Helen Fisher: La doctora Amor
El amor es el impulso más fuerte que tiene el ser humano, dice esta antropóloga evolucionista que ha dedicado su vida a estudiar por qué, cómo y a quién amamos (y también por qué nos casamos, tenemos hijos y, eventualmente, nos divorciamos). Acá van algunas de sus respuestas para preguntas que todo ser humano se hace.<br>

Nadie mejor que la antropóloga estadounidense Helen Fisher para someter a prueba las canciones de amor que llevamos décadas escuchando. Afortunadamente, esta científica evolucionista -autora de Por qué amamos, El primer sexo y Anatomía del amor, entre otros libros- se presta para el juego mientras toma un café en el lobby del hotel donde se alojó en su reciente venida a Chile, invitada por la Fundación Ciencia y Evolución. Comenzamos con Nazareth y una buena power ballad: Love Hurts.
-El amor duele...
-El amor duele, eso no podría ser más cierto. Yo sostengo que el amor romántico es una adicción: una maravillosa adicción cuando las cosas van bien, pero es horrorosa cuando las cosas andan mal... Acabo de estudiar a un grupo de personas que sufrieron recientes rechazos amorosos y encontré una gran similitud entre su actividad cerebral y la de los adictos a la cocaína y a la nicotina: mucha ansiedad, mucho dolor... el amor sin duda duele... En todos mis estudios sólo he encontrado a tres personas que nunca han sufrido un rechazo: los tres eran muy atractivos, muy ricos y muy superficiales...
-El amor cambia todo...
-Por lo menos cambia nuestro cerebro. Apaga procesos cerebrales muy importantes. Mataríamos por amor, moriríamos por amor...
-El amor llega sin aviso...
-Sí. Stendhal dijo que el amor es como la fiebre: va y viene con independencia de nuestra voluntad.
-El amor siempre gana...
-Eso quisiéramos, pero no siempre gana. Por eso tenemos tanta gente que se suicida o mata o cae en depresión clínica.
-Todo lo que necesitas es amor...
-Cuando estás enamorado piensas así, pero no es verdad... también necesitas comer.
-El amor no me mentiría...
-El amor te mentirá... peor aún: te mientes a ti mismo cuando estás enamorado.
-El amor está en el aire...
-Falso: el amor está en el cerebro.
Helen Fisher es experta en el amor, pero no tiene pareja en este momento. Dice que está de vuelta en el mercado. Se casó a los 23 años y duró sólo unos meses. "Él era un buen tipo, ¡pero muy aburrido! No lo soporté". Su pareja más prolongada fue el periodista Ray Carroll, fallecido hace un año y medio, y a quien la autora ha dedicado todos sus libros.
"Hemos desarrollado tres tipos distintos de sistemas cerebrales para el apareamiento y la reproducción: uno es el impulso sexual, el segundo es el amor romántico y el tercero es el sentimiento profundo de apego".
"Amar es lo más importante que hacemos. Desde una perspectiva darwinista, si tú tienes 4 hijos y yo no tengo ninguno, tú vives y yo muero. Así que a quien amas, con quien tienes sexo, con quien te casas, con quien desarrollas un apego profundo, determinará con quién proyectas tu ADN en el futuro. Así que el amor es una parte muy importante de la vida humana, probablemente la más".
-Entonces el amor necesariamente es genético…
-Por supuesto. Hemos desarrollado tres tipos distintos de sistemas cerebrales para el apareamiento y la reproducción: uno es el impulso sexual, el segundo es el amor romántico y el tercero es el sentimiento profundo de apego. Y creo que los tres sistemas evolucionaron para prolongar nuestro ADN. El impulso sexual evolucionó para probar una amplia gama de parejas: o sea, puedes tener sexo con gente de la cual no estás enamorado. El amor romántico evolucionó sólo para que enfoquemos nuestra energía de apareamiento en una pareja a la vez. Y el apego evolucionó para permitirnos mantenernos con esa persona el tiempo necesario para, por lo menos, criar a un hijo, si no más. El amor es una combinación de estos tres sistemas cerebrales en diversos grados.
-¿Y es un impulso realmente poderoso?
-Tan poderoso, que en todas partes del mundo hay gente que mata, se suicida o cae en depresión clínica por haber sido rechazados en el amor. Es una parte esencial de la naturaleza humana. Con mis colegas pusimos a unas 50 personas enamoradas en un escáner cerebral, y no sólo descubrimos actividad en la corteza cerebral -que es donde efectuamos nuestro pensamiento- y en el sistema límbico -que es donde residen las emociones-, sino en regiones cerebrales primitivas, asociadas con nuestros impulsos, nuestras motivaciones, energías, tensiones. Y eso es el amor: un impulso.
-A propósito, y pensando en "la negación moderna de la naturaleza humana", planteada por Steven Pinker, ¿de qué lado de esa guerrilla está usted? ¿Cree que existe una naturaleza humana?
-No sólo lo creo: sé que existe. Somos una especie particular y tenemos características biológicas y genéticas peculiares. No creo que exista duda alguna de la existencia de la naturaleza humana. En todas partes del mundo, por ejemplo, hay poemas de amor, encantos amorosos, mitos y leyendas acerca del amor, películas, obras teatrales, canciones sobre el amor... ¡y todas dicen lo mismo! ¡Pablo Neruda dice exactamente lo mismo sobre el amor que los poetas de la antigua China! Ésa es una de las razones por las cuales la gente alrededor del mundo adora a Neruda: él apela a una parte básica de la naturaleza humana. Si el amor fuera sólo una cuestión cultural, nadie entendería a un poeta como él.
En sus libros y artículos, Helen Fisher plantea que los tres sistemas cerebrales se conectan con el aumento de ciertas hormonas y determinados neurotransmisores: el deseo sexual, relacionado con la testosterona; el impulso amoroso, asociado con la dopamina y la norepinefrina; y el sentimiento de apego, relacionado con la oxitocina y la vasopresina. "Estos tres sistemas cerebrales están constantemente activándose y desactivándose. Cuando estás enamorado, todo en la otra persona te parece sexualmente atractivo. La razón es que la dopamina, que se ha elevado con el impulso amoroso, gatilla el aumento de la testosterona, y eso te genera la sensación de un deseo sexual intenso. Tras el orgasmo se produce un gran flujo de oxitocina y vasopresina, que te hace sentir un enorme sentimiento de apego".
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