Columna de Rodrigo González: Multiverso de Fracasados

La premisa de Todo en Todas partes al Mismo Tiempo es interesante en cuánto le da una salida redentora a nuestra protagonista: las leyes del multiverso dicen que por cada error o mala decisión en la vida se abre un abanico de aciertos y triunfos para nuestro otro yo en una realidad alternativa.



Todos los perdedores del mundo tienen alguna oportunidad de hacer algo bueno en la vida. O, en términos prosaicos y claros, “a nadie le falta Dios”. La película Todo en todas partes al mismo tiempo (ya en salas locales) trata más o menos de ese tipo de personas. Es decir, de la mayoría. Lo que la hace atractiva es la manera en que nos cuenta la travesía de los comunes y corrientes. Ese viaje redime a sus protagonistas y al mismo tiempo identifica a cada imperfecto espectador en su butaca. A menos claro, que ese espectador sea un rematado triunfador con delirios de superhéroe.

Lo que tenemos acá es la inclasificable historia de Evelyn Wang (Michelle Yeoh), una atribulada madre y esposa chino-estadounidense que apenas se mantiene en la línea de flotación con su negocio de lavandería. Su esposo es Waymond (Ke Huy Quan), amable y algo inútil compañero de desventuras en la vida, y su hija es Joy (Stephanie Hsu), muchacha a la que no comprende a pesar de sus nobles instintos maternales. A la casa ha llegado recientemente su padre, el señor Gong Gong (James Hong), quien no habla ni una palabra de inglés y con el que Evelyn jamás se ha llevado demasiado bien.

Para rematar esta tormenta perfecta de mediocridad diaria, la funcionaria de impuestos Deirde Beaubeirdre (Jamie Lee Curtis) está por caerle encima debido a una colección de malas declaraciones y boletas erróneas. Justamente cuando se dirige a la oficina de ésta, Evelyn es interceptada por una suerte de otro yo de su esposo Waymond, quien le informa de que en un universo paralelo necesitan de su invaluable ayuda para detener a un villano (o villana) dispuesto a destruir todos los multiversos posibles.

La premisa de la película es interesante en cuánto le da una salida redentora a nuestra protagonista: las leyes del multiverso dicen que por cada error o mala decisión en la vida se abre un abanico de aciertos y triunfos para nuestro otro yo en una realidad alternativa. Evelyn entonces tiene la posibilidad de ser casi una heroína invencible en la medida que su vida es un crisol de tropiezos, traumas y desaciertos.

La película de Dan Kwan y Daniel Scheinert, quienes firman unitariamente como Daniels, viene precedida por un avasallador entusiasmo en las redes sociales y ya es favorita de la crítica estadounidense. Probablemente sea mejor verla sin el ruido del alboroto de fondo y apreciarla en su justa medida. De seguro no es tan buena ni todos los chistes son tan geniales como sus fans pregonan. Pero tiene al menos tres o cuatro momentos de brillante ironía y la pedestre cotidianeidad de sus problemas toca a cualquiera de nosotros.

Su mezcla de banalidad y fantasía le debe a las películas escritas o dirigidas por Charlie Kaufman (sobre todo a Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) y hacen de Todo en todas partes al mismo tiempo una oferta difícil de rechazar. Los más cinéfilos notarán además una serie de referencias a otros filmes y quienes crean que eso del metaverso es sólo una cháchara de superhéroes deberán saber ahora que un banano y una corchetera pueden tan mortales como el martillo de Thor.

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