Terremoto en Santa María
<p>En Vitacura, departamentos prácticamente nuevos -que costaron entre 300 y 500 millones de pesos-, se vieron afectados por el sismo. Sus propietarios hoy intentan llegar a una solución con la Inmobiliaria del Cerro. </p>

El lunes 8 de marzo, casi al mediodía, el empresario Eduardo Fernández León llegó a las instalaciones del condominio Santa María Polo Golf. El dueño de FFV, Inmobiliaria Las Brisas y socio de Consorcio, iba a realizar una discreta inspección al exclusivo complejo situado a un costado de la iglesia San Francisco de Sales, en Vitacura.
¿La razón de la visita? Como socio de Inmobiliaria del Cerro -la firma que desarrolló el proyecto- quería verificar en persona los daños que el terremoto habría causado en algunos de esos inmuebles y, de paso, comprobar los alegatos de los vecinos -cerca de 20 familias- que sostenían que sus viviendas quedaron "inhabitables".
Fernández León se enteró que los edificios Parque Magnolio, Parque Castaño y Cordillera Plomo -tres de los nueve que componen el condominio- presentaban daños. Fueron pocos los propietarios afectados que supieron que uno de los dueños de la inmobiliaria se paseaba anónimamente entre los edificios: la mayoría desalojó sus departamentos el día del terremoto.
El empresario examinó vigas y trizaduras. Más tarde, comentaría a un cercano lo impresionante de los destrozos: vidrios reventados, pilares torcidos y fisuras en los tabiques. Departamentos que costaron entre 15.000 y 25.000 UF -300 y 500 millones de pesos- exhibían escombros en el suelo y trizaduras en los muros.
¿Daños menores o graves?
A la Inmobiliaria del Cerro, la sociedad en la cual FFV es socia junto a Agustín Edwards -propietario de los terrenos en los que se edificó el proyecto-, le costó reaccionar. En una primera visita, el gerente general de FFV, Tomás Fernández; el gerente de ventas, Arturo Fernández; y el gerente de proyectos, Alfredo Claro, no dieron, según algunos propietarios, una respuesta satisfactoria.
"Dijeron que eran daños menores y que arreglarían los problemas sin necesidad de que los vecinos abandonaran los departamentos", comenta un propietario.
"Con el terremoto se rompieron las cañerías de gas y se cayeron los estanques de agua que estaban en el cielo de los edificios. Los ascensores también quedaron inutilizables. ¡Pero ellos decían que estaban habitables!", comenta otro de los afectados.
La comunidad de los edificios reaccionó con molestia. Muchos llevaban sólo meses viviendo ahí, en departamentos que tienen, en promedio, 300 m2. Incluso un grupo de personas no alcanzó a habitar los departamentos, aun cuando ya los habían pagado.
De inmediato se organizaron. Crearon un comité, encargaron un informe al ingeniero calculista Manuel José Ruiz y empezaron a contactar estudios de abogados para pedir asesoría legal y evaluar la vía judicial.
El primer informe de la empresa calculista de los edificios -Spoerer y Asociados- sentenció que los departamentos seguían siendo habitables. Sin embargo, pocos días después, tras una inspección más profunda, el mismo Eduardo Spoerer emitió una carta de disculpa, en la que aseveró que tras inspeccionar más profundamente se constataron daños estructurales que debían resolverse, afirma uno de los afectados.
Por el lado de FFV, la visita de Fernández León marcó un cambio en la manera de enfrentar el problema. En la última semana la inmobiliaria se ha mostrado más dispuesta a escuchar a los vecinos y a buscar soluciones en conjunto.
Los propietarios
Santa María Polo Golf comenzó a gestarse hace diez años, cuando Eduardo Fernández León se asoció con Agustín Edwards. Los cambios en el plano regulador de Vitacura atrasaron el proyecto por cuatro años. Pero en 2004 se reactivó. Fue ahí cuando se creó Inmobiliaria del Cerro, en la que cada socio tiene 50%. La empresa constructora elegida para levantar los edificios fue Ingevec.
El proyecto se estructuró en tres etapas. Los últimos edificios -Parque Magnolio y Parque Castaño, dos de los más dañados- fueron entregados hace diez meses.
Las torres se alzan en plena Avenida Santa María. Sus balcones miran al cerro Manquehue y al Club de Polo y Golf San Cristóbal. Los edificios tienen dos departamentos por cada uno de sus diez pisos. Sus propietarios son en su mayoría empresarios y ejecutivos de grandes compañías. Se trata, en gran parte, de personas por sobre los 50 años, con hijos fuera del hogar, que decidieron dejar sus casas de toda la vida en comunas como Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea. Aunque han preferido mantener el silencio y han sido reacios a ventilar el tema en los medios, entre los propietarios hay varias caras conocidas en el mundo empresarial y político.
"Era mi proyecto de vida vivir acá, mis hijos ya se casaron y por ubicación, este lugar me acomodaba mucho. Mi proyecto llegó hasta el terremoto grado 8, cuando todo se cayó y el edificio terminó con daño estructural", comenta ofuscado un propietario.
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