Pascuala Ilabaca y un disco entre amor, folclor y feminismo: “Tenía una deuda pendiente”

Pascuala Ilabaca

Cuatro canciones trabajadas solo con un cuarteto de cuerdas definen al elepé Amatoria, la nueva producción de la cantautora porteña. Con una reflexión sobre cómo se ama desde un Chile en crisis, la artista trabajó una propuesta que cruza la música docta con los ritmos latinoamericanos. En conversación con Culto desarrolla las claves de una propuesta que describe como íntima y desafiante.


Fue el primer abrazo en meses. En septiembre, la cantautora Pascuala Ilabaca Argandoña se reencontró con las mujeres que integran el cuarteto de cuerdas formado especialmente para grabar sus nuevas canciones. Con ellas ya había registrado el videoclip de “Compañeras al compás”, la canción que abre el epé Amatoria -disponible desde hoy en las plataformas digitales-. Pero la pandemia dispuso de una larga pausa invernal.

“Fue súper emocionante -recuerda al teléfono con Culto-. Nos juntamos una vez en Santiago en el estudio TOC, de los Congreso, y fueron las primeras personas que vi después de la cuarentena. Luego nos fuimos dos días a los Estudios del sur, en María Pinto, y ahí fue maravilloso. Grabamos el disco en un día y después en la noche salimos a correr por el campo”.

Se trata de un epé de cuatro canciones. Aunque a priori parece un número breve, en atención a su habitual inquietud creativa -tenia un veintena de composiciones nuevas-, en rigor se trata de una curatoría específica. “En general mi trabajo lo he hecho temático, por ejemplo mi primer disco se trataba sobre los íconos populares -explica la artista-. Amatoria se trata de cómo queremos amar y ser amades de aquí en adelante. Eran las composiciones que hablaban de esa temática, que nacían de esa urgencia. Era la pregunta más profunda que me nacía de esta crisis”.

-¿Y cómo se vincula esa reflexión sobre el amor con el momento que el país vivió desde octubre de 2019? a priori se podría pensar en temas mucho más evidentes como la desigualdad, por ejemplo

-Yo creo que el amor tiene mucho que ver. Cuando nosotros ponemos en el centro el capital por sobre las personas, que es la base de la economía neoliberal, no estamos contemplando el amor en nuestros procesos de intercambio. Entonces tiene que estar como algo transversal. Si no existe el amor, es imposible que exista el sentido común, la empatía, todas esas cosas que estamos exigiendo. Además en este contexto tan feminista, desde los años que han venido antecediendo a esta cuarta ola, yo creo que es la reflexión más profunda que nace desde mi lugar.

De allí se desprenden algunas decisiones estéticas tomadas por la artista porteña. Desde su rincón en que ha desarrollado cruces de la canción popular con el folclore, decidió recurrir a ritmos tomados del catálogo latinoamericano a partir de una tensión particular. “En los géneros que escogí, que son la ranchera, el bolero, el vals peruano y la canción protesta, esos cuatro promovían una América Latina más patriarcal -explica-. Sentí como folclorista que necesitaba poner esa mirada y expresar estos sentimientos a través de esos géneros”.

Pascuala habla con seguridad. Busca la precisión en cada palabra, y lanza frases largas como si las tocara al piano, instrumento que toca desde niña. Por ello, se explaya al explicar el contenido musical del epé. “Por una parte me desagrada cómo se ha tratado el amor para nosotras hoy en día, por otra, me desagrada sentir que el feminismo se ha ido asociado solamente a ciertos géneros de música, más como a la parte urbana. Entonces escogí el folclor para generar esta diversidad”.

También decidió un acompañamiento mínimo para las canciones, sin su habitual banda -y compañeros de cooperativa- Fauna; solo un cuarteto de cuerdas integrado por mujeres (Isabel Flores en viola, Daniella Rivera y María Fernanda Prieto en violín y Valentina del Canto en violonchelo).

“Yo me formé en un ambiente académico, en conservatorio, y ahí hay estructuras que tienen que abrirse -explica-. La música clásica nunca ha abrazado realmente a la música latinoamericana. Tenía ganas y esta deuda pendiente de no tener repertorio de mujeres latinoamericanas en la academia. Entonces era la instancia ideal. En general esa es la sensación que me mueve; cuando veo algo está en falta, eso me moviliza para crear”.

Pascuala Ilabaca y el cuarteto de cuerdas integrado solo por mujeres que grabó el epé Amatoria

Allí entró en escena el arreglador Simón Gonzalez quien fue el encargado de orquestar las composiciones de Pascuala para el cuarteto. Cuenta la artista que el trabajo fue muy prolijo por una razón. “Un arreglo de cuerdas para canciones que hablan de amor, corría el riesgo de ser muy cursi y yo no quería eso. Era un desafío, era cambiar la estética del amor”.

Además de los arreglos, González tuvo otro rol clave en el epé. Él hizo el nexo con las intérpretes, bajo ciertas reglas. “No todos los músicos de orquesta han tocado música latinoamericana, entonces ese fue el criterio; mujeres que tocaran muy bien sus instrumentos, pero que también estuvieran relacionadas con el folclor de alguna manera”.

-¿Qué otras dificultades debiste sortear en el proceso?

-Hoy la música pasó a ser audiovisual y dejó de ser un arte sonoro, entra también por los ojos; es difícil pensar en una música que no esté asociada a lo audiovisual, que históricamente es más caro de realizar. Entonces el costo de la música subió, pero la remuneración del músico bajó. Eso está difícil de llevar, es lo que perpetúa la falta de acceso a la música, para las mujeres sobre todo, y para los artistas del tercer mundo.

De amor y desapego

Todas las canciones de Amatoria vienen del mismo rincón; el living del hogar de Pascuala en Valparaíso. Allí tiene un piano eléctrico Rhodes con el que compuso todos sus temas en el último tiempo. La experiencia de componer en soledad y, sobre todo, escucharse sin una banda detrás, definió parte de la estética del epé.

“En general estaba acostumbrada a tocar instrumentos que suenan muy fuerte y mi voz como que se chupa ahí, entonces ahora pude ponerle más oreja a la cantada -explica-. El sonido del Rhodes, es como un colchón, porque el sustain que tiene hace que las notas perduren mucho tiempo; así puedes cantar arriba muy cómoda”.

Así surgieron la comprometida “Compañeras al compás” -escrita durante los días del estallido social-, y la irónica “Ranchera antiposesiva”, las que fueron publicadas durante el 2020 a modo de adelanto. Completan el EP las canciones ”Sin mí” y “Gomero en eros”. Todas, detalla la artista, desarrollan alguna arista sobre el amor.

“Las temáticas las fui recogiendo para que hablen de otras cosas del amor; por ejemplo de erotismo, desapego, poner toda la posesión en algo ridículo, hacer humor acerca de todo lo que se ha dicho sobre el amor y además una canción dedicada al compañerismo”.

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Junto con la placa se publica el videoclip de la canción “Sin mí”, que cuenta con la participación de la bailarina ariqueña Vanessa González. Como deja entrever en parte de su letra, es una composición articulada en torno a la idea del desapego. “Se trata de dejar ir a una persona que va a ser feliz lejos de tí y es difícil eso. No solo en relaciones amorosas, sino que también en la familia, entre las amigas. De pronto hay una concepción religiosa acerca de la relaciones de todo tipo, como lo del matrimonio para toda la vida”.

Cierra el trabajo la canción “Gomero en Eros”, una pieza al ritmo acompasado de vals. “Es una canción erótica, pero divertida, que habla del autoplacer -comenta la cantautora-. Es la historia de una mañana de autosatisfacción en la que te erotizas con una planta, no con otra persona. Tenía ganas de hacerla como vals peruano porque es como divertida, por ejemplo, en la época colonial estaban estas canciones como la que cantaba la Margot Loyola, ‘Alondra’, que son como divertidas Por lo general, esas canciones eran a ritmo de vals”.

La letra de esta última es la que está representada en la ilustración de la portada, creada por la misma Pascuala. “Ahí tenía el sol, la mujer estaba como experimentando y este disco tiene mucho que ver con la experimentación. Llevo diez años con mi banda y eso ha sido muy bueno, porque he podido hacer toda mi carrera apoyada en ellos, pero eso va cerrando la posibilidad de trabajar con otras personas, entonces este epé es un gustito mío, en un momento en que no podíamos estar ensayando”.

Un gustito que deberá esperar por su presentación en vivo. Originalmente, pensado en Matucana 100, debió suspenderse por la determinación del Minsal de retroceder la RM a la Fase 2 del plan Paso a Paso. Una decisión que por ahora, Pascuala mastica con calma, pero con algunas cosas claras, sobre todo respecto a los shows vía streaming, que ha sido la opción más común de los músicos desde la pandemia,

“La verdad es que los shows solo en formato digital, con venta de entradas...no me alcanza como para costear al cuarteto de cuerdas, más la banda, más movernos. Además me gustaría hacer algo en que pudiera verse aunque sea un poquito de público presencial”.

Pese a todo, a la artista le queda una sensación agradable. “Grabar este disco me cambió completamente la energía, este es uno de mis discos favoritos -asegura-. Me gusta mucho lo que estoy haciendo, me devolvió la alegría, la seguridad en ser músico, en todas estas cosas”.

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