¿Se justifica tener una TV pública?
SEÑOR DIRECTOR:
Ante el anuncio de TVN de vender parte de su emblemático edificio de Bellavista para aliviar una arrastrada deuda y permitir, a duras penas, su financiamiento durante 2026, revive un viejo debate que data de más de tres décadas.
En los tempranos años de la vuelta a la democracia, cuando se decide que TVN debe autofinanciarse para subsistir, se inserta al mercado un “canal de todos”, que debe competir por los anuncios publicitarios. Una década auspiciosa, donde el carácter público, sin ser particularmente asimilado por la audiencia, compitió en un mercado joven, destacando en el deporte (“¡me pongo de pie!”), teleseries (“Amores de mercado”) y producciones emblemáticas que parecían representar un país que despertaba (“Los patiperros”).
Sin embargo, el lento declive del canal recordó a los ciudadanos que su rótulo de “nacional” no tiene que ver solo con su nombre. Aportes presupuestarios, de capital y créditos públicos, han recordado, paulatinamente, que el dueño de TVN es el Estado de Chile, es decir, todos los chilenos.
¿Qué sea público significa que todos lo quieren?, ¿o que sería bueno para todos?, ¿los bienes públicos son los que inciden en una mayoría o los que cautelan a las minorías?, ¿o todas las anteriores?
Mirar los ejemplos de otros países que financian con licencias (BBC de Reino Unido o NHK de Japón) o aportes directos (NRK de Noruega) tampoco parece ser la solución. En un mercado fuertemente dinámico, donde las plataformas de subscripción encandilan con sus nuevos contenidos y los “youtubers” parapetados en nuevas tecnologías apuestan a destronar décadas de reflexión e innovaciones, los formatos del canal público que una vez funcionaron ya no parecen representar a nadie. TVN debe reinventarse si quiere encarnar un valor que se aleja, entre algoritmos.
Claudio Broitman
Director Escuela de Periodismo UNAB
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