Culto

Crítica de discos: Candelabro lanza el álbum chileno del año y ¿realmente es tan bueno el último de Rosalía?

Rosalía acaba de lanzar un título que ha deslumbrado a la crítica, pero a la hora de mirarlo de cerca ¿es perfecto? La banda chilena Candelabro también sorprende, mientras que Jimi Hendrix es un huracán que nunca afloja.

Crítica de discos: Candelabro lanza el álbum chileno del año y ¿realmente es tan bueno el último de Rosalía?

*Rosalía - Lux

No es novedad que el pop se vista de cuerdas, acrobacias de opereta y la fe en clave febril -Eleanor Rigby, Bohemian rhapsody y Like a prayer son pruebas en este juicio- como para preguntarse si los simples mortales merecemos una obra de la envergadura del cuarto álbum de Rosalía. Ha sido la reacción de la crítica con la mano al pecho en gesto dramático como señal de recogimiento, la aclamación universal ante Lux.

Si el pop encarna inmediatez y frescura, este álbum patina. Exige varios repasos desentrañar un proyecto de escasos vasos comunicantes con el explosivo Motomami (2022), que dialoga con el apego por los conceptos -la subdivisión en El Mal querer (2018)- proponiendo algo completamente distinto, autoral, de pasajes conmovedores. Lux exuda tradición europea ensimismada en motivos religiosos que, como suele ocurrir con la música en pos de la divinidad, se puede leer como una historia romántica.

La exuberancia políglota -canta en 14 idiomas- es más extravagante que efectiva, contribuyendo a las interrogantes que plantea Lux: ¿las cabriolas reemplazan a las melodías? ¿La música de cámara es una herramienta o su sola presencia garantiza calidad? Generar debate en medio del pop anodino actual es un triunfo de Rosalía. Su talento deslumbrante sorprende siempre, pero no queda tan claro si el álbum por sí mismo es tan magnífico como dicen, por ser apto para catedrales.

*Candelabro - Deseo, carne y voluntad

El disco más conmovedoramente chileno de la temporada corre por cuenta del septeto Candelabro, jovencísima banda que con este segundo trabajo augura un futuro esplendor. Imbuido por la retórica y la estética católica, Deseo, carne y voluntad resulta ambicioso, intrigante y contagioso, un viaje que transporta a otros tiempos y contingencias con un sabor identitario que no pende de obviedades, sino de sutilezas.

Domingo de ramos parece un improbable himno rock de la UP -”desalambrar, sentir las voces” cantan en épica armonía- con guiño al remate del himno nacional en un centelleante arreglo de vientos, un temazo. Prisión de carne comulga con el jazz sin lugares comunes, hasta que la composición gira, asciende, estalla, decanta y se eleva de nuevo con extraordinaria elegancia, como si llevaran muchos años en esto. La urgencia de Tumba -los arreglos sugieren una insistente sirena- alterna con cristalinos remansos acústicos y un quiebre en dirección a Congreso, en una de varias citas a tótems nacionales incluyendo a Los Jaivas. El uso de voces grabadas de notables artistas e intelectuales de nuestra historia agrega una capa de collage con link al debut de Electrodomésticos.

El virtuosismo funciona en equipo, las ideas rebosan, los instrumentos respiran, hay canciones breves al mentón, otras se aventuran por largos minutos. Candelabro levanta la mano para el disco del año.

*Jimi Hendrix - Bold as love

En 1967 Jimi Hendrix exploraba la guitarra eléctrica desde la estratósfera. “Era algo especial, de otro planeta”, describió Pete Townshend en una entrevista en la New York Public Library en 2012, en medio del relato sobre su insistencia para que Hendrix fuera el número final del festival de Monterey y no The Who.

Publicó el debut Are you experienced el 12 de mayo, hizo un cover de Sgt. Pepper ‘s lonely heart club band frente a miembros de The Beatles el 4 de junio y el 18 del mismo mes arrasó en Monterey. Cerró el 1 de diciembre con Axis: bold as love de The Jimi Hendrix Experience, el segundo título junto al bajista Noel Redding y Mitch Mitchell -el ídolo máximo de Stewart Copeland- en batería.

Aún persiste la sensación de que el álbum solo despega al tercer corte con la propulsión de Spanish castle magic; que composiciones como One rainy wish expresan la capacidad de Hendrix de crear “luz y color” -Townshend otra vez- a través de la guitarra con resonancias cósmicas, y que no todo era dictadura bajo su mando como lo demuestra She’s so fine, escrita y cantada por Redding.

Esta generosa versión de cuatro discos incluye mezclas en estéreo y mono, numerosas tomas alternativas, demos, presentaciones en televisión y actuaciones en vivo de incendiaria inspiración, con un total de 66 canciones y casi cuatro horas de música.

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