Columna de Daniela Lagos: Dopesick: viaje alcentro de otra epidemia

Dopesick es una miniserie de ocho episodios basada en un libro de no ficción que se internó en el problema del abuso de opioides en Estados Unidos, y específicamente de la droga OxyContin, lanzada por el laboratorio Purdue como un remedio para manejar el dolor, anunciando que era el primero de su clase que no generaba adicciones.



Hace ya dos años que el mundo entero escucha constantes informaciones, debates y cifras respecto al coronavirus, la gran pandemia de (lo que va) del siglo XXI. Pero específicamente en EE.UU, este escenario fatídico vino a sumarse a otra epidemia que aún sigue arrasando a su población: la de los opioides, que desde fines de los años 90 ha multiplicado de forma exponencial las muertes por sobredosis, además de aumentar los números de crímenes relacionados al uso de estas drogas y de personas adictas viviendo en la calle, entre otros índices.

Y esta es una epidemia que no deja dudas sobre su punto de origen. Se puede rastrear un momento, al lanzamiento de una pastilla y a las mentiras y manipulaciones que un laboratorio construyó alrededor de ella, primero para evitar la bancarrota y luego para hacerse multimillonarios. Esa al menos es la afirmación que se establece en Dopesick.

Estrenada el viernes 12 en la plataforma Star+, Dopesick es una miniserie de ocho episodios basada en un libro de no ficción que se internó en el problema del abuso de opioides en Estados Unidos, y específicamente de la droga OxyContin, lanzada por el laboratorio Purdue como un remedio para manejar el dolor, anunciando que era el primero de su clase que no generaba adicciones y que además cada cápsula de 10 milígramos extendía su efecto por 12 horas, por lo que no había riesgos para recetarlo en casos de dolor moderado o incluso bajo (spoiler: nada de esto era verdad).

Para contar esta historia, Dopesick apuesta por una línea que avanza y retrocede en el tiempo, y un elenco amplio que va mostrando no sólo lo que ocurre en las reuniones de directorio de la farmacéutica, sino que también con los pacientes que se vuelven adictos, los vendedores encargados de convencer a los médicos de recetar más y más OxyContin, los agentes y fiscales investigando el caso, y también los médicos que creyeron que estaban ayudando a sus pacientes y luego los vieron convertirse en adictos.

Ese último es el rol de Michael Keaton, uno de los varios puntos altos de la producción que también tiene en su elenco a Peter Saarsgard, Rosario Dawson y Kaitlyn Dever.

La narración con saltos en el tiempo también funciona de forma casi cruel: desde el inicio el espectador sabe lo que va a ocurrir; que el laboratorio está mintiendo y que todas esas personas que llegaron en busca de ayuda para manejar el dolor van a terminar mal, desde el segundo que entran a la consulta.

Y si bien la serie no es una obra maestra, tiene mucho que contar en pocos episodios y a veces se alarga más de lo necesario en algunas historias, en general es una producción interesante, atrapante, bien actuada y bien contada de un problema que sigue presente. Y es un nuevo recordatorio, a lo Erin Brockovich, de cómo la ambición de una empresa o una industria puede poner en jaque a toda una comunidad.

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