Tony Levin: “Los shows en Chile serán históricos y los recordaremos por mucho tiempo”

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Ocho artistas en escena, tres bateristas en la primera línea y 180 minutos con celulares apagados durante dos noches en el Movistar Arena. El célebre bajista de King Crimson adelanta a Culto cómo será uno de los debut más esperados por el público local.


A Tony Levin no le gusta dar nombres. Consultado por algún artista en particular que lo haya marcado, el músico estadounidense de 72 años, uno de los bajistas más reconocidos y solicitados del rock de las últimas décadas, con crédito en más de 500 álbumes, sale jugando en su estilo, con virtuosismo y elegancia. “Simplemente me siento afortunado de haber participado en tantas buenas canciones”, dice a Culto, y la evasiva es entendible viniendo de alguien que tocó junto a John Lennon, Lou Reed y David Bowie, por nombrar a algunos.

Pero si se trata de fechas, ahí no hay rodeos y su memoria salta hasta aquella tarde de julio de 1976, cuando en la misma sesión en el estudio conoció a Peter Gabriel y Robert Fripp, dos de sus más estrechos aliados musicales, durante la grabación del debut como solista del primero. "Mirando en retrospectiva, probablemente fue el día más importante e influyente en mi vida", asegura Levin, quien cinco años más tarde sería convocado por Fripp para sumarse a King Crimson, la gran institución del rock británico y leyenda viviente del género progresivo, en la que se mantiene hasta hoy.

Y es con ellos que Levin, visita frecuente de la cartelera chilena, cumplirá uno de los grandes anhelos pendientes del público local, cuando en octubre -y luego de varios años de intentos fallidos- King Crimson se presente por primera vez en el país. Ante la masiva respuesta de los fans, serán finalmente dos noches al hilo en el Movistar Arena (el 12 y 13 de ese mes), que pondrán punto final a la extensa gira mundial de la banda para conmemorar los 50 años desde su primer LP, In the court of the Crimson King (1969).

"He tocado en más de 50 países pero realmente lo de Chile es algo especial. Me encanta la pasión del público de allá y cómo entienden la música progresiva. Por lo mismo, por muchos años tuve el anhelo de ir junto a King Crimson", comenta Levin, quien adelanta un espectáculo de dimensiones astronómicas, que se extenderá por más de tres horas y tendrá a los ocho miembros actuales del conjunto -entre ellos tres bateristas al frente del escenario- viajando por su catálogo histórico y luciendo su reconocido virtuosismo.

¿Por qué cree que el grupo tardó tantos años en venir a Chile?

Es una buena pregunta pero realmente no lo sé. Por lo general no es la banda la que define las giras sino las agencias, los productores o la misma economía, cosas que los músicos no entendemos mucho. Pero yo siempre quise a ir a Chile con King Crimson y estoy muy contento que al fin ocurra y que se haya sumado una segunda fecha, porque será distinta a la primera.

Además, como serán los últimos shows de nuestra gira de aniversario, creo que serán históricos y los recordaremos por mucho tiempo.

¿Trabajan con un set definido o hay espacio para improvisar?

Siempre hay mucho espacio para la improvisación y las sorpresas, tanto para nosotros como para el público. Muchas direcciones posibles hacia las que puede ir la música y eso lo disfrutamos mucho. La verdad, nunca sabemos las canciones que tocaremos hasta esa misma mañana, cuando en el desayuno Robert Fripp suele sugerir algunos temas que sería bueno incluir y ahí lo vamos discutiendo.

Otra particularidad de los recitales es que no se permitirá al público usar sus celulares. ¿Cómo surgió esa política del grupo?

Como muchas de las ideas de King Crimson, viene de Robert. Cuando lo propuso, hace algunos años, reconozco que no lo vi como algo posible, pensé que no iba a funcionar. Pero insistimos, le seguimos recordando al público y ha funcionado. En mi caso fue algo singular, porque siempre me ha gustado tomar fotos desde el escenario, pero a algunos no les gustó así que lo dejé de hacer. Entonces, lo que implementamos hace unos años, es que cuando saco mi cámara al final de la última canción, esa es la señal para que la gente tome fotos o videos. En ese sentido, le pedimos al público que trate al espectáculo con el mismo respeto que tendría si fuera a la ópera.

Después de todos estos años, ¿todavía necesitan ensayos o el repertorio fluye solo?

Algunos quizás crean que después de todo este tiempo no necesito ensayar los temas, pero seguimos agregando nuevas piezas así que tengo que practicar las que siento que no me salen tan bien. Es algo que corre para todos, todos en esta banda tenemos que ensayar un montón. A mí me gustan los desafíos, no soy el tipo de músico que dice "bueno toco muy bien y con eso basta", sino que siempre busco cómo mejorar. Y hay elementos de King Crimson que te obligan a eso. La música, obviamente, que es muy desafiante, y también el resto de la banda, que no son músicos cualquiera, están en un nivel muy alto cada uno en su expertise. No es algo que conversemos, nadie me dice nada, basta con escucharlos tocar o verlos ensayar todo el día cuando estamos de gira, y eso me inspira a esforzarme a diario para estar a la altura de ellos.

¿Ese desafío colectivo es lo que mantiene unida a la banda?

Puede ser, no lo sé. Al menos para mí es importante, no sé si para el resto, pero supongo que sí porque están siempre practicando. Un director que filmó nuestra gira el año pasado me preguntaba cuál es el secreto detrás del grupo. Y no lo sé. Lo que sí sé es que es distinta a cualquier otra banda de rock en la que he estado, y probablemente distinta a cualquier otra banda. Y que como grupo intentamos mantenernos creando e innovando. No sé si lo logramos pero lo intentamos y en ese ímpetu puede que esté la clave.

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