Crítica de discos de Marcelo Contreras: Charly García renace, Benjamín Walker vuelve y J Mascis reluce

Las novedades discográficas de la semana van desde una joya clásica del rockero argentino hasta el retorno de uno de los nombres de la reciente escena chilena de la cantautoría. Aquí, los resultados.


*Charly García - Música del alma (en vivo)

Este álbum representa una especie de santo grial en la discografía del súper astro argentino. Descatalogado y prácticamente inencontrable por años, Música del alma es considerado como su primer título solista, un rótulo más que discutible. En rigor, se trata de un legendario concierto fechado el 11 de noviembre de 1977 en el Luna Park, promocionado como Festival del amor. Charly García reunió a amigos como David Lebón y bandas bajo su batuta, incluyendo Sui Generis, Porsuigieco y La Máquina de hacer pájaros. El espectáculo fue también la despedida de estos últimos, proyecto que tras dos intensos años de presentaciones, tenía cansado al músico en términos creativos.

Publicado en 1980, Música del alma fue consignado como un disco en directo. Sin embargo, resulta evidente que varias de las canciones están grabadas en una sala, con torpes superposiciones de aplausos.

El valor del registro es más bien testimonial, como reflejo de las influencias de Charly en los 70, contando el folk pastoral a la usanza de Crosby, Stills & Nash, y el rock progresivo con bifurcaciones de jazz fusión. La calidad de los músicos supera largamente la producción del álbum, no solo paupérrima en la tomas en vivo, sino discreta en el estudio.

*Benjamín Walker - Libre

El cuarto álbum del artista chileno de 32 años radicado en México, se edifica en torno a una duda, según reza la información promocional: “¿Cómo me libero de la sensación de miedo y ansiedad que crea mi propia cabeza?”, se pregunta Walker. “Libre (...) -tantea como respuesta-, pero de mí mismo”. Así, como una especie de crónica existencial en formato diario de vida, el disco nuevamente refleja al músico como paradigma de una generación que desea conectarse con su interior desde la fragilidad. Las canciones dejan la sensación de una persona vulnerable, proclive a hacerse un ovillito en cuanto las dificultades arrecian. Por lo mismo, lírica y musicalmente el álbum es de escasa oscilación, bajas pulsaciones y enfoques reiterados. La nueva residencia de Walker no trasluce.

Libre suele refugiarse en guitarras acústicas de impecable factura y arreglos vocales que sugieren un lamento de estrecho margen, como si el ánimo fuera de triste a súper triste. En ese sentido, el álbum linkea con pretéritos géneros de nuestra historia como el Canto Nuevo nacido en dictadura, donde dominaba una visión lúgubre, adolorida y melancólica, envuelta en poesía y mensajes oblicuos. Libre es una enésima confirmación del costado taciturno del pop chileno.

*J Mascis - What do we do now

J Mascis (58) ha dicho que en Dinosaur Jr compone basado en las limitaciones de sus compañeros. Libre de ataduras, el cuarto álbum solista de uno de los músicos símbolos del rock alternativo de los últimos 40 años, expresa los matices que, ciertamente, se extrañan a ratos en la discografía del trío de Massachusetts. What do we do now ofrece folk rock ejecutado por el mismo J Mascis, que además de ser un reconocido guitarrista de incendiarios solos y crepitante sonido a tope, es un baterista competente.

Acompañado por el piano de Ken Maiuri de The B-52 ‘s y el pedal steel de Matthew “Doc” Dunn, reputado multiinstrumentista de circuitos alternativos, J Mascis despacha verdaderas joyas como I can ‘t find you, con su aspecto inicial casi country, desviado hacia unos oscuros acordes en guitarras acústicas. It ‘s true alcanza espesuras con frases abiertas, una batería juguetona con el ride, y un par de solos en distintas secciones, recargados de pura emoción y melodía. Set me down se desvía hacia un pop californiano colmado de aire, redobles y guitarras pulcras. En el inicio, con Can ‘t believe we’re here, J Mascis establece el plan: la guitarra eléctrica interviene saturada estrictamente en los espacios solistas, mientras la restante arquitectura es acústica y maciza.

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