Y un día ABBA (casi) volvió a los escenarios

Members of Swedish music band ABBA arrive for the opening performance of the "ABBA Voyage" concert in London, Britain May 26, 2022. REUTERS/Henry Nicholls

La banda partió hace unos días en Londres su espectáculo de resurrección, donde cuatro animaciones digitales los representan y aparecen como si el mundo se hubiera congelado en 1979. Aunque no son los ABBA reales los que actúan, al público casi no le importó y los ovacionó fuertemente.


Historia pura: el pasado jueves 26, los cuatro miembros de ABBA, una de las bandas más relucientes y exitosas del siglo XX, se volvieron a juntar en una alfombra roja desde que, en noviembre de 1982, actuaran por última vez en el espacio The Late, late Breakfast Show de la BBC británica.

Los cuatro miembros de ABBA en la alfombra roja londinense.

Esta vez, el motivo del reencuentro de Björn Ulvaeus, Anni-Frid Lyngstad, Benny Andersson y Agnetha Fältskog fue el espectáculo Voyage que se empezó a montar en un teatro especial en Londres, conocido como Abba Arena, con capacidad para 3 mil personas y que tiene como único propósito cobijar la resurrección de los suecos.

¿Y de qué forma? Se trata de un espectáculo en el que se podrán escuchar las canciones del grupo sueco, a lo largo de hora y media de concierto. Si bien serán las voces actuales de sus integrantes las que sonarán, no serán ellos en carne y hueso los que se verán en escenario, sino cuatro Abbatars, hologramas que los representan con sus vestimentas y rostros de la década de los setenta. En específico de 1979, su era de mayor gloria.

“Pusimos nuestros corazones y nuestras almas en esos avatares y tomarán el relevo”, explicaba antes del estreno Björn Ulvaeus, uno de los miembros del cuarteto escandinavo. Un show que, por lo demás, también trae a la palestra su alabado último disco, titulado también Voyage.

“Aplausos exultantes rebotan en el estadio hexagonal especialmente construido con capacidad para 3.000 personas cuando los miembros de ABBA, uno de los gigantes de la música pop, emergen lentamente de debajo del escenario, con sus peinados clásicos de los años 70 a la cabeza, para dar su primer concierto en más de 40 años”, comienza la crónica de The New York Times en torno a la serie de presentaciones que el espectáculo dará en Londres: serán siete veces a la semana hasta, al menos, diciembre, con potencial para extenderse hasta abril de 2026, cuando expire el permiso para el ABBA Arena, cuyo terreno se destinará a viviendas.

El New York Times luego sigue: “Mientras suena un sintetizador y las luces parpadean, la cantante Anni-Frid Lyngstad gira los brazos hacia el cielo, revelando una enorme capa decorada con plumas doradas y rojo fuego, mientras canta The Visitor. Benny Andersson, a punto de tocar su sintetizador, sonríe como si no pudiera creer que está de nuevo en escena. Bjorn Ulvaeus, el guitarrista de la banda, se centra en su instrumento, y Agnetha Faltskog agita los brazos como en trance hippie, agregando su voz al coro”.

“Pronto, Andersson toma el micrófono. “Soy realmente Benny”, dijo. “Me veo muy bien para mi edad”.

“El público —algunos ya se levantaron de sus asientos bailando, con copas de prosecco rosado en la mano— se ríe porque el comentario va directo al corazón del evento. Los miembros de ABBA que están ahí no son reales: son meticulosas recreaciones digitales. Los miembros reales de ABBA -que tienen al menos 72 años- observaban desde las gradas”.

El ABBA Arena. REUTERS/Henry Nicholls

El festín de nostalgia y hologramas es el resultado de años de trabajo en secreto, protegido por cientos de acuerdos de confidencialidad. Para ello, se han necesitado cinco semanas de rodaje en Suecia con los verdaderos miembros de ABBA con trajes de captura de movimiento; cuatro dobles de cuerpo; interminables debates sobre la lista de canciones, y 140 animadores de Industrial Light & Magic (conocida como ILM), una empresa de efectos visuales fundada por George Lucas que suele trabajar en las mayores producciones de Hollywood y con los trabajos audiovisuales más demandantes.

La idea comenzó alrededor de 2014, cuando se empezaron a hacer videos digitales para el cuarteto con el objetivo que luego se convirtieran en avatares digitales, proceso que sus mentores calificaron de “una pesadilla total”.

Alrededor de 2016, Simon Fuller, el productor detrás de la franquicia American Idol y las Spice Girls, sugirió un espectáculo protagonizado por una versión en 3D del grupo “cantando” mientras lo acompañaba una banda en vivo.

El grupo tenía que ser creativo porque Faltskog y Lyngstad habían dejado claro que “no querían salir de gira”, declaró Andersson a The New York Times en 2021. Pero el cuarteto sí quería incluir música nueva en el espectáculo, así que se reunió en secreto para elaborar algunas canciones, que se convirtieron en su primer LP en cuatro décadas. Una suerte de pequeño milagro.

“En el estreno del jueves, el público se dividió entre las celebridades invitadas en las gradas (incluyendo al rey y la reina de Suecia) y los miembros del club de admiradores de ABBA en la pista de baile, pero en ambas secciones la gente se abrazaba con alegría al son de las queridas canciones y bailaba y cantaba con ellos. El hecho de que la banda en el escenario no fuera la original de carne y hueso no parecía importarles. Para Waterloo, los ABBAtars se limitaron a introducir un enorme video de su actuación en Eurovisión en 1974 y se retiraron bailando del escenario mientras el público los aclamaba con fuerza”, reseña el Times, agregando que el público mayoritario del evemto eran viejos nostálgicos de la edad de oro de los autores de Fernando.

Gimme! ¡Gimme! ¡Gimme! marca el apogeo del show digital, tal como unos minutos más tarde Knowing Me, Knowing You. Eagle y Voulez Vous también hacen lo suyo.

“Escuchar los riffs de piano finales de “Chiquitita” en un estadio lleno de gente es una experiencia exaltante y, a pesar de su premisa sorprendente, ABBA Voyage emprende el vuelo milagrosamente”, es la sentencia final.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.