Columna de Rodrigo González: Aftersun: El verano del 99

La película Aftersun (2022) es una aventura doble. Cuenta las vivencias de Calum Paterson (Paul Mescal), un padre de 31 años que esconde ciertas grietas emocionales bajo su lozana apariencia, y de su hija Sophie (Frankie Corio), quien acaba de cumplir 11 y es un irresistible torbellino de preadolescencia e infancia al mismo tiempo



Cada verano puede ser una película, pues sus historias son breves, difícilmente olvidables y rodeadas de las mejores escenografías naturales de nuestras vidas. También se trata de relatos agridulces: los disfrutamos, pero sabemos que el reloj corre en nuestra contra. El tiempo del colegio o la oficina llegarán tarde o temprano y aquel impostergable hecho tiñe de melancolía cualquier aventura.

La película Aftersun (2022) es una aventura doble. Cuenta las vivencias de Calum Paterson (Paul Mescal), un padre de 31 años que esconde ciertas grietas emocionales bajo su lozana apariencia, y de su hija Sophie (Frankie Corio), quien acaba de cumplir 11 y es un irresistible torbellino de preadolescencia e infancia al mismo tiempo. Todo transcurre en unos cuantos días en un resort algo destartalado de la costa turca que básicamente es habitado por bulliciosos turistas británicos. El año debe ser probablemente 1999 y, en este sentido, la banda sonora (Blur, R.E.M., Catatonia) nos entrega las pistas adecuadas para situarnos en espacio y tiempo.

No hay demasiadas huellas más para ser honestos. En su primer largometraje, la directora escocesa Charlotte Wells (1987) prefiere sumergir la atención del espectador en una fuente de percepciones, colores y sonidos antes que entregarnos un mapa exacto de las relaciones de padre e hija. Es entendible si en la producción de esta película está el director estadounidense Barry Jenkins (Moonlight, If Beale Street Could Talk), otro tejedor aleatorio de sensaciones. Pero también es necesario que todo sea así. Los recuerdos de las vacaciones de niñez y adolescencia nunca son precisos, sino más bien escenas escogidas, grandes éxitos del pasado.

La relación de Sophie con Calum es la clásica de los hijos de padres separados. Ella ve de vez en cuando a su padre, pero vive con su madre en Glasgow mientras Calum ha decidido establecerse en Londres. De a poco se va dando a entender que hay desajustes en la vida del joven progenitor: su hija le pregunta por el rumbo que ha tomado y éste le responde que nunca sintió pertenecer a un lugar específico y que eso lo hizo abandonar Escocia. Hay desazón en su mirada y sus palabras, pero Sophie es aún una niña y escasamente le da importancia a lo que su padre podría querer sugerir.

Quien sí toma cartas en el asunto es el espectador, contagiado por los emotivos momentos de una película que sugiere en vez de mostrar el cuadro completo. De vez en cuando se nos aparecen imágenes de una Sophie ya adulta (Celia Rowlson-Hall), revisitando las viejas tomas en video que su padre grabó ese verano. Su rostro está cansado y cuesta entender que sea la niña vivaz del año 1999. Comprendemos o deducimos que el padre ya no está.

Quien sabe cuál será el destino cinematográfico de la cineasta Charlotte Wells, pero está película dice y evoca tanto con tan poco que no se puede dudar de un talento sorprendente. Paul Mescal (conocido por la serie Normal People) encaja perfecto en el rol del padre joven y atribulado, pero es la debutante Frankie Corio quien finalmente hace latir el corazón de un verano único.

Aftersun está actualmente en salas de cines y en enero entrará a la plataforma Mubi.

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