Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires: “Las propuestas de Milei son poco precisas, poco claras”

Buenos Aires, 21 de diciembre de 2015 - Se realizó la presentación del Gabinete del Ministerio de Cultura de la Nación en el Museo Nacional de Arte Decorativo.-Fotos: Ministerio de Cultura de la Nación

En entrevista con Culto, la autoridad bonaerense se refiere a su experiencia liderando dicha cartera en una de las ciudades con el desarrollo cultural más rico de Latinoamérica, además de conversar sobre la celebración de los 40 años del retorno a la democracia en Argentina y la propuesta del candidato presidencial de eliminar el ministerio. Aunque declinó referirse particularmente a la gestión cultural de Chile, sí compartió algunas claves para fortalecer al sector.


Para Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, hace mucho tiempo que Chile representa un destino frecuente. No solo por motivos laborales, sino también por interés turístico. Sin embargo, hace un par de años que no agendaba una visita al país, específicamente desde antes de la pandemia. Una ausencia que, para la alegría del argentino, finalizó hace unos días.

El pasado martes 29, la autoridad bonaerense fue el invitado de honor de la Universidad Andrés Bello (UNAB). Fue convocado por el Campus Creativo de la casa de estudios para participar en la charla “Políticas públicas culturales en la ciudad: el caso Ciudad de Buenos Aires”, una conversación en torno a la gestión cultural de la capital argentina, una de las más potentes y prolíficas del continente.

Ya en Chile y situado al otro lado del teléfono, Avogadro deja manifiesto su entusiasmo ante la invitación. “Mi intención es compartir la experiencia de estos años y también parte de la visión para los próximos, en la ciudad de Buenos Aires”, parte señalando sobre lo que fue su exposición en el coloquio universitario.

Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de Infobae.
Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de Infobae.

“Nosotros permanentemente trabajamos en un análisis prospectivo, lo hacemos de manera colaborativa con los diferentes sectores a través de un proceso de inteligencia colectiva, de consulta permanente, y pretendo compartir las lecciones aprendidas en estos años. Con lo bueno y lo malo, creo que se aprende mucho, también de las cosas que no salieron bien, justamente transmitiendo esas experiencias”, agrega el argentino, que se mantiene en el cargo hace más de un lustro.

“Y, por otro lado, compartir un poco de nuestra visión para el futuro, para recabar opiniones, consejos y también críticas, por qué no. Creo que es muy importante tener estos espacios de reflexión, sobre todo para quienes estamos en la gestión, que muchas veces nos permite un momento de pausa como para reflexionar, sacar conclusiones y aprendizajes, para, desde ahí, volver a diseñar y planificar”, condensa el argentino.

Buenos Aires: los desafíos para un polo cultural

A la hora de hablar sobre las capitales artísticas y culturales del continente es imposible evadir a Buenos Aires, una ciudad que goza de un desarrollo y vitalidad fascinantes en aquellas áreas. Un estado creativo que enorgullece a sus autoridades, pero que también representa una tarea constante.

Para Avogadro, uno de los desafíos tiene que ver con el rol mismo que representa el liderazgo del ministerio de Cultura: “Es un ministerio muy potente del cual dependen el Teatro Colón, el Complejo Teatral de Buenos Aires con el San Martín a la cabeza, una red de casi 30 bibliotecas públicas, museos, entre ellos el Museo de Arte Moderno, conservatorios, centros culturales en los barrios, en fin. Una infraestructura cultural de punta”, menciona.

Y en esa gestión, parte de los objetivos del ministerio tiene que ver con cómo ampliar el acceso a la cultura, “entendiendo que es mucho más que entretenimiento. Es una herramienta central de la discusión del desarrollo en nuestras ciudades, en nuestros países. Por eso, no da lo mismo tener o no tener más participación cultural, y nuestro foco ha estado puesto, por un lado, en ampliar el acceso a la cultura”, argumenta el líder de la cartera bonaerense.

Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de Infobae.
Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de Infobae.

A la hora de ejemplificar esos esfuerzos, destaca la implementación del denominado pase cultural, una tarjeta entregada a los jóvenes de la escuela pública secundaria de Buenos Aires y que les permite acceder a una serie de panoramas culturales. “Comprarse un libro, ir al teatro, ir al cine”, puntualiza Avogadro. “O sea, buscamos de manera muy activa que todos tengan las mismas oportunidades de participación cultural”.

“Un segundo eje es pensar en la cultura de manera total, no solamente la cultura pública, con mucho foco también en el trabajo con el sector privado y sobre todo con la cultura independiente. La cultura independiente de nuestra ciudad es única, me atrevo a decir, en el mundo. Hay más de 500 espacios culturales independientes, entre salas de teatro, salas de música, centros culturales. Y parte de nuestro foco ha sido promoverla, interactuar con ella a lo largo de todo este tiempo”, agrega el ministro acerca de la otra gran meta de su gestión.

Al igual que en el resto del mundo, reconoce que la pandemia llegó a desnudar los puntos más débiles del sector, siendo la informalidad una de las más latentes. En ese sentido, la llegada del Covid también significó un desafío para la gestión de la cultura en la ciudad. “Fue parte de nuestra tarea no solo acompañar al sector, sino buscar formas imaginativas de acuerdo a cada etapa para que pudiera volver a trabajar. Para que trabajaran, porque era importante que lo hicieran, pero además porque la cultura es y fue muy importante para volver a encontrarnos después de esa tragedia que atravesamos globalmente”, afirma, relevando el rol de la actividad cultural en una ciudad como Buenos Aires, donde, según asegura, “alrededor del 10% de nuestra economía está vinculada a las industrias culturales y creativas”.

En eso último, los constantes problemas económicos que ha aquejado al país en los últimos años también son un factor que impacta la administración cultural. Una situación financiera que, sin embargo, no ha logrado que Buenos Aires disminuya su capital cultural.

“La cultura en muchos casos es contracíclica, y florece la creatividad en situaciones de crisis. Justamente porque cuando nada tenemos, tenemos nuestra cultura como espacio de encuentro, como espacio de creación. Ya en crisis anteriores, como la del 2001, hubo una gran explosión cultural. Creo que parte de nuestra creatividad tiene que ver con esa situación, que por supuesto no es algo agradable. Pero esa resiliencia a la que estamos acostumbrados explica, en parte, ese dinamismo cultural y creativo”, asegura el ministro argentino.

Milei y los ministerios en peligro

Hace unas semanas, un controversial video publicado en la cuenta de TikTok del candidato ultraderechista Javier Milei se volvió viral en redes sociales. Tras su abultado triunfo en las PASO, parte del ejercicio obligado fue la revisión de sus propuestas de campaña, donde una de las más llamativas tiene que ver con su intención de reducir el Estado al máximo posible.

Para eso, una medida sería eliminar varias carteras. “Ministerio del Turismo y Deporte, ¡afuera! Ministerio de Cultura, ¡afuera!”, grita eufórico Milei en el registro, mientras arranca de una pizarra los nombres de varios ministerios, donde también menciona el de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el de la Mujer.

Consultado por aquella medida, donde cultura sería una de las áreas afectadas, Avogadro, perteneciente a Propuesta Republicana (PRO, el partido del expresidente Mauricio Macri y parte de la coalición Juntos por el Cambio), aprovecha la pregunta para reflexionar en torno a los ánimos sociales del país transandino.

A mí me cuesta opinar sobre las propuestas de Milei, porque son poco precisas, poco claras. Lo que sí puedo decir es que claramente hay una expresión de hartazgo que se ha manifestado en las últimas elecciones con la situación actual, con el gobierno actual, con una crisis económica desbocada, que además impacta en otras áreas, como la seguridad, que está en una situación muy compleja”, parte reflexionando.

Y agrega: “Lo que creo es que Argentina es una nación que tiene una cultura rica y diversa, no solo en la ciudad de Buenos Aires, sino en todo nuestro país, y que por supuesto es importante tener un Estado presente acompañando y promoviendo el sector cultural. Sí es cierto que, definitivamente, se puede hacer mejor. Que se pueden impulsar mejores políticas culturales públicas, pero para eso hace falta tener las herramientas. Más allá de mi opinión personal, considero que ese hartazgo lo que está poniendo en evidencia, justamente en el marco de los 40 años de democracia, es una dificultad para proveer los servicios públicos básicos. Y creo que el debate sobre estos temas termina cayendo en esa bolsa”.

(AP Photo/Natacha Pisarenko)

¿Entonces la discusión no va necesariamente por cerrar o no ministerios?

Trato de complejizar un poco la respuesta porque me parece que no se trata ni siquiera de abrir o cerrar un ministerio, sino de qué hacemos con esas políticas públicas. Y creo que lo que hace falta es una mejor política pública. Sin ninguna duda hace falta tenerla. Y después medir el impacto. Creo que si esas propuestas hacen carne, tiene que ver también con el malestar con la situación actual.

Paralelismos con Chile

El 2023 es un año cargado de simbolismo para ambos países. Mientras que en Chile se conmemoran los 50 años del Golpe de Estado, al otro lado de la cordillera se celebran 40 años del retorno a la democracia. En Argentina y Buenos Aires, la cultura ha sido un pilar fundamental para la reflexión. Así lo comparte el ministro Avogadro.

La cultura tiene un rol central, porque es, por definición, el espacio de encuentro. Nosotros tuvimos una gran celebración hace poco tiempo, en Plaza de Mayo, en el centro de la ciudad de Buenos Aires y en la plaza más relevante justamente por su simbolismo político. Y el eje de la celebración fue la cultura. Hicimos un repaso de los 40 años de democracia a través de los grandes momentos de la cultura. En nuestro caso, tuvimos una primavera democrática a comienzos de los 80, que fue una explosión cultural donde nuevamente gracias a tantos artistas tuvimos la oportunidad de, por un lado, vivir esa apertura, pero al mismo tiempo, en estos 40 años, permanentemente apelar a nuestra memoria”, define el argentino.

Celebraciones culturales en Buenos Aires por los 40 años de democracia. Fotografía recuperada de Loqueva.com
Celebraciones culturales en Buenos Aires por los 40 años de democracia. Fotografía recuperada de Loqueva.com

Es una democracia que, por supuesto, en estos 40 años nos dio muchas alegrías, pero todavía tiene muchas asignaturas pendientes en el caso de Argentina. Fundamentalmente con relación a la agenda del desarrollo, a la pobreza, a la desigualdad, a la dificultad para brindar servicios públicos que son básicos, a los servicios que están garantizados y no se cumplen en la Constitución nacional. Y la cultura, entonces, puede ser un espacio no solamente de encuentro, sino de reflexión, de análisis crítico y de vinculación emocional con esta agenda tan relevante”, complementa.

Entre todas las actividades, el ministro bonaerense destaca lo que fue la más reciente noche de las librerías, celebrada en calle Corrientes. “Se genera un enorme espacio de conversación y de discusión ahí mismo en la calle, y este año estuvo dedicada a los 40 años de la democracia. También publicamos un libro invitando a intelectuales y artistas a reflexionar sobre el tema. Y, bueno, buscamos que sea una conversación que esté viva. Es un año en Argentina de elecciones, donde por suerte podemos elegir. Es importante saber por qué estamos eligiendo, en el sentido de que costó mucho recuperar nuestra democracia. Hay que celebrarlo y al mismo tiempo recordarlo”.

A diferencia de Argentina, la instalación del Ministerio de Culturas en Chile y, por consecuencia, de un proyecto en torno a la cultura, ha sido complejo. Una tarea que ha trascendido gobiernos y colores políticos, y que implica una serie de problemas estructurales. De buenas a primeras, Avogadro prefiere no referirse directamente a la situación de nuestro país. Sin embargo, sí se aventura a señalar algunos elementos que resultan claves a la hora de pensar en una administración cultural eficiente.

“Las políticas culturales más exitosas son aquellas que tienen un alto grado de sustentabilidad. Es decir, para ser efectivas tienen que tener un espacio de diálogo y de horizontalidad en varios niveles. Por un lado, con el propio sector cultural, construir canales de diálogo, de intercambio y hasta de validación, o al menos de consulta permanente para que tengan más legitimidad las políticas que se llevan adelante”, comparte el argentino.

“En segundo lugar, romper la endogamia del sector cultural. En general, cuando nos hablamos los especialistas en cultura, todos asumimos la importancia de la cultura, pero el desafío es que quien está esperando la micro, como dicen ustedes, o el colectivo, como diríamos nosotros, en la calle, realmente crea y nos exija tener políticas culturales sólidas”, continúa. “Y eso me lleva a un tercer desafío, que es una mirada que, rompiendo la endogamia de la cultura, entienda el enorme impacto que puede tener la cultura en las agendas de la época, sobre todo en el desarrollo. Un desarrollo comunitario, en la construcción de valores democráticos, además del económico, por supuesto, y todo el impacto que tienen al propio sector”.

Y agrega: “El diálogo es absolutamente relevante y, sobre todo, entender a la cultura como una herramienta para el desarrollo. Sentar a la cultura en las mesas en que se toman decisiones que son transversales y son trascendentes para el desarrollo del país o de la ciudad, en nuestro caso”.

La negativa del exministro Jaime de Aguirre a la invitación para que Chile fuese el invitado de honor de la Feria del Libro de Frankfurt 2025 fue uno de los episodios más controversiales de los últimos meses. Ante la pregunta sobre qué tan importantes pueden resultar esos eventos para la exportación de la cultura de un país, Avogadro reiteró su preferencia a no referirse a temas locales. Pero sí entregó una reflexión sobre el rol de estas vitrinas internacionales.

Hay una oportunidad en entender a la cultura como parte de nuestra proyección internacional, lo que en inglés se conoce como ‘soft power’. Hay casos emblemáticos a nivel internacional. Venimos estudiando hace bastante el caso coreano, por ejemplo, que es impresionante. Porque es un país lejano, con una cultura diferente, de desarrollo intermedio, y que ha logrado conquistar el mundo con su cultura, en un tridente impresionante que vincula el audiovisual, pensemos las series coreanas en todas las plataformas, el Oscar; la música, hoy los adolescentes del mundo entero aprenden coreano para seguir las letras del k-pop, de BTS y otras bandas, y también la gastronomía”, señala el argentino.

Enrique Avogadro, ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de RevistaPaco.com
Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires. Fotografía recuperada de RevistaPaco.com

Tenemos en la cultura una oportunidad de proyectarnos internacionalmente, y de esa manera también generar desarrollo. Voy a hacer un comentario medio argentino y pido disculpas, pero hay un paralelismo con el deporte. Es impresionante para la Argentina lo que significó ganar la última copa del mundo. O sea, la copa del mundo y Messi, en este momento jugando en el Inter de Miami, probablemente hagan más por la Argentina en términos de nuestra proyección internacional que muchas otras acciones. Ahí la cultura tiene mucho que ver. Chile, y puedo decirlo sin ningún miedo a equivocarme, es una súper potencia cultural. Tiene en su historia, en su patrimonio, gigantes en todas las disciplinas, quizás por encima de su peso en otros rubros. Entonces, definitivamente hay una oportunidad”, asegura sobre las condiciones de nuestro país.

Sin embargo, agrega que el trabajo detrás es gigantesco: “Hay que hacerlo bien. Hay que pensar muy bien cuáles son esas instancias y de qué manera, muchas veces, estas discusiones son más para consumo interno y terminan agotándose en quién viaja y quién no, cuando, en realidad, esto tiene que ir de la mano de una planificación estratégica, idealmente al mediano y largo plazo. E idealmente como política de Estado, es decir, trascendiendo a varios gobiernos. Y sabemos que todo esto es muy complejo en nuestros países”.

¿Y qué tan importante es esa trascendencia, sobre todo en un momento donde América Latina vive una enorme polarización?

Muchas veces es una tentación de los gobiernos de turno la captura de la agenda cultural por el enorme valor simbólico que tiene la cultura. Creo que es una tentación peligrosa, justamente porque la cultura, a mi juicio, está por encima de cualquier grieta. En la cultura nos podemos encontrar por encima de cualquier diferencia, compartiendo el orgullo por nuestra identidad común. Un orgullo que no es chovinista, no anula al diferente, sino todo lo contrario. Desde ese orgullo genuino de nuestras raíces, de nuestras historias, del cruce entre nuestra historia personal con la historia colectiva, nos podemos vincular con otras personas, con otras culturas, con otras identidades de una manera mucho más interesante.

Porque lo que nos da la cultura es, sobre todo, curiosidad. Creo que hay un riesgo muy grande en este intento, a veces inconsciente, otras veces muy consciente, de captura de estas agendas, cuando en realidad debiéramos trabajar para pasarnos esta antorcha que es la cultura de generación en generación. Y hay que invertir en cultura, porque la cultura es lo que nos va a permitir ir avanzando en estos procesos democráticos que decíamos antes. La cultura puede ser uno de los pocos mecanismos y vehículos en los cuales encontrarnos. Siento que ahí hay una oportunidad sin ninguna duda, y también un riesgo a tener en cuenta.

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