, un Subaru usado, en parte de pago.

-Insisto, ¿por qué compra el auto a un informante?

-Ese fue mi error, haberle comprado el vehículo a él. Es que uno no ve mala intención. Si uno anduviera con mala intención, el auto no lo habría puesto a mi nombre, sino de un testaferro o de otra persona. Incluso, Cepeda me llamó y me dijo que para que yo estuviera tranquilo, mi auto Subaru que di en parte de pago “lo pondré a nombre de mi hermana, que trabaja en la Intendencia”. Lo hizo para mayor confianza. Me dijo: “Para que estés tranquilo y no tengas problemas en el trabajo”.

-Cepeda era, además, traficante de drogas. De hecho, está detenido.

-No sabíamos que era traficante. Cepeda había sido ex funcionario de Investigaciones. Y toda su familia es de Carabineros. Este señor tenía contacto con muchos funcionarios, conocía bastantes jefes. Y la información que entregaba era bastante buena.

-¿Cómo conoció a Cepeda?

-Lo conocí en 2007, cuando él estaba enrolado como informante del Departamento de Inteligencia de Antinarcóticos de la PDI. Él fue a entregar antecedentes a la unidad, a mi jefe EN la Brico. Y como él no estaba, le pregunté en qué andaba. Él me contó y ahí empezó la relación.

-¿Él ya estaba involucrado en tráfico?

-No. Cuando se conoce a un informante, se le sigue su rutina. Entonces, lo habríamos detectado. Pero no es que uno trabajara todo el día con él, sino que si uno necesitaba ubicar a algún contacto, llamaba a Cepeda. Y él, por su mundo, conseguía los teléfonos.

-Si usted y Cepeda tenían buena relación, ¿por qué lo inculpa?

-Él se acogió a cooperación eficaz y no me entregó sólo a mí, sino a muchos funcionarios.

-De ellos, ¿cuántos están presos?

-Soy el único.Y eso que varios más compraron vehículos y trabajaron CON él.

-¿Es usual que un policía tenga una relación tan cercana con un informante?

-Yo no podía desconfiar de él, porque después de que a uno le entregan una información, lo pueden estar esperando los narcos. Él me salvó la vida dos veces, porque en dos ocasiones habían detectado que yo era policía.

El agente encubierto

Cristián Ajraz  viene de una familia de uniformados de Quillota. Su padre era militar. Son cinco hermanos, uno de ellos es el carabinero Rodrigo Ajraz, ex escolta del ex presidente Ricardo Lagos y con una promisoria carrera en su institución. “Mi hermano es el mejor  funcionario, jefe de escolta, fue del Gope”, dice y lamenta que su nombre haya sido mencionado.

-Usted también tenía una carrera destacada. ¿Qué se siente haber sido el mejor policía y hoy estar en esta situación?

-Es que eso se contradice. Cuando haces el trabajo eres el mejor policía, pero ahora no eres nada. Nadie se te acerca. De mis colegas, nadie me ha venido a ver. Ni siquiera se han acercado a mi señora. Esto es muy fuerte. Emociona estar solo. Uno dio harto por la institución, pero nadie te apoya. Y todos sabían lo que yo hacía.

-¿Cuándo empezó a trabajar como agente encubierto?

-El 2007, con la fiscalía regional de Valparaíso. Luego me derivaron y me entregaron mi identidad en la Fiscalía Nacional, en Santiago.

-¿En qué consistía su misión?

-Lo que más hice fue infiltrarme en Perú y con gente de Sendero Luminoso. Ahí llegué como chileno, cuando estaba trabajando con una fiscalía. Allá los chilenos son muy valorados para el traslado de las drogas. Nosotros teníamos contacto con el cabecilla, un peruano que tenía un envío de droga para Chile. Llegamos a Arica y se planificó la entrega. Todo estaba vigilado por la policía. Y una vez que me pasaban la droga, se la entregaba a funcionarios para que ellos hicieran el embalaje y la prueba de campo. De ahí ellos tomaban contacto inmediato con el fiscal para que le mandaran la orden.

-¿Usted era el anzuelo?

-Sí, ellos no sabían que era policía.

-Hay que tener sangre fría para un trabajo así.

-Es difícil. Tienes que tener en la mente que estás en otro cuento. No te pueden detectar. Porque si saben que eres policía te matan ahí mismo.

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