El nombre de Fernando Felicevich nunca es mencionado. No lo pronuncian los dirigentes ni tampoco la prensa internacional. Pero este agente siempre está ahí: en medio de las transacciones futbolísticas más llamativas de Chile. Y eso es lo que causa curiosidad. Porque hasta hace no mucho, su vida no tenía nada que ver con el fútbol.

De hecho Felicevich, o Fe-Fe como le dicen, es un publicista argentino con un MBA en París, que nació en San Nicolás de los Arroyos hace cuarenta años. El 2002 llegó a Chile como ejecutivo de McCann-Erickson y comenzó, casualmente, su relación con el fútbol chileno a través de un amigo de infancia, el ex defensa Pablo Lenci, que jugaba su última temporada como profesional en Santiago Wanderers, y al que Felicevich ayudó a cerrar un contrato favorable.

Y así fue como comenzó todo. Su sociabilidad, disposición a escuchar y trato afable, hicieron que entrara rápidamente al círculo de amigos futbolistas de Lenci, como Patricio Ormazábal y Arturo Norambuena, que terminaron pidiéndole asesoría.

Justamente Norambuena, en 2005, cuando había fichado por Cobreloa, le aconsejó a un Alexis Sánchez de 15 años que se asesorara por gente ajena al negocio y le recomendó a Felicevich, que viajó a Tocopilla, se ganó la confianza de la madre de Sánchez y comenzó a forjar su exitoso estilo: acercarse al entorno íntimo del jugador, ofrecer ayuda sin nada a cambio mientras el futbolista siga actuando en Chile y, en la mayoría de los casos, entablar una relación de amigo-padre con cracks que, tal como Alexis, surgieron de entornos humildes con carencia paterna. Una historia conocida para el publicista, que perdió a su padre, un camionero de clase popular, durante la adolescencia.
Después de que le consiguiera un contrato en el Udinese de Italia, y posteriores préstamos a Colo Colo y River Plate, Alexis comenzó a correr la voz del estilo Felicevich en las prácticas y concentraciones de la Roja juvenil. El agente terminó haciéndose cargo de las carreras de Vidal, Medel, Mauricio Isla, Hans Martínez y Cristopher Toselli, entre otros. "Fe-Fe" levantaba los cimientos de su imperio de representación gracias, como él mismo ha reconocido, a "su ángel Alexis".

Su centro de operaciones está en su oficina en Vitacura con Luis Pasteur, donde trabaja con un equipo de seis personas. Ahí, el argentino pone a disposición de sus pupilos un abogado, un contador, un asesor en inversiones y tres secretarios permanentes que cumplen un rol fundamental: estar a entera disposición de los jugadores y sus familias. ¿Cuánto cobra por esto? En teoría nada. El modelo de negocio que armó se basa en tres premisas: 1) Él no recibe ninguna remuneración fija por los servicios que les presta a sus jugadores. 2) Cualquier transferencia local de sus pupilos no implicará porcentaje alguno para él, salvo un bono cuando el acuerdo involucra un aumento en las remuneraciones del jugador. 3) Cobra el 10% de comisión en cualquier transferencia al extranjero, pero esos honorarios no salen de la prima que recibe el jugador, sino de la transacción entre los clubes. Para que se haga una idea, el Chelsea inglés ofrecería US$ 30 millones por Sánchez, es decir, US$ 3 millones para Felicevich. Y el Sevilla pagaría US$ 8 millones por Medel, lo que le dejaría US$ 800 mil al representante.

Pero detrás de todos estos números, hay una idea que Felicevich les mete en la cabeza a sus pupilos cuando llegan a su corral: la fórmula del 15/50. Es decir, 15 años para jugar con todo, capitalizar y hacer caja para disfrutar tranquilamente los siguientes 50 años de la vida como ex futbolista. Ésa es la ecuación perfecta del representante más importante de Chile.