Cuando Enrique Lihn salió del “horroroso Chile”

Uno de los clásicos del fundamental poeta chileno se acaba de reeditar: A partir de Manhattan, el título que Lihn escribió durante una residencia en Nueva York. Un libro de viajes que también incluyó el ejercicio del écfrasis, o sea, textos a partir de cuadros que vio en los museos, algo poco usual en la literatura nacional. Además, tiene uno de sus poemas más notables. En Culto lo analizamos de la mano de dos especialistas.


Fue gracias a una beca, la de la fundación John Simon Guggenheim Memorial, la que le permitió a Enrique Lihn poder residir en Nueva York en 1978. Ahí, entre febrero y diciembre, libreta en mano, escribió una serie de poemas que terminó publicando al año siguiente con el sugerente título de A partir de Manhattan.

Hasta hoy, A partir de Manhattan se encontraba descontinuado. Solo era posible encontrarlo en alguna librería de viejo o en los vendedores callejeros que tuviera alguno de los 5.000 ejemplares que Ediciones Ganymedes, de Valparaíso, puso en circulación en octubre de 1979.

Sin embargo, Ediciones UDP acaba de reeditar el libro, uno de los clásicos de Lihn, en su colección de poesía. Por lo que cualquier lector podrá toparse en librerías con una de las buenas piezas poéticas de la literatura chilena.

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Como en otros volúmenes de Lihn, Poesía de paso (1966), Escrito en Cuba (1969) o París, situación irregular (1977), este libro es esencialmente un libro de viajes, uno de los tópicos de su obra. “Es una poesía que se está escribiendo en el momento, que da cuenta de la experiencia y de la extrañeza. Habla del tránsito, de las cosas que ve en otras ciudades, las monjas, las calles, el metro”, explica a Culto el poeta y director de Ediciones UDP, Matías Rivas. “Lihn es alguien que siempre está incómodo en otras ciudades, y habla de eso. Incómodo, pero a la vez fascinado”, agrega.

Por su lado, el escritor Antonio Díaz Oliva, un reconocido fan de Enrique Lihn, opina: “Creo que es un buen comienzo para entrar al mundo Lihn. A partir de Manhattan se podría llamar ‘A partir de Enrique Lihn’. Es un poemario que en verdad es un libro de viajes. Este libro se puede leer junto con las crónicas de Joaquín Edwards Bello, Tito Mundt, Francisco Mouat. Es mi libro favorito de Lihn. No solo eso; creo que es (junto con Manuel Puig, Reinaldo Arenas, Federico García Lorca) un libro clave para entender la mirada hispana/latina de Nueva York”.

“Cuando intento imaginarme a Lihn caminando, y escribiendo en su cabeza estos poemas, me lo imagino como Travis Bickle, de Taxi Driver -añade Díaz Oliva-. Como un taxista y veterano de la guerra de Vietnam que desciende psicológicamente, hasta volverse loco y violento, con Nueva York de fondo. Esa ciudad llena de latinos y culturalmente efervescente, sí; pero en la cual, en medio de multitudes de gente, la soledad y el aislamiento se intensifican”.

Díaz Oliva también se da tiempo para analizar los poemas: “Lihn desglosa Nueva York a través de una serie de poemas. Hay versos sobre el metro, las catedrales, los museos, los mendigos y las multitudes que no hacen más que vomitar más y más gente. Lihn describe algo muy de NYC, que es que uno, entre tanta gente, deja de percibir lo humano”.

Pero en este libro, Lihn desarrolla un aspecto que ha sido pocas veces tocado por los poetas chilenos. “Acá hace poemas a partir de cuadros que ve en los museos. Practica lo que se llama Écfrasis, que en Chile además solo lo hizo Gonzalo Millán”, añade Matías Rivas. Ese es el espíritu de los poemas Monet’s years at Giverny, De sombras coloreadas o Gerard David. Esto no es extraño si pensamos en la formación de Lihn, quien entró en 1942 a la Escuela de Bellas Artes de Santiago como estudiante de dibujo y pintura. Aunque al tiempo después abandonó los estudios.

Eso sí, Rivas explica que A partir de Manhattan es un libro distinto de otros que son clásicos de la escritura de Lihn, como La musiquilla de las pobres esferas o Al bello aparecer de este lucero. “Esos libros son diferentes. En A partir de Manhattan es un paseante, y distinto a la figura de un poeta centrado en sí mismo, en su infancia, en sus recuerdos, como en La pieza oscura”.

Enrique Lihn en 1983 por Marcelo Montecino

“Nunca salí del horroroso Chile”

En este libro, encontramos uno de los poemas más conocidos de Enrique Lihn. El sarcástico y también melancólico Nunca salí del horroroso Chile. Curioso, porque Lihn sí había viajado fuera del país para esa fecha. De hecho, había residido dos años en Cuba, estuvo estudiando en París y visitado Estados Unidos.

Matías Rivas explica ese poema: “Es casi paradójico que un libro de viajes incluye ese poema. Tiene que ver con dónde está ubicado, a pesar de que viaja. Además de una pulsión de odio hacia el país que está muy presente. Una pulsión destructiva, de encontrar nuestra identidad. Esa pulsión se acentuó sobre todo en el periodo de la dictadura, con libros como El paseo Ahumada o La aparición de la Virgen”.

Esa frase hay que ponerla en el contexto –dice Díaz Oliva–. Pensemos en Lihn, con sus impulsos creativos varios (poesía, cómics, novelas, performances), atrapado en el Chile de la dictadura. Atrapado entre el Chile imbunche-Pinochet y el arte comprometido que lo miraba con recelo. Si bien Lihn no se exilió, él siempre vivía en un exilio, como dijo en una entrevista: ‘Pienso que los escritores hispanoamericanos vivimos en un exilio interior’. Con eso de fondo hay que pensar en esa línea que es un clásico de la literatura chilena. Creo que gran parte del humor de Bolaño, y de su relación amor/odio con Chile, viene de esa frase”.

El autor de La experiencia deformativa añade: “A Lihn le gustó Nueva York por lo excesivo de esta ciudad, pero tampoco le gustó tanto como para quedarse a vivir. Aunque por lo menos esa sordidez urbana inspiró esta desoladora línea: ‘Si el paraíso terrenal fuera así, el infierno sería preferible’”.

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