El decálogo de Maite Alberdi

La directora ha creado una obra que se aparta de algunos de los canones más establecidos del cine chileno al despojarse de los procesos políticos o contingentes, apelando a la realidad en su dimensión más cotidiana y azarosa.


Maite Alberdi (38) no sólo figura entre las realizadoras chilenas más reconocidas y relevantes del último tiempo. Parte de su obra puede observarse como un punto de quiebre con las formas y los contenidos de los documentales que se han desarrollado por décadas en Chile, más vinculados a procesos políticos y sociales, o a personajes y situaciones arropadas en ciertas contingencias.

Alberdi apostó por hacer foco en expresiones tan cotidianas que resultan universales, con protagonistas tan anónimos que adquieren una naturaleza extraordinaria e irradian una cercanía inusual con casi cualquiera que se sitúe frente a la pantalla, en base a un estilo narrativo donde domina el detalle más que el vértigo. Realidad pura donde la planificación muchas veces queda en manos del azar.

En el repaso por su huella autoral, El salvavidas (2011) trata de la historia de un guardián de playas del litoral central que en pleno verano debe poner orden en un lugar donde la gente precisamente no busca orden; La once (2014) es el retrato de cinco mujeres que desde hace 60 años se juntan sagradamente a cumplir el sagrado ritual de tomarse un tecito; Los niños (2016) sigue la vida personal y laboral de jóvenes con síndrome de Down; y por supuesto, El agente Topo (2020), cinta que cuenta cómo un hombre ya octogenario se infiltra en un hogar de ancianos para detectar posibles maltratos, la que le valió una nominación a los premios Oscar.

La once

Alberdi siempre ha dicho que en sus documentales trata de tomar un caso o un personaje particular para amplificar otro tipo de realidades, mucho más transversales y reconocibles. Por eso su faena siempre es extensa: el proceso de filmación de El Agente Topo en el Hogar San Francisco del Monte duró cuatro meses.

Su próximo proyecto está enfocado en el Alzheimer y ya lo terminó de grabar, pero los plazos en su hoja de ruta nunca son inmediatos. “Si bien ya está filmado, me demoro tanto en montar que montando rápido tampoco lo veo antes de 2023, que es mañana para mis tiempos de producción”, admitió en entrevista con Culto a mediados de este mes.

Aquí, otras frases que retratan la rúbrica cinematográfica o el decálogo de una autora que ha desafiado al cine nacional con enfoques tan inesperados como exitosos.

“La gran excusa de entrar a espacios en los que no entraría, y que no están dentro de mi rango de relaciones cotidianas, es como el eje para mí de lo que me motiva a hacer documentales”. (2020, charla en Cineteca Universidad Católica de Valparaíso)

“A veces me abrumo, pienso en todo lo que voy recabando, lo dejo reposar y trato de identificar qué es lo que me interesa de toda esta realidad gigante. En este caso (el documental El salvavidas) fue el caos de la playa. Todo esto me permitió en medio de esa situación, tener foco y aspirar a una narrativa. A mí me gusta mucho un concepto de Nicolás Philibert que dice ‘el documental de observación se trata de programar el azar’. Y El salvavidas es un gran ejemplo de cómo programar el azar”. (2020, charla en Cineteca Universidad Católica de Valparaíso)

El salvavidas.

“Hago documentales en los que suelo filmar el cotidiano. Mis rodajes se centran en pasar días esperando que lo inesperado, o el azar, se revelen frente a la cámara, pero siempre sé o intuyo qué estoy esperando”. (2020, La Tercera)

“Yo tengo una obsesión por la narrativa. Si yo voy al cine, a una ficción le exijo que me cuente una historia tradicional. Yo no me conecto con las narrativas alternativas; las valoro pero no es lo que me interesa ver. Entonces siento que busco lo mismo con otros materiales. Desde la realidad trato de armar una narrativa con guion convencional como en una ficción. La diferencia es que parto de un material totalmente distinto y que es muy complejo para plantear una narrativa convencional, porque la realidad demora. La vida no te cambia en un mes. Para mí en el cine es importante el proceso de transformación y eso es lo que busco contar. Por otro lado, a mí me parece mucho más atractivo lo que pasa en la realidad que lo que yo pueda inventar. Tengo que buscar una historia que sea lo suficientemente extraordinaria para narrarla. Historias absurdas, únicas e increíbles hay miles en la realidad” (2015, Latamcinema)

“Sí, ha sido increíble (la recepción de La once), porque yo también cuando empecé con el proyecto, cuando lo escribía y lo tenía que ir a defender a los fondos internacionales y acá, todo el mundo decía: a quien le va a interesar unas viejas sentadas tomando té. Y yo en realidad tuve que buscarle el sentido a estas relaciones y tratar de volverlas universales y me obsesioné tanto con esa crítica que yo creo que fue mi desafío de director. Decir: tengo que llegar al público y tengo que llegar a todos con este grupo. Y creo que funciona”. (2015, Cine Chile).

“En La once está todo super armado porque yo la estuve filmando durante cinco años, pero no tenía claro si íbamos a seguir durante quizá diez o quince años. Lo que sabíamos con el director de fotografía es que íbamos a tener que pegar situaciones del año uno y el año cinco y hacerlas calzar, entonces tenía que haber una construcción estética en las locaciones, de forma que se igualaran todos los planos, trabajar con una luz similar, todas las tomas iluminadas exactamente igual. Aquí hubo una clara puesta en escena en el sentido que hasta elegíamos el set”. (2017, DenmeN Celuloide)

Los niños.

“Mi película de detectives (El Agente Topo) en realidad es una excusa para ver un tema que, sin esa excusa, quizá nadie vería. Si invitamos al público a ver un documental sobre cuán solas se sienten las personas mayores, yo no lo voy a ir a ver. Pero acá es al revés. Mi excusa, la película que yo quise hacer al principio, al final termina siendo un gancho que toma la mano del espectador para que enfrente temas que no queremos hablar, que no queremos mirar, y que en general no ponemos sobre la mesa. No hablamos de cómo queremos envejecer. Cuando niños hablamos mucho de cómo queremos crecer. Cuando joven pensamos en el adulto que queremos ser. Pero nunca nos preguntan sobre el viejo que queremos ser”. (2021, El País)

“Éramos un equipo súperchiquito tratando de homologar ficciones gigantes, que tienen todos los recursos para hacer esos efectos. Lo nuestro era como la versión real y documental del estereotipo de cómo hacer películas de detectives. La reacción de muchos es de ‘quiero llamar a mi mamá, a mi papá, a mi abuelo’. Nos ha pasado mucho que la gente que ve la película ha comenzado a preguntarse ‘cómo me relaciono yo con mi abuelo, hace cuánto tiempo que no lo llamo, hace cuánto tiempo que no lo voy a ver’. Y eso es increíble. Creo que la película tiene esa gracia de que, al partir con esta cosa medio graciosa del espía que no le resulta, que es el peor espía del mundo, te lleva a una trama o a una experiencia profunda y dolorosa pero desde una excusa súper liviana y simpática”. (2021, BBC)

El Agente Topo.

“Lo más difícil en Chile es la exhibición, porque todavía existe un público que no está acostumbrado a ver películas documentales en sala. Todavía lo asocian al reportaje, a un género televisivo. Falta que se entiendan los documentales como película, y falta que la gente vaya a ver cine chileno (...) Uno tiene poco educado el ojo para otro tipo de cine no comercial. Nos hemos acostumbrado a un tipo de narración. Uno hace campañas de marketing lo más parecida posible a lo que el público quiere ver. Lo que pasa es que los cambios que se pueden generar son legislativos, como la protección del cine chileno en sala, así que como se hizo con la música en las radios. Chile es uno de los pocos países que no tiene protección de su cine en salas, no tiene una cuota. ¡Competimos de igual a igual con Superman!” (2017, Nueva Mujer)

“2020 fue un año de mucha fragilidad, donde uno estaba tratando de entender cómo iba a funcionar su pega, su vida, y estaba muy expuesto mediáticamente. Estar entero, comunicando y lúcido en los contenidos, en un momento de no tanta lucidez, fue complejo. Después de un año de solo entrevistas y conversatorios y hacer campaña de distribución, a uno se le olvidan los proyectos, hay poco espacio para la creatividad(...) Volví a editar, a rodar, a los procesos que a uno le gustan más”. (2021, Culto)

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