Kristen Stewart: “El hecho de que todavía estemos hablando de la Princesa Diana, y aprendiendo de su historia, es positivo”

La reconocida actriz, célebre por la saga Crepúsculo, ahora protagoniza uno de los mayores roles de su carrera, el que le podía valer una nominación al Oscar: encarna a Lady Di en Spencer, dirigida por el chileno Pablo Larraín. En entrevista con Culto, cuenta cómo fue trabajar con el realizador nacional y su fórmula para personificar a una de las grandes celebridades de nuestra era. La película llega este jueves 20 a las salas chilenas.


2021 fue un año intenso para Kristen Stewart (31). Su rol como Diana de Gales en la cinta Spencer del director chileno Pablo Larraín -estrenada en septiembre en el Festival de Venecia y dos meses después en Estados Unidos e Inglaterra- la ha valido numerosos aplausos por parte del público y la crítica, además de nominaciones a premios como los recientes Globos de oro (perdió a manos de Nicole Kidman), los que incluso la dejan bien perfilada para los próximos Oscar.

Precisamente en una mañana de noviembre del año pasado, cuando el largometraje desembarcaba en Reino Unido, la actriz recibió a Culto en Londres para hablar del proyecto, en su retorno a la capital inglesa luego de que la producción se filmara precisamente ahí.

“Volver a Londres es interesante. En realidad, no había regresado desde que estuvimos aquí, filmando. Y estoy acostumbrada a asociar este lugar con sensaciones y memorias que supongo no cambiaran jamás. Yo siento que va a tomarme años ser capaz de mirar cualquier cosa sin preguntarme si ella (Diana) caminó por aquí alguna vez”, comenta Stewart.

Con una gorra de béisbol puesta al revés, una camiseta sin mangas unicolor en tonos vainilla, pantalones verde militar anchos e informales, de contextura muy menuda y expresivos ojos verdes, la actriz parece todo menos una luminaria hollywoodense acostumbrada a robarse todas las miradas.

De hecho, a la cabeza de una mesa redonda, dobla sobre la silla las piernas en posición de indio, y gentilmente agrega: “La película trata sobre un dolor bastante obvio y sin embargo interpretarla fue alegre y hermoso. El efecto que ella produce es obviamente genial y encarnarla en tu propio cuerpo es realmente poderoso. Me sentí genial. Me gusta ser amable con la gente. Por lo general me gusta creer que obtienes lo que das, pero ella definitivamente llevaba esta noción a un nivel superior. En sus zapatos esta noción básica cobró una gran intensidad”.

Por un instante, da la impresión de que Stewart se cuestiona sus propias corazas, las que de seguro levantó desde los 12 años, viviendo en una ciudad que exige protección, al menos de tu vida privada: la huracanada ciudad de Los Angeles.

“Es agradable acercarse a las personas y tocarles la cara descaradamente”, agrega ahora con picardía. “No creo que jamás consideraría seriamente hacerlo, pero ella tenía la habilidad de dar siempre un paso para derribar distancias y hacerlo. Mientras la interpretaba, se sentía muy bien, realmente me elevó. Me sentí enaltecida interpretándola a pesar de que estaba en un punto muy difícil y bajo de su vida”.

¿Te preocupó traicionar la veracidad de los hechos teniendo en cuenta que el príncipe William y el príncipe Harry también vivieron el desarrollo de ese momento oscuro?

Sí, obviamente.

Spencer presenta una versión de Diana en 1991, cuando está en su momento mas vulnerable y cerca de tomar la decisión de terminar su matrimonio con el príncipe Carlos después de casi una década en la que hubo acusaciones de mutuas infidelidades y en la que sufrió toda clase de indolencias y rechazos que el filme narra acuciosamente, además de la incansable mirada de la prensa.

De hecho, la ficción se centra en un día en particular: una cena de Nochebuena donde Diana ya no da más y ve como todo se cae a pedazos. La cinta hace foco en el instante más difícil de la pareja.

Stewart sigue: “Existe el debate elevado acerca de si es justo o correcto valerse de una mujer a la que ya se le ha arrebatado tanto para crear una especie de fantasía proyectada alrededor de su vida, una especie de mitología fantasiosa. La verdad es que sólo puedes acumular todos los hechos posibles y luego imaginando y fantaseando creas tu propia versión”.

“Creo que su instinto era unir a la gente, y aunque eso es una suposición, lo que sí es un hecho es que lo hizo. Yo creo en el arte y creo en la multiplicidad, y creo que el hecho de que todavía estemos hablando de ella y aprendiendo de su historia y cuestionándonos a nosotros mismos y creciendo y expandiendo la conversación, es positivo. Conversaciones que tal vez tenían estigmas y tabúes adjuntos de los que nos estamos desprendiendo, rápido y lentamente. Ella era una parte de eso. No sé si lo hicimos todo bien, pero afortunadamente ese no era nuestro objetivo. Honrarla, considerarla, aprender de ella…mirarnos de cerca y ser honestos por un instante con nosotros mismos, ese fue siempre el objetivo”.

¿Cómo te preparaste para encarnarla?

Lo vi todo...es gracioso, esta es la pregunta que más me hacen y la verdad es que no hice mucho. Quiero decir, no es que haya hecho poco, es que simplemente no tengo una respuesta muy elaborada. No hay truco de magia. Solo miré todo lo que pude, cada imagen, cada video, leí todas las perspectivas dispares que existen sobre su vida y armé mi propia impresión de ella, como lo hacemos todos. Luego traté de olvidarlo todo y realmente confiar en el proceso y darme cuenta de que, realmente, para hacerle justicia, tenia que estar presente. Me preparé tanto como pude, trabajé durante cuatro meses en este personaje y luego, tan pronto como llegué al set gracias a la gran dirección de Pablo, logré calmarme y confiar en mí. El día uno o dos de rodaje, Pablo me dijo algo que realmente me aterrizó. Me dijo: ‘Tienes que relajarte. Tienes que confiar en ella y tienes que confiar en ti, ya la conoces bien. Permítete ser tú misma’...¡Y entonces me dijo que me calmara! Creo que llegué muy acalorada al set de filmación.

¿Cómo abordaste la sensación de asfixia que proviene de esta película?

(Dicho esto, la actriz se ríe y se quita la mascarilla, aunque se asegura de confirmar que ella también se había hecho un test antes de la entrevista).

¿Cómo la relación de Diana con la prensa conecta con tu propia experiencia con la la fama, los paparazzi y el hecho de tener la sensación de constante invasión a tu privacidad?

Hasta cierto punto yo también conozco ese sentimiento, está claro, aunque si no hubiera tenido esta relativa coincidencia igual habría podido ver en Diana a un animal enjaulado. Quiero decir, se puede ver desde afuera que se trata de una persona que tiene más que decir y que no tiene una plataforma para hacerlo. Ella responde a esta prisión con lo que podría interpretarse como una especie de comunicación lateral, también conocida como manipulación, pero creo que todo se desata desde una especie de desesperación. Y sí, es gracioso como estamos aquí teniendo una conversación que es personal, pero hay muchas más personas acompañándonos”.

Dicho esto, se sonríe, levanta una ceja y señala el teléfono sobre la mesa con el que está siendo grabada la conversación…

“No hace falta aclarar que la de ella era una fama monumental y única. Como si nunca hubiera habido nadie más famoso. No hay nada parecido a ese nivel pero sí, por supuesto conozco la sensación. Hay libros escritos sobre esto, hay siempre una perspectiva detrás de las cámara, y sin embargo, vemos las imágenes como si fueran hechos, y escuchamos las entrevistas como si fueran objetivas pero siempre hay un lente que mira. ¿Tengo alguna respuesta? No. He vivido en ese reino, pero no hasta ese punto”.

¿Cuál ha sido el peor concepto erróneo que se ha divulgado acerca de ti?

¿Acerca de mí?

Sí.

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Al presentar a Spencer en Venecia, comentaste que al mirar las fotos y los videos que existen de Diana, siempre sentías que no sabias qué pasaría luego. No literalmente, sino más bien porque nunca sabias qué terreno estaba ella pisando. ¿Tienes algún tipo de fascinación por la incertidumbre? ¿Fue eso lo que te permitió hacer un buen trabajo con este personaje?

Mmmm...Creo que cuando analizamos películas y cuando nos preguntamos por qué hacemos películas, lo hacemos porque nos encantaría encontrar certezas.

Pero hay gente que siente más aprensión frente a la incertidumbre. ¿Crees que en tu caso la abrazas como parte del proceso creativo?

Lo hago porque creo que pensar que sabes algo es un autoengaño. Es más fácil contarte una historia que te haga sentir bien y que te de certezas, claro, pero yo me inclino por películas que son curiosas, no didácticas. Generalmente las que dicen saber cosas son triviales, son filmes que hemos visto antes. Las películas que se sienten como la vida real, las que se sienten como una experiencia interna exteriorizada, son las que me interesan. Me gusta que las películas sean espejos en los que realmente te miras como eres, y siempre que piensas que sabes algo, te estás mintiendo a ti mismo.

En la película, Diana lucha por ser parte de la familia real. ¿Cómo enfrentarías una situación de esa naturaleza?

Mmm, no sé, depende. Si estuviera en la posición exacta de Diana, no creo que lo llevaría muy bien. Hay personas que pueden interpretar dos partes, supongo, hay algunas personas que pueden dividirse en dos. Creo que sostener una realidad en la que te sientes dividido desgasta y no es saludable. A mí por ejemplo me han dicho, en un nivel menor, más superficial, cuando era más joven por ejemplo y decía que las entrevistas me daban miedo, el consejo mas generalizado que recibía era: ‘Solo sé otra persona, interpreta un personaje’. Cuando incluso estoy interpretando personajes, no estoy interpretando a otras personas. Esta es una idea tan amorfa e irreal para mí que ni siquiera sé cómo la gente se convence a sí misma de que realmente lo están haciendo. Así que sí, creo que no sería muy buena en eso de dividirme...pero si la pasara bien, si fuera feliz y amara al chico, tal vez no seria un gran problema.

Y como si se estuviera contando a sí misma una historia a todas luces imposible, se ríe.

¿Cómo caminaste, interpretando a Diana, por la delgada línea entre la imitación y la interpretación?

Yo quería causar una muy buena impresión. No soy como una especialista en caracterizaciones, quiero decir, soy buena haciendo imitaciones de mis amigos, pero no soy el tipo de actor al que realmente le gusta golpear las vallas, tumbar las defensas y hacer algo realmente fuera de sí. Generalmente no es lo que me atrae, así que pensé que existía la posibilidad de que este personaje a fin de cuentas solo fuera yo con una peluca, haciendo una historia que me conmueve pero que no fuera necesariamente ella. Realmente logré confiar en el proceso y fue un proceso hermoso. Tuve un entrenador de actuación increíble con el que trabajaría en películas en las que no tengo un dialecto. Su nombre es William Conacher. Es tan talentoso que Pablo también lo dejó entrar en el redil de una forma sorprendente. Era un tercer par de ojos, bueno un cuarto par de ojos si cuento a nuestro director de fotografía, quien obviamente también tenía una perspectiva importante. Pero Diana era tan particular que decodificar todas sus pequeñas formas de comunicación fue muy divertido. Fue como armar un gran rompecabezas emocional. Ella realmente me intriga, por lo que lo asimilé todo. El guión está escrito con impecable precisión y creo que el escritor, el director y yo tuvimos una impresión muy similar de Diana.

Pablo Larraín - quien dirigió otra aclamada biografía cinematográfica, Jackie - comentó que lo mas importante era lograr capturar ese halo de misterio que Diana siempre tuvo y con el que Stewart sin duda estaba comprometida.

En la rueda de prensa de Spencer durante el festival de cine de Venecia en 2021, Larraín explicó: “Kristen puede ser muchas cosas al mismo tiempo. Puede ser muy misteriosa y muy frágil, y al mismo tiempo fuerte, rebelde” y estas eran en definitiva características claves para el personaje.

“Hacer una lista de todos los aspectos idiosincráticos del personaje, adoptar su afectación, asegurarnos de salpicar mis apariciones con estos toques coloquiales y ponerlos donde se sintieran naturales y convincentes, fue parte del proceso, pero lo más importante fue seguir siendo yo simultáneamente. No puedes fingir, no puedes lograr una buena caracterización partiendo de una mentira. Tienes que ser tú y tienes que ser el personaje, ambas cosas al mismo tiempo. Pero Diana fue fácil de absorber, de verdad. Solo tuve que amarla”.

¿Qué le preguntarías a Diana si tuvieras la oportunidad?

Kristen mira pensativa, pero la persona de seguridad que la acompaña se adelanta a su respuesta. “¡Lo siento, se acabó el tiempo!” fue lo que dijo segundos antes de que la actriz abandonara la habitación del Corinthian Hotel en el que posiblemente se estaba hospedando.

Mientas quedan en el aire sus últimas palabras, “sólo tuve que amarla”, vale la pena preguntarse si Diana se habrá alguna vez hospedado en este emblemático portento arquitectónico, porque su presencia y su huella al menos sí fueron elocuentes en gran parte de la entrevista.

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