Stanley Dodds, violinista y parte del directorio de la Orquesta Filarmónica de Berlín: “Estamos impresionados por llegar por primera vez a tanta gente en el mundo”

En medio de la pandemia, la orquesta estrella del mundo clásico liberó toda su plataforma digital. Uno de sus integrantes históricos habla de la experiencia y de cómo la difusión de la música ya no volverá a ser la misma.


Stanley Dodds, miembro de los segundos violines de la Orquesta Filarmónica de Berlín y jefe de comunicaciones del directorio de la agrupación, no oculta su satisfacción por pertenecer a esta entidad. El músico australiano ha pasado más de la mitad de sus 50 años en ella y sabe que los anticuerpos de la Berliner Philharmoniker deben ser tal vez los más fuertes en el mundo de la música clásica.

“No digo que la pandemia no nos esté afectando, pero en Alemania la cultura sí que es considerada importante: hay fondos de ayuda para las artes y sus instituciones”, comenta al teléfono desde la capital germana. El último concierto de la orquesta fue el 20 de marzo y desde entonces han potenciado un recurso tecnológico que mantenían desde el 2008, pero que ahora se transformó en el medio de comunicación principal de la orquesta: la plataforma Digital Concert Hall. Ha sido su mejor arma para llegar a la gente en tiempos de coronavirus.

De tener un costo anual de 149 dólares (127 mil pesos chilenos), el Digital Concert Hall pasó a ser de uso gratuito, masivo y de calidad. Actualmente, cualquier persona puede acceder a sus contenidos previa inscripción en su sitio online y tiene la posibilidad de ver hasta 600 conciertos. La mayor parte son de sus archivos, pero hay un concierto nuevo a la semana en vivo y en directo: es a sala vacía y con tres o cuatro músicos, lo recomendado hoy en Alemania.

Dentro del contenido precedente hay grabaciones que datan de cada año (incluyendo las mas recientes, de inicios del 2020), pero también las antiguas y memorables con Herbert Von Karajan, Claudio Abbado y, por cierto, Simon Rattle, su conductor desde el 2002 hasta el 2018.

Stanley Dodds participó en gran parte de aquellos conciertos, pues viene tocando en la Filarmónica desde 1994. Conoce la sala Berliner Philharmonie como la palma de su mano y la echa de menos.

-¿Cómo ha enfrentado la pandemia?

-En un principio fueron como unas pequeñas vacaciones, pero a las dos semanas, comencé a sentir que me faltaba algo. Un músico de orquesta está acostumbrado a interactuar con sus compañeros y a tocar con y para alguien. A estas alturas, lo único que puedo decir es que la experiencia de estar junto a un grupo de músicos y frente al público no puede ser reemplazada por ninguna solución digital. Pero por otro lado, en este momento la situación no tiene salida y tuvimos que pensar qué hacer. Por eso recurrimos a nuestra plataforma digital. Decidimos liberarla por abril y mayo: hay cerca de 600 conciertos en su archivo. Es decir, teóricamente puedes pasar todo un mes en tu casa viendo a la Filarmónica de Berlín. En Alemania, las políticas de confinamiento son un poco más relajadas que en el resto de los países europeos, así que hemos podido ir en grupos pequeños a tocar en directo. Esto es muy bueno, pues nos permite ensayar, trabajar y hacer algo pensando en el futuro. No estamos sólo en la casa haciendo música solos.

-La plataforma gratis les ha permitido llegar a todos los rincones del mundo...

-¿Qué puedo decir? Estamos realmente impresionados y muy felices de que más de 700 mil personas en el mundo hayan hecho uso del ticket libre del Digital Concert Hall. En Alemania, al menos, no habrá conciertos con la Orquesta Filarmónica de Berlín en el verano (junio, julio y agosto en el hemisferio norte) y recién veremos en septiembre si es posible retornar a esa vida anterior. Por ahora, continuaremos con la política de las presentaciones con libre acceso para todo el mundo, con diez presentaciones de obras nuevas a la semana. En el futuro incorporaremos músicos famosos o a personalidades recomendando obras. Y hasta es probable que el Digital Concert Hall se abra a otras áreas.

-¿Cree que las cosas para la música cambiarán para siempre tras esta crisis?

-Es probable que sí. Se acelerarán ciertas tendencias que ya existían. Vivíamos en un mundo en que una orquesta podía tocar hoy en Santiago de Chile, tres días después en Londres y hacia el fin de semana en Tokio. De alguna manera eso tendrá que parar. Probablemente todo se concentrará más en orquestas locales y eso no deja de ser una buena noticia para las agrupaciones nacionales. Sin embargo, hay algo que creo no puede permitirse y espero que la gente lo entienda: las orquestas que no tienen financiamiento estatal y que funcionan sólo como modelo de negocio pueden perfectamente irse a la bancarrota. Es el momento en que los países entiendan que la cultura es esencial para la población. En ese sentido, aunque me crié en Australia, no puedo dejar de decir que me siento afortunado de vivir en Alemania. Acá al menos, las artes no son consideradas una oficina más que hay que financiar. Son parte esencial de la vida diaria y hay un presupuesto importante para los teatros de ópera y las instituciones musicales. La crisis por el coronavirus está siendo particularmente dañina en países donde la música o las artes son consideradas un negocio más. Es cuestión de ver los problemas que tiene el Metropolitan Opera House o las orquestas estadounidenses. Me parece que eso tiene que ver con la mirada del país hacia las artes y debo decir que soy un privilegiado por vivir acá. Tengo suerte.

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