Gigi Caciuleanu está sobre el escenario, a pie pelado, como otro bailarín más. "No deben correr rápido, sólo desaparecer de la luz", les dice a los 21 bailarines en escena. "21 es la cifra de los arcanos, del tarot", nos confidencia más rato este coreógrafo rumano-francés que, como su director artístico, ha logrado que el Ballet Nacional Chileno pase por uno de sus mejores momentos. Es la mañana de un viernes luminoso. Porque en este teatro, a pasos de Plaza Italia, se vive un rito único. Es la primera pasada completa de Bach-Oratorio de Navidad, la nueva obra de Gigi, creada especialmente para la compañía de la Universidad de Chile, y que se presentará acompañada, como debe ser, con orquesta y coro en vivo. Hace 15 años a Gigi se le ocurrió la idea de hacer bailar a Bach. Es una larga obsesión. Y por eso al comienzo lo vemos sentado entre las butacas del público, detrás del director de orquesta, como un espectador ideal que a ratos sostiene una batuta imaginaria en sus manos y acompañado por Verónica Santibáñez, la maestra de baile, que toma notas de todo lo que va diciendo el coreógrafo. Esto no se parece a All that jazz ni Gigi es Roy Scheider. Después de una hora y 15 minutos Gigi sube al escenario para hacer las correcciones y habla de diagonales y de balanceo. No luce estresado ni tampoco sus bailarines. Como si el tempo de Bach los hubiera contagiado a todos. "Bach tiene nobleza, espiritualidad y matemáticas: todo lo que estoy buscando en la danza", asegura Gigi. Un tipo con aire místico, inventor de su propio estilo, una "danza docta pop" accesible para alguien de 80 años o un niño de 4. El ensayo termina y Gigi se despide: "Eso es todo. Muito obrigado". Y nosotros repetimos, agradecidos. Gigi, muito obrigado.

Teatro Universidad de Chile. Hasta el 19 de diciembre. Entradas desde $4.000. www.feriaticket.cl